El cirujano de Pilar que desarrolló un método inédito por la medicina internacional
Ramiro Olleac, quien tiene 36 años y es neuro-ortopedista, inventó una técnica para abaratar un costoso estudio y volverlo más accesible. Semanas atrás, aplicando su iniciativa, logró que un adolescente pudiera volver a caminar.
Nació en Pilar, pero su desarrollo profesional, rápidamente, le abrió camino hacia un futuro fuera de su ciudad. Hoy, ocurre algo similar con una idea suya que trasciende las fronteras del país y promete revolucionar un campo de la medicina a nivel mundial.
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Ramiro Olleac tiene 36 años y es un cirujano neuro-ortopedista formado en el Hospital Garrahan. Radicado en la provincia de Tucumán, realiza prácticas en el Hospital Avellaneda y en el centro de neurología infantil CINEA. También es consultor en Neuroortopedia en el Hospital Británico de la Ciudad de Buenos Aires.
Sus pergaminos lo respaldan como profesional, pero él fue un poco más allá. Lejos del conservadurismo y con una mirada más social de la medicina y la salud, a Ramiro algo le hacía ruido. «Me dedico a realizar cirugías en pacientes con alguna condición neurológica o síndromes genéticos, y dentro de esta especialidad también me aboco al análisis de la marcha. Ayudamos a que los niños con dificultades consigan mejoren su marcha y así caminen mejor. Pero este estudio, que aporta valiosa información, es muy costoso», dijo.
Al ver que muchos pacientes no podían acceder a ese análisis, decidió viajar a California, Estados Unidos, para formarse en uno de los laboratorios de marcha más importantes del mundo: Shriners Hospital. Allí, buscó aprender un método alternativo para intentar abaratar los costos y cuando volvió al país, comenzó a innovar con una serie de filmaciones desde distintos ángulos del paciente para intentar captar el «plano rotacional» porque «cuando uno filma de frente o costado ve muy bien lo que pasa, pero no existía una forma de identificar qué pasaba con el plano rotacional, que es el tercer eje del espacio».
Con celulares y otros dispositivos tecnológicos, más un espacio acondicionado para tal fin, su técnica reemplaza al estudio en los costosos laboratorios de marcha. «Un estudio convencional de esos cuesta $100.000 y lo hemos abaratado a menos de la mitad. Instalar un laboratorio de marcha ronda los 250.000 euros y nosotros con U$S 10.000 podemos podemos confeccionar un laboratorio para esta técnica», indicó a Zonales el cirujano que pasó su infancia y adolescencia en una zona rural del barrio San Alejo de Pilar, en el norte del Conurbano, y a los 20 años emigró para realizar sus estudios en la Ciudad de Buenos Aires.
Su innovación para documentar la marcha de un paciente ya tuvo eco en los Estados Unidos, donde fue publicada por la revista de la Sociedad de Ortopedia Infantil de Norte América (POSNA). «Al momento no hay reportes de que se esté utilizando aún este método en algún otro lugar de la Argentina ni en otro país. Nosotros hemos hecho estudio de marcha con esta técnica a 90 pacientes», comentó Olleac.
El último gran logro del cirujano de Pilar
Semanas atrás, el cirujano utilizó esta técnica para el estudio de un paciente de 15 años con graves problemas de motricidad. Tras su intervención junto a un equipo de profesionales del Hospital Avellaneda de Tucumán, el chico pudo volver a caminar.
El joven padecía mielomeningocele, una patología neuromuscular congénita que a raíz de un defecto del tubo neural produce un conducto raquídeo incompleto y hace que los nervios vayan hacia los miembros inferiores, afectando la vejiga y el recto. Esto también produce deformidades.
«Sus huesos habían crecido en forma anormal y sus pies estaban severamente deformados. Por esto tuvimos que hacer un tratamiento multidisciplinario donde intervinieron profesionales de los servicios sociales, de pediatría, urología, anestesia pediátrica, enfermería, ortopedia infantil, neuroortopedia, rehabilitación y fisiatría, psicología y crecimiento y desarrollo entre otros», describió Olleac.
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Luego de un tratamiento de 8 semanas de utilización de yesos para ganar longitud en la piel y en el paquete vásculo-nervioso; y de la curación de úlceras de la piel, se realizaron las intervenciones quirúrgicas. «La técnica que usamos para operar requiere mucho entrenamiento. Es la resección de un hueso del mediopié y una modificación de la forma de otro hueso de afuera, para a la vez realizarse una liberación de todo el paquete vásculo-nervioso que permitiera que el pie quedara alineado de forma correcta».
Antes de la intervención, el joven no podía deambular ni ponerse el calzado, pero ahora ya puede realizar esas acciones autónomas. «Puede volver a pisar y a tener una adecuada función de su vejiga, podrá volver al colegio y hacer su vida para insertarse en la sociedad», cerró el cirujano de Pilar.