La dramática lucha del hijo de un ex jugador de Estudiantes que murió tras pasar un año internado por Covid-19
Fernando Barale era un vecino de Haedo que falleció el sábado después de una devastadora lucha contra la enfermedad, que se agravó por otras patologías de base. Su papá, Henry, fue campeón con el Pincha en los años 60
El último sábado, el club Estudiantes de La Plata hizo una publicación en sus redes sociales lamentando la muerte de Fernando Barale, el hijo de Henry Barale, el futbolista que fue figura del equipo campeón del Metropolitano y la Copa Libertadores de 1967.
Una caricia para una familia que atraviesa un momento de un dolor devastador. Fernando era un comerciante de Haedo, en el oeste del Conurbano, que manejaba una librería de la zona llamada «León Global». Si, no es casualidad: la primera palabra del nombre de su negocio lo puso en honor al Pincha, club del que era fanático por la herencia de su padre. La segunda palabra aludía a Huracán, del que era hincha su socio.
Ese local está cerrado desde agosto pasado. Fernando murió el último sábado después de casi un año de estar internado en una encarnizada batalla contra el Covid-19 y, aunque sus sobrinos habían reabierto su negocio, los golpes emocionales de ese terrible proceso hicieron que se bajara definitivamente la persiana.
Cuando contrajo el virus, el 29 de octubre de 2021, la diabetes que ya padecía el vecino de Haedo provocó que rápidamente su cuadro se agravara y entrara en una neumonía bilateral. Entre el 4 y el 23 de noviembre quedó en coma inducido y, aunque después lo despertaron, debieron volver a dormirlo para hacerle una traqueotomía debido a sus dificultades para respirar.
La dura pelea que dio el hijo del glorioso futbolista de Estudiantes
La pesadilla comenzó cuando los médicos de la Clínica Modelo de Morón donde estaba internado, detectaron, durante ese proceso, que el Covid-19 había despertado una enfermedad autoinmune llamada Mielitis Transversa (inflamación de la mielina de la médula espinal) que le paralizó todo el cuerpo desde los pectorales hacia abajo, más allá de que había logrado despertar y se encontraba lúcido.
Para enero de este año, a Fernando lo trasladaron al sanatorio Güemes de la Ciudad de Buenos Aires y, un mes después, al centro de rehabilitación ALPI. Pero su deterioro comenzó a agravarse seriamente debido a que, por todo el tiempo que estuvo inmóvil y su diabetes, tenía escaras en los talones y en la zona lumbar.
Tan complicado estaba con esa situación que no hubo forma de evitar que los profesionales de ese establecimiento de la Ciudad de Buenos Aires tuvieran que amputarle los dos pies y luego, por la gravedad de la situación, ambas piernas hasta las rodillas. Alejandra, la hermana de Fernando, contó que él autorizó cada una de esas decisiones y recuerda cómo todo aquel proceso había modificado su apariencia pero nunca su espíritu ni sus ganas de vivir.
«Estaba desnutrido, traqueotomizado, con pañales. Mi hermano fue un valiente. Yo tengo casi un doctorado en Educación Superior, casi 25 años dedicados a la enseñanza y jamás nadie me enseñó tanto como él. ¿Sabés lo que es tener una sonrisa en medio del dolor y de todo lo que me pasó?», le dijo a Primer Plano. Y agregó: «Tan valiente fue que el domingo anterior a morir una médica nos dijo que la infección no la pudieron frenar nunca. Se nos puso a llorar y nosotros la tuvimos que consolar».
Padre de Pablo, un adolescente de 15 años que también es inmunosuprimido y fue trasplantado años atrás de un riñón, el comerciante de Haedo le dijo a su hermana en el final de su batalla: «Ya no doy más Ale, me duele todo el cuerpo». Y ella recordó: «Yo lo respeté, no podía seguir dando pelea. Hicimos todo como familia. Él principalmente, que puso el cuerpo. Por eso quiero destacar la valentía de las decisiones que tomó para poder ser libre de la enfermedad». Este domingo 18 de septiembre a las 20 lo homenajearán con una misa en la Parroquia Sagrada Familia de Haedo, en Estrada 226.