El debut de Gustavo Alfaro en un Mundial: la historia del DT que de chico quiso salvar a su mamá con un cuento infantil
Sacó campeón a Arsenal de Sarandí y dirigió a Boca pero en Qatar 2022 está frente al desafío más grande de su carrera con la selección de Ecuador. En su vida pasó momentos difíciles que aún lo conmueven.
Gustavo Alfaro vive entre ser práctico y soñador. Sus equipos son pragmáticos, simples, más preocupados por la defensa y el arco propio que por la creación y el juego lírico, según el análisis general. Pero, por otro lado, también es una persona de perfil sensible. Es aquel pibe que buscaba cuentos infantiles para leerle a su mamá, con la expectativa de salvarla de una enfermedad terminal, y es este hombre maduro, de 60 años, que fantasea en Qatar 2022 con dar el golpe con Ecuador en una Copa del Mundo.
Un DT hecho bien de abajo
Nacido en Rafaela el 14 de agosto de 1962, la carrera futbolística de Gustavo Alfaro no llegó a deslumbrar: fue parte del principal club de la zona, Atlético, y disputó en la posición de mediocampista algunos torneos regionales. Sin embargo, como entrenador llegó a lo más alto.
Gustavo Alfaro inició su carrera de saco y corbata también en Atlético Rafaela, en 1992. Ya con presencia en el Ascenso, comenzó a rotar entre diferentes clubes de la categoría: Patronato, Quilmes y Belgrano solicitaron sus servicios. Su primer impacto fue con Olimpo de Bahía Blanca: en 2002 lo ascendió a Primera División.
El 2003 fue un año bisagra para Alfaro: ascendió a Quilmes, esa vez se mantuvo en el club, hizo una campaña histórica y llevó al Cervecero a jugar la Copa Libertadores de 2004. Con ese rendimiento, Lechuga sacó carnet de técnico de Primera División.
Esa gran temporada con Quilmes lo llevó a San Lorenzo de Almagro, el primer club grande de su carrera: no le fue bien, pero rápidamente tuvo revancha al ser contratado por Arsenal de Sarandí. En el Sur, en 2007, dio una sorpresa continental al ser campeón de la Copa Sudamericana.
Central, los petrodólares de Arabia Saudita, un segundo ciclo en Arsenal donde repitió títulos, Tigre, Gimnasia y un Huracán donde de nuevo volvió a destacarse: el recorrido de la carrera de Alfaro continuó sumando logros. Hasta que le llegó un llamado de Boca, la oportunidad de su vida.
Gustavo Alfaro, de Rafaela a Qatar 2022
En el 2019, el Xeneize decidió contratar a Gustavo Alfaro. Luego de perder la final de la Libertadores ante River, el club necesitaba levantar cabeza y la sobriedad de Lechuga fue el motivo principal por el que Nicolás Burdisso, por entonces manager de la institución, apostó por él.
Fue un año complicado para el club de la Ribera, con elecciones de por medio y la herida aún cicatrizando. Pero Alfaro logró armar un equipo granítico, respaldado por una sólida defensa que estableció un récord de partidos con el arco en cero, que mantuvo el protagonismo, fue campeón de la Supercopa y quedó puntero de la Superliga, que luego ganaría el Xeneize a principios de 2020 ya con Miguel Ángel Russo al mando.
La actuación en Boca le abrió a Gustavo las puertas de un sueño aún mayor: la Selección de Ecuador. Con su característica impronta de orden, más la frescura de un fútbol joven pero prometedor, logró un mix perfecto que depositó a la Tri en Qatar 2022, donde compartirá grupo con el local, Países Bajos y Senegal. ¿Por qué no soñar con los octavos de final?
La enseñanza de Gustavo Alfaro
Si de esperanzas se trata, Alfaro conoce mucho. Porque de aquel joven que largó como un DT de Ascenso en Rafaela, pese a la resistencia paterna, llegó a este entrenador que va a Qatar. Y porque, lector y formado en la carrera de ingeniería, también lleva las ilusiones a su vida personal.
Una de las entrevistas más conmovedoras que dio Gustavo Alfaro fue recordando a su madre: entre lágrimas contó el momento en que, siendo aún un niño, le leía cuentos infantiles de finales felices para ilusionarse juntos con su sanación. La madre de Alfaro falleció un tiempo después, pero el DT atesora esos momentos de fantasía compartidos con ella.
«Tenía 9 años, mi mamá entró a la habitación, me desperté, le di un beso y se desmayó. La vinieron a buscar y la llevaron a un hospital y determinaron que tenía cáncer de mama», reconstruyó el ex técnico de Boca.
En la Primaria, Alfado leyó en los libros escolares una historia similar, en la que una nena escuchaba que su madre iba a morir cuando cayeran las últimas hojas de los árboles. «Era otoño y pensé que lo mismo le iba a pasar a ella. Hablaba el médico con mi papá y yo no escuchaba, pero sentía que le decía eso», continuó.
Ante esta situación, el pequeño Gustavo tomó una decisión tan inocente como conmovedora. «Busqué un ovillo de lana suyo y lo agarré. Mi hermana me encontró con él, me preguntó que hacía y le dije ‘quiero ir a atar las hojas de los árboles para tratar de que no se caigan y mamá no se muera'», expresó.
Por último, Alfaro concluyó: «Esa vez zafó, y después murió en un accidente. Esas son las cosas que las voy a llevar para toda mi vida. No se deben olvidar porque hacen a la esencia de cada uno de nosotros».
Ahora ya en tierras de Medio Oriente, plagadas de magia e historias sorprendentes, ¿cómo no se van a ilusionar Gustavo Alfaro y su entusiasta Ecuador con mezclarse entre los mejores del mundo?