De ídolo de Temperley a vivir en una zona exclusiva de Los Ángeles y darle clases de fútbol al hijo de Marlon Brando: “Esto es hermoso”
Alejo Escos fue figura en la campaña del Gasolero de 1974, cuando ascendió a Primera División. El presente lo encuentra en una escuela rodeada de montañas, y a la que le puso el nombre del club al que no olvida.
Fue ídolo de Temperley, un club al que no olvida y al que sigue siempre por televisión. Pero su presente lo encuentra muy lejos de la zona sur del Conurbano: hoy en día, Alejo Escos vive en una zona exclusiva de Los Ángeles, donde se dedica a dar clases de fútbol, con alumnos de todas las edades y entre los cuales tuvo al hijo del actor Marlon Brando.
Su cambio de vida, claro está, fue rotundo. Y tiene varias particularidades. Por ejemplo, el lugar donde enseña: “Está todo rodeado de montañas, y a la mañana es normal cruzarme con todo tipo de animales. Hasta llegué a ver tigres. Pero no es peligroso: bajan y, cuando te ven, vuelven a subir a la montaña”.
El predio se llama Glendale Sports Complex (“es realmente hermoso”, dijo) y a la escuela le puso Temperley de nombre, además de adoptar los colores del Gasolero, el club donde fue figura en 1974, cuando salió campeón y logró el ascenso a Primera División.
Unas clases de fútbol que disfruta y le rinden
Luego de ese hito inolvidable para él, la vida lo llevó a Ecuador y Colombia, hasta que finalmente llegó a Estados Unidos, el último país en el que jugó como profesional y donde decidió quedarse para siempre. “Extraño muchas cosas de Argentina, y Temperley es una de ellas. Pasé más de diez años en ese lugar. Pero la verdad es que aquí estoy excelente. Se vive muy bien”, contó.
Y agregó: “Es un lugar hermoso, con buen clima todo el año. Nunca hace frío. Los que tenemos el lujo de vivir acá no nos podemos quejar de nada. No importa quién gane las elecciones, aquí siempre se va a estar bien de cualquier manera”.
En su escuela, explicó Escos, “enseño a personas de todas las edades, desde los tres años hasta los 60″. Y disfruta mucho lo que hace, porque la mayoría de sus alumnos son chicos, “y trabajar con ellos es lo más hermoso que hay”.
Sus días empiezan muy temprano y a las 8 ya da la primera clase. Por una cuestión reglamentaria no puede tener más de diez personas a la vez, pero ese número le es suficiente para asegurarse un buen ingreso: “En las clases grupales, cobro 30 dólares por persona. Y por la tarde doy clases particulares. Mucha gente tiene casas con jardines grandes, y voy a domicilio. En esos casos, cobro 100 dólares la hora”.
Cuando habló de los valores, marcó con una sonrisa una de las grandes diferencias que encuentra con lo que pasa en nuestro país: “Acá nadie da vueltas para pagarte. Termina la hora y te dan el dinero. No existe el ‘después te pago’ tan típico de los argentinos”.
El cuerpo en Los Ángeles y la cabeza en Temperley
Al vivir en una zona muy top, tuvo la oportunidad de cruzarse con numerosas celebridades. Y la historia más curiosa está vinculada a Marlon Brando, quien además es su máximo ídolo.
“Yo le daba clases de fútbol a un chico que venía con su madre. Vivían en una mansión enorme. Después de cada clase, llevaba al chico a su casa”, recordó. Y completó: “Al tiempo, me enteré de que el chico era hijo de Marlon Brando. Pero él nunca se mostraba ni salía a saludar cuando lo dejaba”.
Otra figura reconocida a la que vio varias veces cerca de su escuela de fútbol fue a Brad Pitt: “Lo que siempre me llamó la atención es que nunca nadie lo molestó. Acá la gente no es tan entusiasta a la hora de acercarse a las figuras públicas”.
Mientras disfruta su nueva vida y sigue viviendo del fútbol, Escos sigue pendiente del Gasolero: “Tengo todos los canales argentinos, así que me entero de todo lo que pasa allá”. Y como si fuera poco, todas las mañana va a Temperley.
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