Temperley: la historia de la maestra que pidió que sus cenizas descansen en el colegio donde enseñaba
Flora Fasce trabajó casi dos décadas en la Escuela Primaria N°32 y falleció a los 76 años, uno después de ser «obligada» a jubilarse. Antes había manifestado su última voluntad: estar para siempre en la institución de Lomas de Zamora.
Cuando Flora Fasce, una histórica maestra de la Escuela Primaria N°32 de Temperley, preguntó si había un lugar de tierra en el colegio para que descansen sus cenizas cuando muriera, su hija Florencia no lo tomó demasiado en serio.
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Ella le respondió que había un cantero en la vereda frente a la institución e iban a cambiar el árbol y Flora quedó conforme. «Sí, está bien! ¡Dejá mis cenizas ahí y planten un árbol arriba para que después pueda darles sombra a las mamás mientras esperan a sus nenes», había dicho Flora, que batallaba contra un cáncer de pulmón y sabía que se acercaba su final.
Murió en 2016 a los 76 años de edad, tras una larga carrera docente de 44 años que se terminó, curiosamente, un año antes. Puntualmente, en la Escuela N°32 trabajó entre 1996 y 2015, primero como maestra de sexto y séptimo grado y luego como directora suplente. Apasionada por la educación, si hubiera sido por ella, habría seguido en actividad pero no la dejaron seguir.
«Una inspectora, jefa del Distrito, la obligó a jubilarse en 2015. Tenía 75 años y quería seguir porque tenía muchas pilas, energía y deseos de enseñar. Se preparó toda su vida para hacerlo: se recibió de maestra de escuela, licenciada en Ciencia de la Educación, profesora de la Historia, fue maestro especial para chicos con Síndrome de Down… y aún así por la edad, y porque algunas veces tenía pequeños olvidos, la jubilaron», comentó su hija.
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Florencia, que tiene 45 años y heredó su pasión por la docencia, trabaja en la misma escuela desde hace 12, y manifestó que le es inevitable pensar que aquel suceso terminó de deteriorar su salud, debido a que entró en depresión tras el retiro forzado y rápidamente le descubrieron el cáncer que se llevó su vida. Esa misma semana en que falleció, Florencia fue mamá de su tercer hijo. «La vida misma pasó en una semana: despedirla a ella, recibir a mi niño. Fue el ocaso y la aurora, como escribió papá”, el folklorista Omar Moreno Palacios.
La huella imborrable que dejó Flora en la escuela de Temperley
Tras su muerte, en la Escuela Primaria N°32 de Temperley se llevó a cabo un acto escolar en el que se recitó un poema y se la recordó con un video sobre su vida. En el cantero de la vereda, se arrojaron las cenizas y se plantó un ficus que hoy es acariciado por todos aquellos que la recuerdan y que la amaron. Allí, Flora Fasce vive para siempre.
El vínculo que forjó con generaciones de chicos fue, según destacaron, increíble. Se ganó el cariño que ella misma dio, en una carrera docente tan responsable como aplicada: se quedaba despierta hasta la madrugada corrigiendo pruebas y preparando clases.
En ocasiones, mezclaba los roles y recibía a alumnos a los que les preparaba la merienda. Retaba a sus hijos y los mandaba a pensar al patio, aunque también a los alumnos les pedía que se fueran a dormir. Su vida y la docencia eran una sola cosa.
«Esa historia de los retos era algo frecuente que nos divertía. Recuerdo que cuando me decía que saliera al patio, al rato se daba cuenta de que estábamos en casa y se reía. Se le cruzaba absolutamente la vida y donde iba mostraba ese amor maternal, que lo prolongó en sus alumnos que la adoraban profundamente. Con nosotros, sus hijas, fue igual que con ellos y, a veces nos daban celos, pero al crecer entendimos que para mamá la escuela fue su vida», reconoció Florencia, quien reveló que su madre la nombró así luego de que una alumna se lo pidiera.
La maestra de lentes grandes que para muchos chicos fue una segunda madre, organizó, entre 1990 y 1996, los viajes de egresados “por fuera de la escuela”. Así, «muchos chicos del barrio La Pérgola conocieron el mar gracias a mamá”, contó Florencia. También dejó una huella en la Escuela N°2, donde incluso llegó a ser compañera de trabajo con su hija.
Florencia admitió que hoy, muchos la comparan con su madre, algo que la llena de orgullo. Y que recibe comentarios de gente que la recuerda con mucho cariño. «Que sus alumnos me comparen con ella me llena de orgullo, pero que la sigan recordando con tan amorosamente y tanto tiempo después para mí y mis tres hermanas es conmovedor. ¡No hay palabras!”, manifestó.
Y cerró con que el vínculo de la Escuela Primaria N°32 y la familia era tan estrecho que las cuatro hijas de Flora Fasce estrecharon lazos con los alumnos de la icónica maestra. «Con algunos hicimos amistad e íbamos juntos a los asaltos (bailes que se hacían en los 90´s donde las chicas llevaban para comer y los chicos para beber) y a los cumpleaños de 15, de 18… Mi hermana tiene una hija con un ex alumno de mamá”.