La trágica historia familiar de Israel Lugo, el florista que asesinaron para robarle la camioneta en Sarandí
Tenía 59 años y hace casi tres décadas era dueño de un puesto de flores en Recoleta. Una de sus hijas fue víctima de un femicidio en 2018 y fue el comerciante quien encabezó el pedido para que condenen al asesino.
Israel Lugo tenía 59 años y era dueño de un puesto de flores en el barrio porteño de Recoleta desde hace casi tres décadas. Este sábado fue interceptado por ladrones que le robaron su camioneta cuando había ido a buscar a su esposa a una iglesia evangélica en Sarandí, partido de Avellaneda, y lo terminaron asesinando a balazos.
No es la primera vez que la tragedia golpea a esta familia de trabajadores. En 2018, Gabriela, hija del comerciante que este año esperaba la llegada de su primer nieto varón, fue víctima de un femicidio cuando tenía apenas 27 años.
Fue el propio Israel Lugo quien en aquel entonces encabezó el pedido de justicia que englobó también a sus otros tres hijos y a Ángelica, su esposa. A la joven la mataron a golpes el 18 de julio de aquel año en su casa de El Gaucho al 2700, en José C. Paz.
Diego Arriondo, quien era su pareja, le confesó a su madre que Gabriela estaba tirada luego de una golpiza que él le había propinado. La mujer llamó a la Policía pero, para cuando llegaron los efectivos, la chica ya estaba muerta. Finalmente, el hombre terminó detenido.
Previo a esa experiencia, la hija de Israel Lugo ya había vivido distintas situaciones de violencia con otro ex y un tiempo antes del femicidio, había desaparecido de la propiedad en la que vivía por ese motivo, por lo que su familia encabezó una desesperada búsqueda que duró tres semanas.
Al regresar conoció a Arriondo. Gabriela tenía dos hijas que quedaron al cuidado de su abuela y con quienes el vendedor de flores asesinado en Sarandí solía compartir su tiempo libre.
Cómo fue el brutal homicidio de Israel Lugo
El puesto de flores ubicado en la avenida Coronel Díaz al 1500, Recoleta, fue el lugar elegido por vecinos y colegas para dejarle mensajes de despedida a Israel Lugo. «Tus flores hoy esperan tu llegada, pero no viniste», indicaba uno de los textos más representativos.
«Papá. Todavía no puedo creer que ya no te voy a ver más. Que ya no vas a llamar en los cumpleaños cantando tu serenata con tanto amor y al terminar decías ‘faa…¡Qué voz que tengo, eh jaja!’ Siempre te hacías el chistoso. Gracias por todo lo que nos diste, fuiste un excelente papá siempre dando lo mejor para tu familia», escribió lo despidió Vanessa Lugo, su hija mayor.
El brutal crimen ocurrió este sábado, alrededor de las 21.30, en República del Líbano al 900, en el barrio de Sarandí. Hasta allí había llegado el florista para ir a buscar a su esposa. «Mi papá volvía de su trabajo, iba a la iglesia a encontrarse con ella y quedarse en el culto. Al llegar, mientras estacionaba la camioneta, se le acercaron estos cinco vagos. Le sacan la camioneta y le dan un tiro en el pecho aparentemente», contó Jaime Lugo Ledesma, también hijo de la víctima, en declaraciones a Clarín.
Según trascendió, los asesinos todavía no pudieron ser identificados, pese a que la Policía está analizando las cámaras de seguridad de la zona para tratar de dar con los responsables.
«Un testigo que vio lo sucedido se acercó y avisó en la iglesia y ahí salieron a verlo y lo encontraron tumbado en el piso. Dice que no podía hablar y se quejaba del dolor. A todo esto llaman a la Policía, y la ambulancia que nunca llegó. Decidieron cargarlo en un patrullero y llevarlo al Hospital Presidente Perón, pero llegó demasiado débil, no resistió y murió. Dicen que la ambulancia apareció 30 minutos después de que lo cargaron al móvil policial», agregó Jaime.
Los delincuentes se llevaron la camioneta Volkswagen Amarok negra que Israel usaba para trabajar y la terminaron dejando abandonada en Chubut al 1300, en el cruce con California, en Villa Zabaleta, ciudad de Buenos Aires.
La Policía Científica intentó recolectar huellas dactilares para identificar a los sospechosos y en Sarandí secuestraron una vaina servida calibre 32 con la que cometieron el crimen. «Nos sentimos con mucha bronca y tristeza porque realmente era una persona ejemplar. No tenía deudas con nadie. No debía nada a nadie. Humilde, trabajador, respetuoso. Sabía dar consejos, alegre simpático. Amigo de la zona donde trabajaba hace como 29 años», relató Jaime.
La investigación quedó en manos de la fiscal María Alejandra Olmos Coronel, del Departamento Judicial de Avellaneda-Lanús, quien caratuló la causa como «robo agravado en poblado y en banda por el uso de arma de fuego y homicidio».