La vida de película de Emiliana Folch, la graduada de 75 años en la Universidad de San Martín que sufrió las secuelas del nazismo
En la UNSAM la llaman la Abuela de Psicopedagogía. Nació en Francia, vivió el hambre de la posguerra y vino para Argentina. Formó una familia, se dedicó a la docencia y nunca dejó de estudiar.
Parece de película, pero es real: Emiliana Folch, apodada cariñosamente la Abuela de Psicopedagogía, consiguió su licenciatura a los 75 años en la Universidad de San Martín (UNSAM) y conmovió a todos con su discurso al recibir el título. Francesa de nacimiento, llegó a Argentina escapando de la posguerra y acá dedicó su vida a la docencia.
“O me quedaba en mi casa mirando las novelas y me convertía en la señora del barrio que pasea a los perros, o seguía trabajando. Quedarme en casa no era un plan de vida acorde a mi historia. Envejecer no es una tragedia. Es lo normal de la vida, pero igual hay que seguir creciendo en habilidades, en relaciones y en participación”, sentenció.
Quién es Emiliana Folch, la abuela de Psicopedagogía
Antes de ser Emiliana, como la conocen en Argentina, la mujer se llamaba Emilienne François Floch. Nació en Francia en 1948 en el remoto pueblo de Lourdes, situado en la zona montañosa de los Altos Pirineos. Vivió la hambruna y la devastación que dejó la posguerra en Europa junto a sus padres, de quienes heredó un espíritu de lucha.
Emiliana cuenta que su padre fue prisionero en un campo de exterminio nazi durante la ocupación alemana en Francia donde lo hacían trabajar como chapista, hasta que logró escaparse. La jubilada relata con orgullo cómo su padre fue un “héroe anónimo” que “tuvo el espíritu solidario de ayudar a la gente aún en ese horror”.
“Se escapó varias veces, pero sobrevivió. Sobre todo, porque mi mamá siendo francesa y estando en la parte libre, vendió todas sus cosas y, cuando lo veía, le daba el dinero que tenía. Ese dinero era recibido por los campesinos que vivían alrededor de los campos de concentración para que cuidaran a los niños que lograban sacar de ese infierno. Vio las máquinas trituradoras y las cámaras de gas”, narra Emiliana en una entrevista publicada por la propia Universidad de San Martín.
La posguerra fue ya sin el nazismo, en libertad, pero en medio de enormes penurias. De chiquita, Emiliana se metía en los bosques para encontrar combustible que les permitiera abastecer la salamandra hogareña y subsistir al frío. La llegada de la familia Folch a la Argentina se dio gracias a un compañero de trabajo del padre de Emiliana, quien vivía aquí y le enviaba cartas a su colega contándole que “había más comida que personas”.
“Nosotros no lo podíamos creer, teniendo en cuenta la hambruna que había en ese momento en Europa. En Argentina fuimos muy bien recibidos. El primer año vivimos en Olivos. Después fuimos a Villa Ballester, que era todo campo. Significó una gran integración social venir a este barrio, que era de trabajadores de casas bajas”, recuerda.
La madre consiguió trabajo en casas particulares por medio del consulado francés y el padre trabajaba como chapista en un taller, mientras que la entonces pequeña Emiliana comenzaba la escuela en el colegio Comercial de Villa Ballester, donde compañeros y profesores la ayudaron a aprender el idioma.
Su carrera en la Universidad de San Martín
En su juventud, tras terminar los estudios terciarios, Emiliana comenzó su larga trayectoria docente y dio clases como profesora de inglés y de francés en numerosas escuelas secundarias. Sin embargo, una vez jubilada, no quiso dejar de aprender y tomó la decisión de comenzar la Licenciatura en Psicopedagogía en la Universidad de San Martín.
Durante la cursada, la jubilada se adaptó rápido al ambiente universitario y conoció a sus compañeros, quienes cariñosamente la apodaron “la abuela de Psicopedagogía”. Hoy, a sus 75 años, Emiliana recibió su título con la presencia de su hijo y su nieto, y emocionó a todos con su discurso durante la ceremonia en la Universidad de San Martín.
“La educación en Francia es restrictiva y selectiva. Los hijos de obreros que venimos de hogares humildes tenemos el derecho de la escuela profesional. En un pueblo escondido en las cimas de las montañas era imposible acceder a un liceo. Si no hubiera venido a la Argentina, no hubiera podido ir a la universidad”, detalló.
Hoy, Emiliana es Licenciada e integra el Programa Psicopedagógico mientras trabaja como voluntaria en la Biblioteca Popular, donde asiste en tareas de alfabetización para personas ciegas. Lejos de abandonar los estudios, “la abuela de Psicopedagogía” está a punto de comenzar a cursar la Diplomatura en Intervención Educativa en la Diversidad de la Universidad de San Martín.
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