Así está hoy Aldo Pedro Poy, el autor de la palomita más famosa del fútbol argentino que cumple 80 años
En tiempos en los que Ángel Di María se lleva los aplausos, Rosario Central puede saludar a una leyenda viviente. Su gol fue más que un triunfo: tan grande fue que hasta inspiró a un cuento de Roberto Fontanarrosa.

Hablar de Aldo Pedro Poy es hablar de Rosario Central y el gol más famoso de su historia.
Aldo Pedro Poy, quien este domingo cumple 80 años, es una gloria de Rosario Central, el autor de un gol histórico, una cara inolvidable decorada por gruesos bigotes y un personaje imprescindible del fútbol argentino de las décadas del 60 y 70, cantera de nuestros primeros campeones mundiales y de muchas figuras que aún perduran en la memoria del tablón.
Aldo Pedro Poy, de la resistencia inicial a la admiración eterna
Delantero con tendencia a retroceder para armar ataques, a favor de una fina técnica pulida en los viejos potreros de Rosario, Aldo Pedro Poy debutó a los 19 años en la Primera de Central. Se dio el gusto de jugar con Miguel Ángel Juárez, el Gitano, ídolo suyo, del Flaco Menotti y de cualquier muchacho joven que simpatizara con el Canalla.
Aquella no fue por cierto una de las mejores épocas de Central, undécimo en 1965 y decimotercero a la temporada siguiente. Pocos se salvaban de la crítica popular y Poy caía en la volteada. El pibe empezó a levantar en 1967 con la llegada de Miguel Ubaldo Ignomiriello, un maestro de entrenadores, todavía lúcido a los 98 años.

Cuenta la leyenda que Aldo había rechazado un ofrecimiento de Los Andes, recién ascendido. Una comitiva de dirigentes salió de Lomas de Zamora para convencerlo del pase y él se escondió en una isla, convencido como estaba de no irse del club de sus amores. El tiempo avaló su negativa.
Un campeonato que se le escapó a Rosario Central
Con Poy ya consolidado en la máxima categoría y varios futbolistas en su pico de rendimiento, como Jorge Carrascosa, Alberto Fanesi, Ramón Bóveda y Roberto Gramajo, Central fue uno de los protagonistas estelares del Nacional de 1970. Eliminó 3-0 en semi a Gimnasia, que por un conflicto salarial se presentó con la Reserva, y avanzó a la instancia decisiva.
Ahí lo esperaba Boca, que venía de despachar 2-0 al último gran Chacarita. La final fue el 23 de diciembre en un Monumental desbordado de gente. Los rosarinos se adelantaron 1-0, sobre el cierre de la etapa inicial, después de un rechazo defectuoso de Antonio Roma que pegó en Ángel Landucci e ingresó mansamente a la valla.
Faltaban apenas 10 minutos y Boca no podía quebrar la muralla rival, con Ramón Quiroga -luego nacionalizado peruano- como último bastión. Apareció entonces Ángel Clemente Rojas en su máxima dimensión y, a pura gambeta, sacó un zurdazo cruzado para el 1-1. En la prórroga, un cabezazo de Jorge Antonio Coch le dio el título al Xeneize.
El gol de la gloria y la primera vuelta olímpica
En la misma cancha de River y casi un año después, el 19 de diciembre de 1971 -la fecha que le dio el nombre a un extraordinario cuento de Roberto Fontanarrosa-, Central logró uno de sus triunfos más festejados y Aldo Pedro Poy convirtió el gol que lo volvió leyenda.
Iban nueve minutos del segundo tiempo cuando Jorge José González, lateral uruguayo de largo recorrido en nuestro país, mandó un centro a media altura, al corazón del área. Poy sorprendió al defensor Ricardo de Rienzo y, de palomita, selló el 1-0 definitivo.
Con esa victoria, Central pasó a la final del Nacional. Y no falló en la segunda oportunidad: dirigido por Ángel Amadeo Labruna, le ganó 2-1 a San Lorenzo y conquistó su primer título en el máximo nivel de nuestro fútbol. Todo había sido posible gracias a la palomita de Poy, un gol que todavía se grita en la mitad de Rosario.

Rosario Central repitió en 1973, en esa ocasión con Carlos Timoteo Griguol como DT, luego de imponerse en un cuadrangular a River, otra vez San Lorenzo y Atlanta. El nivel de Poy lo hizo merecedor de su inclusión en la nómina mundialista de Alemania 74.
Paradójicamente, cuando mayor era el reconocimiento a sus condiciones, un choque durante un clásico con Mario Nicasio Zanabria -símbolo de Newell’s- derivó en una lesión de rodilla que demandó dos operaciones y precipitó el temprano retiro de Poy. Igualmente, la leyenda resistió cualquier olvido.
Cada 19 de diciembre se repite el ritual de reunirlo con hinchas del Canaya para celebrar la palomita, jugada que repitió mientras el cuerpo se lo permitió. Y sigue vigente en tiempos en los que los más chicos viven el sueño del ídolo que regresó con un tal Ángel Fabián Di María.
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