La historia del periodista que fue DT, quiso revolucionar el fútbol y apenas duró tres partidos
Fue el padre de una figura de los medios más transgresoras de los últimos tiempos. Su hijo tuvo a quien salir: se animó a dirigir nada menos que a Huracán, en una experiencia que terminó muy pronto.

Pepe Peña, el periodista que llevó la osadía al límite de animarse a dirigir un equipo de fútbol profesional: nada menos que Huracán.
El Día del Periodista puede ser contexto de una historia muy diferente. Suele haber personas a las que se conoce como “el hijo de”, pese a que acumulan méritos para ser valorados por sus propios logros. También existe “el papá de”, con las mismas salvedades.
A José Gabriel González Peña se lo identificó a comienzos de este siglo como “el padre de Fernando Peña”, actor, conductor y generador de múltiples personajes, pese a que Pepe Peña -como se lo conocía en el ambiente de los medios- supo tener repercusión popular incluso antes de que naciera el irreverente y transgresor Fernando.
Pepe Peña, un periodista ácido
José Gabriel Peña construyó una sólida posición económica durante la década del 50 en actividades vinculadas a las finanzas, mucho menos difundidas entonces que en la actualidad. Hombre de amplia cultura, largas noches, vocación futbolística (fue arquero en las divisiones inferiores de All Boys) y espíritu inquieto, el Peña grande quiso incursionar en el periodismo deportivo. Consideraba que los cronistas eran timoratos, de opiniones livianas, sin compromiso por la búsqueda de la verdad.

Junto a Adolfo Pedernera (integrante de la famosa Máquina de River de los años 40, apodado el Maestro por su claridad táctica y su capacidad discursiva) y a Dante Panzeri, amigo suyo y director de la revista El Gráfico, llevaron adelante por Radio Belgrano un programa de altísimo impacto: se llamaba Las 3 P. Solían ser muy críticos de los entrenadores que no arriesgaban y de los jugadores que ellos consideraban sin nivel para la Primera División del fútbol argentino.
Pepe, entre otras, patentó la frase “tiene un balde en la cabeza”. La usaba para descalificar, por ejemplo, a Osvaldo Nardiello, un wing de Newell’s, Boca, Estudiantes y Chacarita muy veloz al que apodaban Motoneta.
Día del Periodista: Pepe Peña, un director técnico fugaz
Los desafíos y las aventuras eran el motor de Pepe. A fines de 1960, en pleno apogeo de su estrella periodística, Peña aceptó la propuesta de Luis Seijo -patriarca de una familia de Huracán– para dirigir al equipo de Parque de los Patricios. Con el propósito de entusiasmarlo, Seijo le anticipó que ya estaban avanzadas las gestiones para contratar a Norberto Menéndez, crack surgido de River que más tarde sería el socio ideal de Ángel Clemente Rojas en Boca.
Pepe Peña aceptó el reto y durante la pretemporada se encargó de aumentar la expectativa de los hinchas quemeros. El novel DT diseñó prácticas especiales, con sillas dentro de la cancha para simular rivales, sogas para enseñarles a los arqueros cómo achicar los ángulos y charlas motivacionales. Además, no se privó de conceder entrevistas a sus ex colegas y pronosticar poco menos que una revolución futbolera.
El estreno suponía planteaba una exigencia mayúscula: San Lorenzo de Almagro como visitante en el Nuevo Gasómetro. El Ciclón tuvo una tarde inspirada aquel 16 de abril de 1961 y ganó 5-2. José Francisco Sanfilippo, a quien Peña acusaba de quedarse a pescar con la caña en el área contraria, metió un doblete. Héctor Facundo (dos) y Miguel Ruiz completaron la paliza, maquillada por los tantos de Menéndez y José Diz.

Una semana después, el Globo de Pepe mostró, al menos, señales de recuperación anímica. Empató 2-2 como local ante Vélez Sarsfield. Nuevamente Menéndez y Eduardo Domínguez marcaron para los de Parque Patricios. Sin embargo, a la fecha siguiente, un sólido Atlanta lo superó 4-2 en Villa Crespo. Volvieron a ser insuficientes las apariciones goleadoras de Menéndez y Domínguez.
Para Pepe Peña fue demasiado. Presentó la renuncia y dio por acabada así, de manera intempestiva, su corta experiencia al mando de un team profesional. No se quedó callado, por supuesto, y responsabilizó de sus fracaso a los jugadores, que evidentemente, con alguna excepción, no tenían la jerarquía necesaria para transformar a Huracán en un candidato a pelear por los primeros puestos. El campeón fue Racing con 47 puntos, 22 más que un Quemero muy discreto pese a las ínfulas con las cuales había empezado el torneo.
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