Hazaña: una vecina de Almirante Brown escaló sola el Aconcagua e hizo historia en el andinismo
Emilia Pachado ascendió sin asistencias a la cumbre más alta de la Argentina. Lo hizo como parte de unas vacaciones tras haber terminado la facultad. La odisea que le tocó vivir en el llamado Techo de América.
Emilia Pachado, la vecina de Longchamps que hizo cumbre en el Aconcagua.
Fotógrafa, odontóloga y judoca en Estudiantes de La Plata. A su larga descripción de su perfil en redes sociales, Emilia Pachado le sumó hace poco una nueva insignia: «Aconcagua 2022». Esta vecina de Almirante Brown, sin ningún tipo de experiencia como andinista, subió sola a la cumbre más respetada y temida de la Argentina.
Emilia, vecina de Longchamps, tiene 28 años. Mientras se debate entre la odontología pediátrica o la cirugía, se lanzó a una aventura inédita en su vida: los 6.962 metros de altura del Cerro Aconcagua, en Mendoza.
En realidad, fue su primera vez en las alturas. No tenía experiencia previa en la montaña. Y hasta fue la primera vez que se subió a un avión. Contra todas las recomendaciones, emprendió sola su camino de ascenso. Quería hacerlo en bicicleta, pero por problemas no pudo hacerlo. A pesar de todo coronó con un hito sin antecedentes.
Lo quisieron masculinizar de chico y da clases en San Martín: es la revelación literaria en América
«Fue un descanso de la facultad. ¡Nada que ver! No fui a la playa, no me fui de fiesta. Me fui sola al medio de la montaña», comentó Emilia.
La hazaña de la vecina de Almirante Brown
Fueron 14 días de calor diurno y frío extremo a la noche: «Se congelaba el techo de la carpa». No contó con asistencia de mulas ni porteadores, las personas que suelen contratar los andinistas para que trasladen su equipamiento y les ahorren esfuerzo. A ella la acompañaron su mochila de 30 kilos y una bandera whipala (de los pueblos originarios) con la que se fotografió en la cima de su sueño.
«Ahora sí, con mucho, mucho orgullo, sangre, sudor y literalmente lágrimas puedo decir que llegué a lo más alto que la tierra y el cielo en América le puede permitir a un ser humano», celebró casi en vivo -privilegios de estos tiempos- en su cuenta de Instagram el 11 de febrero, cuando hizo cumbre.
Fue de las experiencias «más duras y gratificantes» de su vida. Pero, aunque hubo dificultades en la subida, lo peor llegó en el camino de descenso.
Ayuda celestial en el cielo del Aconcagua
«Estaba bajando por Cuesta Brava, un lugar difícil. Pisé una piedra, un pie se fue para adelante, el otro para atrás y la mochila para un costado: me torcí un pie», comentó sobre su dificultad. Un guía intentó ayudarla, Emilia le dijo que no era necesario y siguió unos metros más. «Me volví a caer y me doblé el otro tobillo», comentó en Radio Rivadavia.
Las vecinas de Lomas de Zamora que organizan baby showers y cumpleaños para mujeres vulnerables
A un ritmo más cansino siguió caminando. Empezó a nevar, cada vez más: una tormenta imprevista, de las más grandes de la temporada. De pronto, se vio con la nieve hasta las rodillas. Estaba perdida. Al borde de la desesperación, se abrió el cielo y el sol iluminó su camino.
En medio de esa escena celestial, casi bíblica, creció un rumor. Y entre las nubes asomó un helicóptero. Sucede que el guía que la había visto dolorida avisó sobre su problema. La atendieron en el campamento de Horcones, donde le diagnosticaron esguince de tobillo y principio de hipotermia. La derivaron al hospital en Uspallata.
«Me llevo miles de experiencias y aprendizajes que jamás en la vida voy a olvidar. No fue para nada fácil. Realmente, largarme a hacer un viaje así cambió para siempre la perspectiva que tenía hasta entonces. Conocí muchas cosas buenas y muchas cosas malas», expresó Emilia. De Almirante Brown a la historia.
