Se fue de La Matanza a Costa Rica para ser músico pero se hizo famoso con sus choripanes: quién es el creador de “la choricleta”
Damo Naimad (40) empezó su nueva vida pasando música en bares y restaurantes, pero no ganaba lo suficiente. Entonces armó su puesto ambulante: en menos de un año se compró un auto y empezó a hacerse la casa.
Cuando dejó La Matanza y viajó hacia Costa Rica, Damo Naimad (40) tenía el sueño de triunfar en la música. Y aunque encontró el éxito, fue de la manera que menos lo esperaba: vendiendo choripanes en la ciudad de Tamarindo, una de las playas más paradisíacas de Guanacaste, la provincia ubicada al norte de aquel país caribeño.
“Llegué a Costa Rica a fines de 2021 con mi pareja y los hijos de ella, porque su papá vive acá”, contó. La idea original era ampliar sus horizontes como productor musical. Y como su suegro también es músico, lo ayudó con sus contactos para que diera sus primeros pasos como DJ. “Arranqué tocando electrónica en cócteles, bares y restaurantes”, recordó el oriundo de San Justo.
Pero no ganaba lo suficiente y, para colmo, a la inestable situación económica se le fueron sumando los problemas conyugales, hasta que finalmente se separó. “En ese momento practicar surf me salvó la vida, fue como mi terapia. Ahí conocí amigos y empecé a trabajar en una escuela de surf alquilando tablas. Me la pasaba casi todo el tiempo en la playa. Eso fue mi cable a tierra, y además me sirvió para empezar a conocer cómo era el ambiente de los vendedores ambulantes”, explicó.
El desafío de vender choripanes en Costa Rica
Y agregó: “Miraba cómo se movían los que venden comidas y bebidas, los que hacen masajes, los que ofrecen tours…Me interioricé sobre el control que ejerce el municipio sobre ellos, que prácticamente es nulo, así que me animé yo también. Solo tenía que buscar qué vender”.
Finalmente se animó a probar si haciendo choripanes, algo desconocido en ese lugar, lograba conquistar tanto el paladar de los costarricenses, como de los extranjeros que suelen visitar el país considerado como el más feliz de América Latina.
“La verdad es que los costarricenses no comen mucho pan. Ellos están acostumbrados a la tortilla de maíz. Comen más sano: mucho arroz, frijoles y aguacate. Pero el choripán gustó enseguida”, aseguró.
Desde ese momento usa para trabajar la misma bicicleta que antes utilizaba para hacer los 7 kilómetros que separan a su casa, ubicada en la selva del pueblo de Santa Rosa, de la playa Tamarindo. Sólo le agregó una parrilla sobre el manubrio, y así surgió “la choricleta”, que también cuenta con un mostrador y una sombrilla.
Su puesto ambulante es negro y amarillo porque “soy fanático de Almirante Brown”, y suele estar ubicado sobre la calle Central, que está paralela al mar y tiene aproximadamente 10 cuadras de extensión.
En la zona más top de Guanacaste, a la que muchos turistas amantes del surf llegan en busca de la ola perfecta, Damo convive a diario con una gran cantidad de tiendas, hoteles de lujo y restaurantes.
Damo Naimad y «el mejor chori» que sale de La Matanza
“Tengo el mejor chori con chimichurri o salsa criolla”, le ofrece a cada persona que se acerca a su puesto. Y hasta bromea con que tiene “choripan diet para las chicas”. Eso sí: tuvo que suavizar un poco la mezcla del chimichurri para hacerla más digerible.
Damo contó que copió “la fórmula cordobesa del chimichurri, que lleva un poquito de mostaza”. Y dijo que ahora sólo lo prepara con perejil y ajo: “No le estoy poniendo orégano porque el orégano acá es distinto. Tiene un sabor fuerte que invade un montón su gusto y queda medio extraño”. Además, confesó que “al servir el choripán le pongo un poco de lechuga para darle un toque especial y entregarlo un poco más colorido y elaborado”.
El “argentino de la choricleta”, tal como lo conocen en Costa Rica, también empezó a vender en el último tiempo hamburguesas y un sandwich de pollo asado que bautizó “phily chicken cheese”, que tiene cebolla caramelizada y queso cheddar. Aunque el éxito se lo debe a su sandwich “bien argento”.
Su vida, claro está, dio un giro inesperado: “Salgo de mi casa todos los días a las 7:30 de la mañana y vuelvo a las 19:30. Pero no es que estoy con la choricleta todo el día. Me tomo unos mates frente al mar, surfeo un rato y también me voy a caminar por la playa”, contó Damo Naimad.
En una buena jornada puede llegar a vender hasta 15 choripanes por día, y en una mala apenas 7. El valor aproximado de cada uno es de 6 dólares. “Soy el único que vende choripanes, y si todo sigue como hasta ahora mi objetivo es crecer y tener más choricletas en otros puntos de la ciudad”, señaló. Por eso, no casualmente, a su puesto lo llama “el número 1″.
Aunque aseguró que en un futuro le gustaría volver a su rol de productor musical, le agradece a su nuevo trabajo, gracias al cual en menos de un año pudo comprarse un auto y empezar a construir su propia casa. “A Argentina no vuelvo más, solo lo haría en plan de vacaciones o para visitar a mi familia y amigos”, concluyó.
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