Un famoso bodegón de Escobar irá por el récord Guinness del sánguche de milanesa más largo del mundo
En el restaurante «Lo de Lucas» prepararán un sánguche gigante para donar a comedores del distrito. Actualmente, el más largo mide 21 metros y se hizo en una ciudad de la Costa Atlántica.
Ubicado en la esquina de 25 de Mayo y Sarmiento, pleno centro de Escobar, en «Lo de Lucas» todo es pantagruélico gracias a sus ya famosas porciones extra large. Y eso llevó a Lucas Deonato, su dueño a querer batir el récord Guinness al sánguche de milanesa más grande del mundo.
Es que en el mítico bodegón escobarense todo es así, a lo bestia, desde preparar 150 kilos de milanesas por día o tortas de 14 kilos. Por eso se tiraron de lleno a la pileta en busca de esa plus marca mundial.
Hasta el momento, ese récord lo tiene el «Bar de Milanesas» de Mar de las Pampas, en la Costa Atlántica. Con una medida de 20,90 metros y con más de 120 kilos de carne. Pero este martes 8 de octubre al mediodía, Lucas y su equipo de cocina armará uno que tendrá 25 metros.
La movida además tiene un fin solidario. Contaron desde el comercio que por la producción del sánguche el local estará cerrado al público durante toda la jornada de hoy y que luego de buscar romper el ansiado récord, el sanguchazo será destinado a comedores de la zona, con el que estiman podrán deleitarse un centenar de pibes.
Precisamente por sus milanesas descomunales para 10 comensales y sus tortillas de más de dos kilos, en la tercera edición de los Premios Cucinare realizada en diciembre pasado «Lo de Lucas» fue elegido como el mejor bodegón del Área Metropolitana de Buenos Aires.
La historia de Lo de Lucas de Escobar, el mejor bodegón del GBA
Detrás de la fachada de «Lo de Lucas» hay una historia que merece ser contada: Tiene a Lucas Deonato (49) cómo el pilar fundamental. Hijo de «Chiquín» y Sara, los históricos dueños de otro clásico, el Bar América, Lucas fue moldeando su espíritu gastronómico desde la más tierna edad. Tiene tres hijos: fue papá a los 19 años y abuelo a los 40. y es un apasionado de las milanesas XL.
«Acá hacemos el sánguche de milanesa más grande de Buenos Aires», dice Lucas. Y hay que darle crédito a esa elección: basta ver todos los días la cola de 50, 60 o 70 metros que se arma cada día en la vereda del local.
«En 1989, a los 12, 13 años, empecé a estar en la cocina del Bar América. Entré con horarios como un empleado común y corriente, así estuve 20 años», rompe el fuego Deonato contando sus inicios en un tradicional local que estaba sobre la calle Rivadavia, a media cuadra de la estación terminal de Belén de Escobar.
«En 2005. Mi viejo no quería trabajar más y nos sentamos a ver qué hacer. No nos estábamos llevando bien después de trabajar juntos tanto tiempo. Tenía 31 años y seguí solo hasta 2013, cuando el lugar se vendió a la gente de la feria. Hacían ofertas siempre hasta que mi viejo aceptó. Me preguntó y estuve de acuerdo, ya estaba cansado también. Estuve cuatro años sin trabajar«, contó Lucas tiempo atrás a Día 32.
Deambuló un poco, sin horizonte claro, hasta que en 2016 hizo el click. «Empecé con pizzas y empanadas. El primer año esto estaba fundido, no le vendías una pizza a nadie. Empezó a mejorar, abrí al mediodía y me enchufé de nuevo. Natalia, mi mujer, me daba una mano, porque el negocio crecía.
Renunció al Municipio de Escobar, después de 16 años. Es una apasionada de la cocina, así incorporé más comidas», contó. De hecho, en su Instagram, el local se presenta como «Lo de Lucas Bodegón by Natalia Estanguet».
Amante del whisky, el vino y con el pulpo a la gallega como su comida preferida, Lucas no duda en hacer su recomendación sobre qué pedir en su restaurante: «Milanesas, son fantásticas. Tenemos diez variedades. Tienen un tamaño descomunal y le ponemos mercadería de primera», dice.
Pero vale aclarar que Lo de Lucas no son solo milanesas. Pastas caseras, tortas, parrilla comida de olla en invierno, tortillas gigantes y jugosas… La cocina del lugar domina todos los ítems de «la minuta perfecta». Así que hay para todos los gustos.
Lucas es un laburante nato, tanto que se pasa, en promedio, 10 horas por día en el local. Y no tiene dudas sobre qué haría si alguna vez la suerte toca su puerta y se gana un millón de dólares: «Me subiría a un avión. Cierro un mes y les doy vacaciones a mis empleados. Pero cuando vuelva sigo con lo mío otra vez».
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