Fue campeón con Chacarita pero se hizo más famoso por ser la figurita difícil en un álbum
Juan Carlos Puntorero ganó el título de 1969. Tenía tanta habilidad que lo apodaron Manija. Los pibes de aquellos años lo recuerdan como uno de los más complicados para llenar el álbum. Nadie le avisó que iba a ser una especie de tesoro.
Juan Carlos Puntorero fue un jugador con clase. Inició su carrera futbolística en Chacarita y de inmediato fue visto por los detectores de jóvenes talentos desplegados por River, que se lo llevaron con edad de Séptima. Sin embargo, su ilusión de debutar en la Primera millonaria se esfumó cuando pasó a Atlanta junto José Luis Luna y Jorge Fernández como parte de pago de Luis Artime y Mario Griguol, primo del entrañable Carlos Timoteo.
El primer reconocimiento de Puntorero
Su calidad no pasó inadvertida. Rápidamente fue ganándose un lugar en el mediocampo del Bohemio, que acababa de inaugurar su estadio en Humboldt 374. Quedará en la memoria de los hinchas de Atlanta la jornada del 8 de abril de 1963, cuando se despachó con dos tantos en La Bombonera, para la goleada por 3-0 del equipo de Osvaldo Zubeldía contra un Boca que contaba con figuras de la talla de Ernesto Grillo, José Sanfilippo y Paulo Valentim.
En aquella temporada los de Villa Crespo terminaron quintos, en lo que fue una de sus mejores campañas en Primera. Como broche realizaron una gira por Tel Aviv, en la que enfrentaron a Israel y al Maccabi Tel Aviv. Ya en 1964, sin Hugo Orlando Gatti (transferido a River) ni su director técnico (se tomó un año antes de asumir en el seleccionado argentino), Atlanta repitió puesto en la tabla, con victorias ante cuatro de los cinco grandes. Solo no pudo ante Racing.
El salto a la fama
Por esa época, una de las pasiones de los niños era coleccionar figuritas. El álbum que estaba de moda en ese momento era el “Fulbito”. El objetivo de los chicos, además de la ilusión al conseguir las que les faltaban y la diversión de intercambiarlas con los compañeritos, era canjear el álbum completo por una pelota número 5.
Sin embargo, la mayoría vio frustrado ese sueño por la bendita figurita número 260, casi imposible de conseguir. A Juan Carlos Puntorero no le habían avisado que iba a ser el cartón circular más difícil de hallar, por eso se asombraba cuando los chicos -y sus madres- iban al entrenamiento de Atlanta a pedir que se las diera.
La Manija de Chacarita
Tras un breve paso por Newell’s Old Boys de Rosario, al que fue cedido por 18 millones de pesos de la época, pegó la vuelta al club donde había comenzado todo. Fue vendido a Chacarita en la víspera del torneo más importante de la historia del Funebrero.
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Puntorero se hizo dueño del equipo ni bien llegó. Los hinchas de Chaca nunca olvidarán aquel mediocampo que formó junto a Leonardo Luis Recúpero y Alberto Raúl Poncio, en el que Manija comandaba todo. El Metropolitano 1969 se jugó en dos zonas: en la A, Chacarita terminó segundo de Boca y se clasificó a las semifinales.
Le tocó enfrentar a Racing en La Bombonera y lo superó por 1-0; por la otra llave, River y Boca igualaron 0-0 luego de 120 minutos en el Cilindro de Avellaneda pero, como el Millonario había convertido más goles en la ronda de clasificación, avanzó al partido definitivo.
La final se disputó en el Estadio Juan Domingo Perón y allí Chacarita tocó el cielo con las manos: con dos goles de Horacio Ricardo Neumann, el Tanque; uno de Ángel Alberto Marcos y otro de Franco Frassoldati, el Funebrero goleó 4-1 y se consagró campeón por primera y única vez en la máxima categoría.
De San Martín al mundo
Con el reconocimiento obtenido por el campeonato ganado, Chacarita fue invitado a disputar la Copa Joan Gamper, el trofeo que organiza el Barcelona desde 1966, como homenaje a su fundador y cinco veces presidente. En ese momento se disputaba un triangular y ya había habido dos representantes argentinos: Boca, por ser bicampeón 64-65, y Estudiantes de La Plata, tricampeón de América y campeón intercontinental.
A Chacarita le tocó jugar contra el Bayern Munich en 1971: para sorpresa de muchos, el Tricolor pasó por arriba a uno de los colosos europeos -base del campeón mundial de 1974- y se quedó con el partido por un contundente 2-0. Puntorero fue titular y su reemplazante (Rodolfo Fucceneco) anotó el gol definitivo. Leonardo Recúpero había convertido el primero. En la final, los Funebreros cayeron 1-0 contra el local.
Retiro y recuerdo eterno
Con apenas 30 años, Manija Puntorero decidió ponerle fin a su carrera. Siempre en el fútbol argentino, se fue con 29 goles en 260 partidos jugados, el título del Metropolitano y la inolvidable anécdota de ser la figurita difícil de un álbum.
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En 2012 no pudo superar una enfermedad fulminante y falleció a los 70 años. Le quedó el récord de haber sido el jugador que más veces disputó el clásico entre Chacarita y Atlanta entre aquellos que vistieron ambas camisetas, además de la gratificación de ser querido por ambas hinchadas.