Cien años del nacimiento de José María Gatica, la leyenda del boxeo que fue un precursor de la grieta
No necesitó ser campeón mundial para tener una popularidad. Su gran relación con Juan Domingo Perón lo encumbró pero le generó infinidad de detractores. Murió en Avellaneda, en la miseria.

José María Gatica, el ídolo popular cercano al peronismo que murió en la miseria.
José María Gatica fue un mito para la historia argentina. Por sus puños primero, convirtiéndose en uno de los boxeadores más taquilleros del país, llenando el Luna Park en cada presentación, pero también por su ideología. Ferviente admirador de Juan Domingo Perón, con quien llegó a entablar una amistad, ganó igual cantidad de fanáticos y detractores por eso. El origen de una grieta que sigue hasta nuestros días…
El surgimiento de un campeón
Gatica nació hace exactamente un siglo: el 25 de mayo de 1925, fecha patria, en la ciudad de Villa Mercedes, provincia de San Luis. José María tuvo una cruda infancia. Su familia se mudó a Buenos Aires y desde los siete años tuvo que ayudar lustrando zapatos en los andenes de la Estación Constitución. Dicen que fue justamente en esos lugares, peleándose contra muchachos más grandes que él, donde comenzó su carrera en el boxeo: un comerciante de la zona lo vio y le recomendó que se instruyera en el deporte…

Empezó su carrera profesional en 1945, con 20 años, y rápidamente ganó notoriedad por sus condiciones y su habilidad para noquear. Atractivo sobre el ring, fue sumando peleas y también generando divisiones: mientras las populares coreaban su nombre, las plateas solían abuchearlo por sus actitudes a veces provocativas y desafiantes…
José María Gatica y su amistad con el general Perón
La del 40 fue una década de convulsiones en Argentina, con la irrupción del peronismo y una irreparable fractura en la sociedad que aún perdura. Es por eso que Juan Domingo Perón, adepto al boxeo y seguidor de los deportes más convocantes, se interesó por José María Gatica, el boxeador de origen humilde que conquistaba la escena nacional.
Así, en 1951, el Mono Gatica tuvo su primer viaje al exterior con apoyo gubernamental: fue a Estados Unidos para pelear en el mítico Madison Square Garden con el vigente campeón de los pesos ligeros, Ike Williams. En un combate donde no estuvo en juego su título, el estadounidense noqueó al argentino. Gatica también tuvo otra pelea frente a Terence Young, a quien sí pudo derrotar.
La amistad entre Gatica y Perón se inmortalizó en una frase histórica: “General, dos potencias se saludan”, le dijo el Mono tras una pelea, con su característico desparpajo. Su cercanía al peronismo le trajo problemas cuando la denominada Revolución Libertadora destituyó a Perón en septiembre de 1955: en un clima de persecución, el gobierno le retiró su licencia de boxeador y lo obligó a pelear por fuera del circuito. Aun así, mucho público le seguía siendo incondicional.
El ocaso del Monito
Gatica, lamentablemente, se apagó demasiado pronto. Debido a la prohibición para actuar de manera profesional, cayó de nuevo en los márgenes de la pobreza. Había dilapidado sus ingresos en noches largas y junto a amistades ocasionales. Hasta llegó a vivir en una villa miseria.
Alfredo Prada, un boxeador con el que tuvo una intensa rivalidad y protagonizó seis enfrentamientos de altísima tensión, lo ayudó en ese trance. Organizó exhibiciones y hasta le dio empleo en una cantina de su propiedad, pero el Mono era incontrolable.

Lo más triste fue su final: con apenas 38 años, el 10 de noviembre de 1963, fue arrollado por un colectivo en Avellaneda, cuando regresaba de la cancha de Independiente, adonde había ido como vendedor ambulante. Batalló en el hospital Rawson durante dos días, pero no logró sobrevivir.
Su cortejo fúnebre, a pesar de la desgracia de los últimos años, fue conmovedor y multitudinario, con mucha gente rindiéndole homenaje a un héroe de culto. El velorio fue en la Federación Argentina de Box, con todos los honores de un campeón mundial. Inmortalizado en una película de Leandro Favio, “Gatica, el Mono”, el humilde boxeador vive en el recuerdo de un país donde abundan los talentos deportivos y las pasiones políticas.
Hacé tu comentario