Punto final para un ícono: tras más de 20 años, cerró en Avellaneda la parrilla El Tano
El emblemático local se despidió con un emotivo posteo en Instagram, luego de no poder superar la crisis económica producida por la pandemia. Su fundador, Juan Caschetto, había fallecido en enero por Covid-19.
La noticia no pasó inadvertida en toda la zona sur del Gran Buenos Aires. Uno de los lugares gastronómicos más famosos, un verdadero ícono del Conurbano, cerró sus puertas. Y parece que es para siempre. La parrilla El Tano, ubicada en avenida Güemes 567, a dos cuadras del shopping Alto Avellaneda, no pudo sobreponerse a la crisis económica generada por la pandemia de Covid-19, que hizo que se le hiciera imposible afrontar las deudas impositivas. Su fundador, Juan Caschetto, había fallecido a principios de este año, luego de contagiarse de coronavirus.
Durante sus más de 20 años de existencia fue un punto de encuentro no sólo para todos los vecinos de Avellaneda sino también para quienes llegaban desde otros distritos. Incluso solía recibir a políticos, periodistas y, especialmente, a futbolistas. Y si no se tenía reserva para comer, la espera para conseguir una mesa podía demorar más de una hora.
Pero el no poder funcionar normalmente a causa de la pandemia generó que las deudas se fueran acumulando. Y, luego de tres intimaciones, había recibido una clausura por una deuda en concepto de tasas municipales. Su dueño y creador -fallecido el 21 de enero- se había acercado en su momento a la comuna para solicitar un plan de pagos, el cual no pudo concretar al contagiarse de Covid-19 y ser internado.
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El cierre dictado por la intendencia se produjo el 28 de diciembre pasado. Desde el establecimiento aseguraron que el 12 de febrero regularizaron la situación impositiva y le pidieron al municipio que deje sin efecto la clausura, pero explicaron que desde la comuna recibieron “negativas para poder reabrir la parrilla, sin explicación alguna”.
Ahora, por medio de Instagram, el local gastronómico contó la decisión que parece muy difícil que pueda revertirse: “Todos nos encontramos en un momento de vulnerabilidad, donde hay que luchar mucho más que antes para salir adelante. La parrilla del Tano, la parrilla que seguro conoce muchísima gente, fue construida con amor, sacrificio, esfuerzo y trabajo de muchos años por toda mi familia. No les podemos explicar la bronca y el dolor por el que estamos pasando… Duele mucho que la municipalidad nos arrebatara de nuestras manos nuestra fuente de trabajo y por la que luchamos en muchas ocasiones, y a consecuencia de esto muchas familias se quedaron sin trabajo”.
Además, apostó a que todos recuerden “las risas, los buenos momentos, los cumpleaños, los ratos compartidos en familia, cómo los recibíamos con los brazos abiertos, con una sonrisa y con la bienvenida de parte de Fabio (el hijo del fundador)”. Y apeló a la solidaridad de los vecinos para poder dar vuelta la historia: “Les pedimos su ayuda para que este pésimo momento no sea para siempre y podamos reabrir el lugar de encuentro de muchas familias, amigos y que se vuelvan a ir con la panza llena y contenta”.
Parrilla El Tano, un clásico de Avellaneda
Siempre en su formato de tenedor libre, la parrilla ofrecía una gran variedad de cortes de carne y las achuras a un precio accesible. Y su plato más elogiado era el matambre tiernizado a la pizza y a caballo, con dos huevos fritos.
El menú también incluía de manera libre las ensaladas y las papas fritas. Y para el postre había una buena variedad de opciones, entre las que se destacaba una copa de helado de un tamaño desmesurado, apta para al menos dos personas. Además, el Tano siempre invitaba al cierre una copa de champagne o de limoncello, a elección del comensal.
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En sus paredes colgaban camisetas de fútbol autografiadas por jugadores que iban muy a menudo y se las regalaban a Juan. Uno de los futbolistas que supo visitar la parrilla, en agosto del 2019, fue el futbolista Daniele De Rossi, quien almorzó allí con varios de sus compañeros cuando jugaba en Boca Juniors.
El de la avenida Güemes fue su primer local, aunque desde hace muchos años tenía una sucursal en Dock Sud, en la avenida Agustín Debenedetti 2999, la cual también cerró. Por otra parte, Damián, otro hijo de Juan, continúa atendiendo en Piñeiro su local Las picadas del Tano.
A comienzos de años el fallecimiento del Tano generó muchas reacciones en las redes sociales. Todos recordaron que siempre comían “hasta no poder más”, y que tenían que decirles a Juan “por favor, no traigas más comida”. Aquellos días de mucho dolor expresado por los habituales clientes parecen repetirse ahora, cuando las voces empiezan a multiplicarse rogarse para que la persiana vuelva a levantarse. Nadie quiere creer que el cierre sea definitivo.