Patentan otro invento de la UNTREF: qué es la Válvula Venturi para ayudar a pacientes que no pueden respirar
Es un dispositivo para suministrar oxígeno a enfermos graves que padecen insuficiencia respiratoria e hipoxia. Fue usado con éxito durante la pandemia de Covid 19. Ahora podrán venderlo a todo el mundo.

La Válvula Venturi inventada por la UNTREF fue oficialmente patentada y ahora podrá ser vendida a todo el mundo. Sirve para pacientes con riesgo de intubación por no poder respirar.
En lo que puede ser considerado un verdadero logro académico, el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) aprobó la patente Válvula Venturi de Flujo Variable, un invento desarrollado por investigadores de la UNTREF junto con especialistas de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Este insumo hospitalario fue utilizado en la atención de pacientes contagiados de Covid19 durante la pandemia. Y ahora va a poder ser vendido a todo el mundo.
Es la segunda patente que logran los investigadores de la Universidad de Tres de Febrero nucleados en el equipo AEROMAT (Aerogeneradores y Materiales) y pertenecientes a la carrera de Ingeniería Ambiental y la licenciatura en Higiene y Seguridad del Trabajo. La primera fue el «Dispositivo de inspección de la vía aérea superior y de asistencia para intubación endotraqueal», invento que permitió mejorar la asistencia a pacientes intubados.
Cómo funciona la Valvula Venturi creada en la UNTREF
La Válvula Venturi se emplea en diversos dispositivos médicos como respiradores hospitalarios y permite regular el oxígeno de forma segura y precisa. Es, básicamente, un dispositivo para suministrar oxígeno al paciente que padece insuficiencia respiratoria e hipoxia.

Su diseño requiere cumplir con estrictos estándares de seguridad, confiabilidad y compatibilidad, por lo que su desarrollo implicó la colaboración de expertos en medicina, ingeniería, materiales y nuevas tecnologías.
«En el marco de la pandemia, la Universidad, a través de AEROMAT, comenzó a trabajar en el armado de dispositivos médicos. Debido a la falta de recursos para atender a los enfermos de COVID iniciamos distintos desarrollos junto a la CNEA», explicó el director del equipo y docente de la UNTREF Lucio Ponzoni.
«Esta Válvula –que fue elaborada en un mes y medio- tiene la particularidad de ser de flujo variable, es decir que fue especialmente diseñada para entregar una determinada cantidad de oxígeno, dependiendo de la necesidad particular de cada paciente», agregó Ponzoni, quien remarcó que fue creada con insumos nacionales y con materiales biodegradables y reciclables.
Financiada oportunamente por el entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (MINCYT) y considerada por este organismo como «proyecto prioritario a nivel nacional» dada la emergencia sanitaria producto del Covid, la iniciativa continúa siendo fundamental a casi cinco años de la pandemia: «Representa el ABC en la atención a un paciente con insuficiencia respiratoria. Sin esto, el paciente puede empeorar y requerir intubación, una etapa mucho más crítica en su intervención médica», dijo el docente de la Universidad.
Los primeros prototipos fueron fabricados mediante impresión 3D con materiales biodegradables que se consiguen fácilmente en el país, como el PLA (ácido poliláctico), y que ya fueron probados con éxito en algunos hospitales del AMBA.
Para obtener la patente –que es 50% de la UNTREF y 50% de la CNEA durante 20 años- fue indispensable el trabajo realizado por la Oficina de Vigilancia Tecnológica y Propiedad Intelectual, espacio que depende de la Secretaría de Investigación y Desarrollo (SID) de la Universidad.

A ella acuden todos aquellos docentes investigadores que quieren proteger los resultados de sus investigaciones mediante cualquiera de los institutos de propiedad intelectual vigentes en la Argentina y los que tuvieron una iniciativa y desean saber en qué medida dicha propuesta ya fue elaborada en otras instituciones, qué resultados obtuvo, cuál fue el proceso mediante el que se llevó a cabo, qué bibliografía abarca ese tema y qué posibilidades concretas de ejecutarla existen.
«Para conseguir la patente tuvimos que pasar por varios filtros y por la evaluación de agentes internos y externos con quienes tuvimos reuniones periódicas durante dos meses a lo largo de aproximadamente tres años», contó Ponzoni. Y manifestó que este patentamiento «es un hito a nivel nacional ya que es difícil conseguir patentes en el área médica. Esto le otorga un gran prestigio a la Universidad y permite trabajar con empresas y organismos públicos para seguir desarrollando estos proyectos».
Ponzoni indicó que ya estuvieron en contacto con el Hospital Carrillo y con el Hospital Garrahan, instituciones que solicitaron asesoramiento de tipo académico a los especialistas de la Universidad para poder desarrollar ellos también este dispositivo. «Es muy bueno que este proyecto quede en mano de una universidad pública ya que tiene, por propia definición, la voluntad de dar respuestas a las demandas sociales. En nuestro país, en donde estas cosas suelen ser muy costosas, que se pueda desarrollar nuestro modelo de bajo costo es algo muy importante», cerró Ponzoni.
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