Quién es el argentino que logró recuperar la camiseta que Diego Maradona usó en la final de México 86
Marcelo Ordás tiene en el barrio de Palermo la mayor colección de casacas de fútbol del planeta. Suma la usada por el Diez en la final de la Copa del Mundo. Se la donó el ex futbolista alemán, Lothar Mattäus, que la había cambiado tras el partido.
Marcelo Ordaz junto a las camisetas que tiene en su Museo Legends, que se inició con la de Claudio Paul Cannigia en 1990.
La camiseta que usó Diego Maradona en la final del Mundial de México de 1986 viene para Argentina de la mano del coleccionista Marcelo Ordás (50). Se la donó el ex futbolista alemán Lottar Mathäus, quien la había cambiado con el astro tras el histórico partido en que la Selección Argentina ganó por 3-2 y le permitió al equipo dirigido por Carlos Bilardo levantar el trofeo más preciado del planeta.
Este jueves se desarrolló un acto en la Embajada Argentina en Madrid, España, donde se presentó oficialmente la donación. «Esta reliquia tan importante va a tener un lugar perfecto en este museo. Diego Maradona no fue solo una leyenda muy grande del fútbol, creció una amistad entre nosotros. Era único, no cabe duda, en todo el mundo es reconocido como leyenda y por eso me llena de orgullo estar aquí hoy”, dijo Mathäus.
Esta reliquia futbolera pasará a integrar el Museo de Legends, ubicado en el barrio porteño de Palermo, donde Ordás expone allí todas las históricas camisetas que tiene en su colección. En ese sentido, el ex futbolista alemán agregó sobre la ausencia del Diez, quien falleció el 25 de noviembre de 2020: «Siempre fue un gran honor jugar contra Maradona porque, sencillamente, era el mejor; no solo como jugador, también como ser humano fue una persona muy importante para mí. Es una pena que no esté aquí hoy, pero Diego va a estar siempre presente en nuestros corazones y ahora también en el museo».
La historia del coleccionista Marcelo Ordás
La colección de camisetas de Marcelo Ordás se inició con una icónica: la que Claudio Paul Caniggia usó en los octavos de final del Mundial de Italia 1990 ante Brasil. Tras aquel pase de Maradona y su gambeta al arquero Taffarel, el Pájaro le dio el triunfo a Argentina pero no supo lo que causó en las tribunas. «Les grité de todo a los brasileños que nos estaban gastando y ahí nomás me descompensé», contó Marcelo Ordás, cuyo padre era secretario de Cultura de Independiente y conocía al entonces presidente de AFA, Julio Grondona.
Fue así como llegó a ser invitado para entrar al vestuario. «Cuando abrió esa puerta fue mucho más que Disney. Fue la mayor descripción de felicidad que tuve en mi vida», recordó. Y agregó que interactuó con todos los jugadores y que, cuando Cannigia se enteró que se había desmayado con su gol, le regaló su camiseta bañada en sudor. «Tomá, te la ganaste», le dijo.
Hincha fanático del Rojo, al regreso de aquella Copa del Mundo hizo una escala en Londres para visitar a unos amigos y se preguntó por qué no había allí un espacio para «cuidar los objetos de la mayor pasión que ha creado el hombre». Entonces entendió «que debía dejar algo al mundo para no pasar desapercibido» y por ende «tenía que ser algo que amase profundamente como el fútbol». Por ello, «el disparador fue la camiseta de Caniggia».
A las casacas las llama «armaduras» y hoy su Museo Legends tiene más de 5000 camisetas, con medallas, trofeos, pelotas y botines de alta gama. Mucho llega por donaciones, pero cuando algún futbolista o familiar pretendía entregar algo, pactaba algún acuerdo económico. «Lo tomamos como un trabajo profesional, todo fue estudiado y planificado, nada se dio por casualidad», reveló.
En esa línea, adoptó técnicas para preservar las camisetas como los humidificadores y el termosellado para evitar que estén en contacto con luz y aire y se desgasten con el paso del tiempo. Perfeccionó su museo y Grondona lo invitó a exponerlo en Berlín, durante el Mundial de 2006, donde conoció a presidentes de clubes como Real Madrid, Santos, Bayern Munich, Barcelona, River, Boca y a los responsables de las principales marcas de indumentaria y federaciones futbolísticas. Su muestra, allí, tomó mucha más relevancia.
Entre todas las reliquias, tiene camisetas de Johan Cruyff, el alemán Bastian Schweinsteiger y hasta de los brasileños Zico y Bebeto; además de la utilizada por la selección de Checoslovaquia subcampeona del Mundial de 1934 y la de Hungría finalista de 1938, que la obtuvo a través de la embajada húngara en Buenos Aires cuando le dieron una lista de los futbolistas de aquel equipo y pudo localizar al nieto de uno de ellos, que vivía en un pueblo recóndito de Budapest y todavía guardaba una camiseta.
«Entramos a una casa muy antigua toda revestida de madera en la que los pisos crujían. Su armadura era el objeto más preponderante de su living. Recién ahí encontramos la pieza, pero todavía nos quedaba convencer al nieto de que queríamos captarla… Fue un trabajo arduo», confesó Ordás, que hoy en día tiene contactos importantes en el fútbol de todo el mundo y puede acceder a importantes campeonatos.
La otra camiseta de Diego Maradona que no pudo conseguir
En mayo pasado, el coleccionista argentino había participado de la subasta que organizó el futbolista inglés Steve Hodge por la mítica camiseta que había usado Diego Maradona en el histórico triunfo de Argentina sobre Inglaterra en el Mundial de 1986, el día de la «Mano de Dios» y del mayor gol de la historia del fútbol, con el astro gambeteando rivales desde la mitad de la cancha.
Lo cierto es que, aunque ofertó 6 millones de dólares, unos 17 segundos antes de quedarse con la «armadura», un grupo económico de Emiratos Árabes le arrebató la ilusión al ofrecer US$ 8 millones y se la llevó.
«Pensé que la ganábamos porque detrás de mi hay mucha gente que acompañó esta cruzada. El sueño que nos movilizó estar acá en Londres. Tenemos que firmar papeles todavía. Era llevarla a casa el sueño, llevarla a Argentina. Triste por no poder llevarla a casa para compartirla con todos los argentinos. Del otro lado había gente de Medio Oriente con muchos más recursos económicos, no con más recursos históricos y pasionales como los nuestros. Faltaban 17 segundos y éramos la mejor oferta», dijo Ordás.
Y cerró diciendo que «era el sable de San Martín del Siglo XX» y que «esta armadura, esta reliquia era para ser llevada a casa y que todos los amantes del fútbol mundial la puedan apreciar. Y era la punta de lanza para que hubiera un acervo cultural de la selección argentina más importante de la historia. Pido disculpas, hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance».
