La conmovedora historia de una familia de Moreno: sin dinero para veranear, se fue en bicicleta hasta Mar del Plata
Una pareja y sus cinco hijos se propusieron pedalear para cumplir el sueño de veranear en el mar. Pasaron por Tandil y Balcarce antes de llegar a La Feliz. Las anécdotas que recogieron en los 860 kilómetros de recorrido.
Oriundos de Moreno, la familia Ibarra tenía un sueño y no permitió que la apremiante situación económica lo derrumbara. Querían recorrer la Costa Atlántica y concretar unas vacaciones familiares todos juntos. Así que pusieron manos a la obra, arreglaron sus bicicletas y salieron a pedalear. Seis días llevó el viaje de ida hasta que finalmente llegaron a Mar del Plata a disfrutar de las playas. Mientras tanto, en el camino recibieron el cariño y la bienvenida de los lugareños que, conmovidos por la historia, los acogieron en sus hogares.
La familia está compuesta por Hernán Ibarra, su esposa Leidi y sus hijos Ruth, Karen, David, Aaron y el más pequeño, Abraham. Todos ellos, de entre 5 a 16 años de edad, se entusiasmaron con la propuesta de sus padres y no dudaron en poner a punto sus bicicletas para dar comienzo al ansiado viaje.
Así fue como a comienzos del mes pasado, la familia agarró sus siete bicicletas y las arregló para dejarlas listas para salir a la ruta. Cada uno cargó sus bolsos y así todos partieron desde Moreno, barrio en el que viven, dispuestos a cumplir un sueño que -de ser por el panorama económico- se habría visto trunco. Así, pudieron llegar y pasear por Balcarce, Tandil y finalmente Mar del Plata.
Hernán, el padre de la familia, habló sobre la idea de concretar un proyecto juntos como familia y contó: “Había una promesa a cumplir que era por el desempeño escolar. Incluso una de mis hijas no pudo hacer su viaje de egresados y decidimos hacerlo como familia a los lugares que ella quería”.
Según lo que contó la familia Ibarra, pedalearon en total 860 kilómetros entre el viaje de ida y el de vuelta. Cada uno llevó seis días, donde atravesaron rutas y caminos rurales. Dos veces al día los padres daban la orden de detenerse para descansar un poco y para almorzar. Durante el camino frenaron sus rodados en las estaciones de servicio que encontraban y se alimentaron allí con la comida que habían llevado. “Cuando uno va pedaleando lo único que quiere es llegar y tomar agua para hidratarse”, agregó Hernán.
La bienvenida que los lugareños les dieron a los viajeros de Moreno
A medida que la familia Ibarra entraban a un nuevo pueblo, la historia iba conmoviendo a los locales y nadie podía mantenerse al margen. Los vecinos comenzaban a acercarse para brindarles su reconocimiento y cariño en forma de alimentos. “La gente que encontramos en el camino nos hizo todo mucho mas fácil”, recuerda el padre de la familia.
Por ejemplo, los Ibarra mencionaron con cariño a Celia, una anciana que vivía en Miranda, un pueblo rural del partido de Rauch, en la Provincia de Buenos Aires, quien les dio cobijo en su casa. “Nosotros conocimos a la abuela Celia en un pueblo llamado Miranda. Ella nos hospedó en su casa, nos dio de comer unos fideos con salsa de cordero maravilloso, le agradecimos mucho”, dijo Hernán.
Otro episodio que mencionó el padre fue en Tandil, donde conocieron a una familia que los llevó de paseo. “Una familia nos recibió y nos regaló cuchillos, además de hacernos conocer la ciudad. En la mayoría de los lugares fue así, incluso en algunos campings nos dejaron alojarnos gratis”, añadió.
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Algo similar sucedió durante el trayecto. Mientras pedaleaban por la ruta, los Ibarra se cruzaron a distintos ciclistas y todos les brindaron un mensaje de aliento para continuar con el viaje que, a veces, se tornaba pesado especialmente para el niño menor, Abraham, quien un día estaba muy cansado y planteó que quería volver. No fue fácil, pero su padre lo consoló con un regalito que compraron en cuanto llegaron a Lobos.
Para concluir, la familia de Moreno ya planea su próxima aventura: quieren ir a Ciudad del Este, Paraguay, donde Hernán vivió dos años y donde Leidi tiene a sus familiares.