La historia de Ricardo Zielinski: en Fiorito fue rival de Maradona, jugó con Tinelli y lo canjearon por un colectivo
Oriundo de Lanús, el Ruso forjó su carrera como futbolista en el Ascenso, donde fue protagonista de una increíble transacción. Como DT, mandó a River al descenso y ahora es el único argentino que sigue en la Copa Libertadores.
El 26 de junio de 2011, a las 16:46, se produjo un punto de inflexión en la vida futbolística de Ricardo Zielinski: fue el momento en que Belgrano de Córdoba conseguía subir a Primera División y condenaba a River Plate al primer descenso de su historia. Con 51 años, el Ruso de Lanús obtenía por fin el reconocimiento que tanto había buscado. Ya había logrado subir a la A, en 2009 con Chacarita Juniors, pero el golpe de mandar al Millonario a la B Nacional fue la catapulta para que desde entonces estuviera sólo relacionada con la elite una carrera que hasta ahí se había forjado mayormente en el Ascenso, con historias increíbles.
De hecho, Zielinski ya no descendió más desde aquel día, ya que lleva 11 años de trabajo constante en Primera. Construyó campañas históricas, como haber llevado a Belgrano y a Atlético Tucumán a jugar competencias internacionales, y en la actualidad es el único entrenador argentino que sigue en carrera en los cuartos de final de la Copa Libertadores, con Estudiantes de La Plata -a Vélez lo dirige el uruguayo Alexander Medina y a Talleres el portugués Pedro Caixinha-.
El Ruso de Lanús
Nació el 14 de octubre de 1959 y se crió en Lanús Oeste. Hijo de un polaco, oriundo de Cracovia, primero lo conocían como Pola hasta que en el final de su carrera como futbolista le instalaron el Ruso que lo acompañó desde entonces. Trabajó desde los 14 años -en una tornería, como cortador de zapatos y hasta en un bar- mientras estudiaba y ya jugaba al fútbol.
En verdad, empezó a jugar al baby fútbol en el club 6 de Enero de Villa Diamante. Pero por sus aptitudes ya lo tenían en cuenta para los duelos barriales que pudieran surgir “y se jugaba por plata, partidos chivos de verdad”. Fue así que en algunos de esos encuentros tuvo que andar por Villa Fiorito y enfrentar a un tal Diego Maradona, quien era un año y 16 días más chico, del 30 de octubre de 1960.
“Lo enfrenté un par de veces, en ese momento no lo conocía, aunque se rumoreaba algo, se decía que había dos chicos que la rompían: eran él y Goyo Carrizo, su gran socio de los Cebollitas. A Diego lo conocí en el tren, nos encontrábamos en el último vagón, donde caíamos todos los colados que tratábamos de esquivar al guarda. Nos tomábamos el tren hasta Pompeya y ahí yo agarraba el 46 para ir a la Isla Maciel y Diego se tomaba el 44 o el 42, no recuerdo bien, para ir a La Paternal”, recordó el Ruso en una entrevista con La Nación.
Diego no fue la única celebridad que conoció, antes de que fuera famosa, en el entramado del Conurbano. A los 17 años llegó a San Telmo, donde también compartió tiempo con un defensor llamado Marcelo Tinelli, a quien definió como “muy buen jugador” y “un tipo bárbaro”, aunque “obviamente hizo bien en dedicarse a lo que se dedicó, por más que hubiera sido el mejor central de todo el Ascenso”. Y en el Candombero debutó en primera, cuando el club de la Isla Maciel estaba en la C.
Ricardo Zielinski y el increíble trueque con un colectivo
El Ruso jugaba de enganche. Después de un par de años en San Telmo se destacó de tal manera que se interesaron en llevárselo clubes de la B Metropolitana. El que más fuerte avanzó fue Argentino de Quilmes, que lo fichó en 1981 en medio de una transacción ciertamente de otros tiempos. Y en el medio hubo un colectivo de una de las líneas más tradicionales del sur del Conurbano.
“Argentino de Quilmes me quería a mí y a otro compañero de San Telmo, Magliano. San Telmo, que estaba en la C, aceptó y pidió a cambio a 2 jugadores y plata. Como plata no había, el presidente de Argentino, que era el dueño de la línea 148, para compensar la diferencia le ofreció un colectivo por un año. En esa época, en el Ascenso, era usual que algunos clubes pagaran con pelotas y ese tipo de cosas. Y bueno, al final ese colectivo sirvió para llevar a los chicos de las inferiores de San Telmo. Son las historias que hacen que el ascenso sea maravilloso y que se valore desde otro lugar. Por eso yo quiero tanto al ascenso”, rememoró y reflexionó el propio protagonista.
Fue ese el primer gran quiebre de su carrera, porque luego pasó a Chacarita, con el que debutó en la A y donde el Viejo Juan Manuel Guerra lo reconvirtió en un volante central elegante, “del estilo de Claudio Marangoni”, según él mismo se definió. Estuvo en Mandiyú de Corrientes, en Deportivo Laferrere y cerró su trayectoria en el campo de juego en Ituzaingó, en 1992.
El siguiente paso de Zielinski: entrenador
Su trayectoria como director técnico empezó en las escuelas de fútbol que a principios de los 90 había puesto Carlos Bilardo. El primer desafío en un club se lo dio Ituzaingó, en 1995, pero en la Primera C y no en la B Nacional, categoría en la que estaba cuando se retiró. Desde entonces empezó con un peregrinaje de más de una década por distintas instituciones y categorías del Ascenso.
Atlanta, San Telmo, Deportivo Morón, Temperley, San Martín de San Juan, Defensa y Justicia, All Boys, Juventud Antoniana, El Porvenir, Temperley, Ben Hur y, Chacarita, con el que en 2009 logró su primer ascenso y el salto, por fin, a Primera División, aunque sólo duró cinco partidos en la elite. En Patronato siguió su paso por la B Nacional, hasta que en 2010 llegó a Belgrano.
Con el club de Córdoba armó un gran equipo, que tenía a Juan Carlos Olave, Guillermo Farré, Franco Vázquez y César Pereyra como figuras. Se ganó el derecho de jugar la Promoción contra un rival de la A. Pudo haber sido Quilmes u Olimpo, pero el Ruso anhelaba que el oponente fuera el que finalmente tuvo enfrente.
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“Yo quería que fuera River. Sabía que la obligación la iban a tener ellos y además sabía que le iba a pesar esa responsabilidad, porque River no estaba acostumbrado a vivir ese tipo de situaciones. Estaba convencido de que iba a sentir muchísimo la presión”. No se equivocó. Ahora, el Ruso de Lanús vuelve a estar con Estudiantes en los cuartos de final de la Libertadores, instancia a la que ya llegó en 2018 con Atlético Tucumán. Lo espera Atlético Paranaense, el menos encumbrado de los cinco brasileños que siguen en la Copa.