Declarado venerable por el Papa: para Enrique Shaw, Berazategui fue su lugar en el mundo

La religión católica habla de valores como la caridad, el amor, la bondad y la compasión. Hubo un empresario en la década del 50 en Argentina que llevó esos preceptos como bandera, sobre todo en su actividad diaria de su fábrica. Y es por eso que, ahora, la Iglesia y el Papa Francisco lo declararon «venerable»: se trata de Enrique Shaw, director de una empresa de vidrios en Berazategui. A casi 60 años de su fallecimiento, en 1962, la Santa Sede inició un proceso de beatificación.

El Papa Francisco puso la firma para reconocer como «venerable» a Enrique Ernesto Shaw, con un decreto papal que lo declara como tal y lo impulsa en su recorrido hasta llegar a Santo. El próximo paso para el empresario, que hizo de Berazategui su lugar en el mundo, sería convertirse en beato: para eso, debe demostrarse algún milagro ocasionado por su persona después del fallecimiento. «Es una alegre noticia para la Iglesia y para nuestra Diócesis, especialmente para el pueblo de Berazategui, donde está la empresa en la que desarrolló su vida de empresario honesto y generoso», remarcó la Diócesis de Quilmes en un comunicado emitido por sus obispos.

¿Quién fue Enrique Shaw?

Shaw nació en Francia en 1921, en medio de un viaje de negocios de sus padres. Criado por sus tías en Argentina, decidieron inculcarle una educación con fuerte raíz cristiana desde su infancia. Recibido como marino, Ernesto se casó en la década del 40 con Cecilia Bunge, hija de una de las familias más aristocráticas del país. Fue a través de un tío de su esposa que llegó a la fábrica Cristalerías Rigolleau, una empresa de Berazategui que todavía produce y comercializa vidrios en la calle Lisandro de la Torre.

Afianzado en Berazategui, Enrique Shaw supo tener a cargo a más de 3.500 empleados, y debido a su fe católica decidió fundar la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), donde agrupó a apellidos importantes del país como Pérez Companc y Torquinst. Además, fue uno de los promotores de la Universidad Católica Argentina (UCA), entidad educativa que hoy es referencia en Argentina.

Como presidente de Rigolleau forjó una gran relación con sus empleados, con un trato familiar e interiorizado en las vidas de cada uno de ellos. Producto de su enfermedad -un cáncer que terminó provocando su fallecimiento a los 41 años-, en un momento se solicitaron 20 dadores de sangre para ayudarlo: se presentaron 260 operarios de la fábrica. «Ahora soy feliz porque corre en mis venas sangre obrera», es la frase que se le adjudica a Shaw luego de la transfusión recibida.

Austero, su auto era una estanciera y nunca usó chofer. Shaw, además de su obra como empresario, también dejó material escrito sobre su experiencia y sobre la fe cristiana que profesó hasta el último día de su vida. Sus libros fueron: «Peldaños en el amor a Dios» (1944); «La Misión de los Dirigentes de Empresas» (1958); «Eucaristía y vida empresaria» (1959); «La Empresa: su naturaleza – sus objetivos y el desarrollo económico» (1961); «Ética del marketing y su proyección social (1962)»; y «Dominad la Tierra» (1962).

La oración para pedirle al venerable Enrique Shaw

Con aprobación eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires, estas son las frases que deben usarse para solicitar la intervención divina de Enrique Shaw, ahora en su rol de venerable:

«Oh Dios, tu siervo Enrique nos dio un alegre ejemplo de vida cristiana a través de su quehacer cotidiano en la familia, el trabajo, la empresa y la sociedad. Ayúdame a seguir sus pasos con una profunda vida de unión contigo y de apostolado cristiano. Dígnate glorificarlo y concédeme por su intercesión el favor que te pido… Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.»