La odisea del vecino de Lomas de Zamora que encontró en Quilmes el Torino que era de su padre y el nuevo dueño lo sorprendió
Mauro Pisano estuvo décadas soñando con encontrar el ZX modelo 71 de su papá Antonio. Lo logró en 2019, pero desde entonces todos sus intentos chocan contra una dura realidad: «No voy a bajar los brazos», afirma.
Mauro Pisano, vecino de Lomas de Zamora, tiene una obsesión que se transformó en una odisea. Tras 20 años buscándolo, encontró el Torino original modelo 71 que fue de su padre Antonio, quien lo vendió en los años ’80. Pero un obstáculo insalvable le impide hacer suyo ese auto que hoy está abandonado y juntando mugre: su actual dueño no se lo quiere vender.
Pisano, de 45 años, lo buscó durante varios años junto a sus hermanos, Javier -quien falleció- y Fernando, y al no encontrarlo compraron un Torino ZX igual al de su papá. Desde 2001, Mauro se transformó en único dueño y realizó en el vehículo una restauración alucinante. Pero eso no le alcanza.
Los recuerdos de Pisano abordo de ese primer Torino familiar en viajes con don Antonio se multiplican. Se subió por primera vez a los seis años y eso persiste en su memoria. La muerte de su padre, en 1985, empezó a despertar en Mauro la locura por recuperar el vehículo. Sin embargo, el paso de los años lo fue desanimando.
Mauro Pisano y la lucha por el Torino de su padre
Un día de 2019 estaba en la casa de su madre en Lomas de Zamora revisando papeles y la llama volvió a encenderse: «Encontré entre las cosas que eran de mi viejo un acta de choque redactada a mano del año 1977, que decía la patente, como en las chapas viejas, que tenían la C de Capital y un número, y con ese dato me puse en contacto con un gestor que trabajaba dentro del Registro Provincial para ver si se podía localizar el auto», explica.
Ansioso, se contactó con un gestor conocido para ver si podía dar con los datos del nuevo dueño. La respuesta lo tiró abajo: era casi una tarea imposible.
Sin embargo, al mes recibió un llamado del gestor y la esperanza renació. «Me dijo que el auto tenía una patente nueva, que figuraba como dueño una persona que lo compró en 1997, me dio una dirección y me dijo que rezara para que el tipo lo siguiera teniendo», comenta. La ansiedad fue tal que en el horario de almuerzo de su trabajo le contó a sus compañeros, y se pusieron frente a la computadora para ver qué mostraba Google Maps al buscar la dirección.
Tras identificar la casa en un barrio de Quilmes se sorprendió, porque en las imágenes se veía estacionado al Torino de sus sueños en el garaje. Estaba arrumbado por completo. Fue hasta allá, tocó timbre y al salir el nuevo dueño le contó su historia y su locura. La respuesta lo demolió: el Torino no estaba a la venta.
«Fui hasta cinco veces por año a pedirle por favor que me lo venda, incluso le mostré los papeles para que comprobara que era de mi viejo, pero no me lo vendió«, le contó a Infobae.
«Incluso le ofrecí comprarle para él otro Torino, porque pensé que capaz no se quería desprender y quería otro, pero no, me dijo que él ni siquiera maneja, que el auto se lo compró a su papá, que ya falleció, y que por eso no lo quiere vender», revela Pisano, quien agrega que el dueño actual es una persona mayor, «difícil de encarar» y al que hay que respetar.
«Me contó que se lo fueron a comprar varias veces, pero que lo querían para desarmarlo, y no quiere que termine todo desarmado; traté de explicarle que yo jamás lo vendería en partes, si justamente lo que a mí me importa es que el auto está todo armado, no tiene faltantes, está tal como lo tenía mi viejo, y si bien está arrumbado desde 1999, sin las llantas, y hay que hacerle un montón de trabajo, yo lo volvería hacer, así como hice a los 17 con mi Torino actual. Pero hasta ahora no hay caso, se niega», cuenta.
Pisano sigue relatando detalles de su odisea: «Le mostré cuando mi papá lo sacó de fábrica, donde figura el nombre de mi padre, Antonio, como primer dueño, y el año que lo vendió en un histórico de dominio, dos meses antes que él falleciera, porque se enfermó de cáncer y para no dejarle pendiente el trámite a mi mamá, se ocupó de venderlo estando en sus últimas. Todo eso hasta ahora no sirvió de nada».
Mauro espera que con la repercusión de su historia, el hombre recapacite. Nunca le contó que su padre era albañil ni que se murió cuando él era una criatura de cinco años para no sensibilizarlo. Y tiene una sospecha que lo desmoraliza: el actual dueño no se lo quiere vender porque el Torino, a sus vez, también le recuerda a su papá.
«Hace casi un año que no voy. La última vez me dijo: ‘Tranquilo que cuando yo me decida a venderlo, te voy a llamar a vos’, peroo nunca pasó. Lastimosamente sé que no me lo quiere vender porque le recuerda a su papá, exactamente igual que a mí», dice con pena.
Mientras tanto, se refugia en el que reacondicionó hace 26 años, que si bien no evoca los momentos de su infancia que no quiere olvidar, también resume gran parte de su vida. Eso sí, no está dispuesto a bajar los brazos: «No me voy a dar por vencido, porque era realmente una aguja en un pajar, y ahora lo encontré».
Hacé tu comentario