La hazaña de Julieta Santamaría, la vecina de Burzaco que caminó 4.000 kilómetros en Brasil y marcó un récord

Almirante Brown. Sociedad
·
28 de junio de 2025

Luego de 15 meses, Julieta Santamaria (26) cumplió su meta de atravesar a pie los estados de Río de Janeiro, São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul, para concientizar sobre la lucha por la preservación del medio ambiente. Todos los desafíos que enfrentó.

Como una forma de explicar lo que logró, Julieta Santamaria (26) dijo que “sin fe no se llega a ninguna parte”. Pero sin dudas ella necesitó mucho más que fe para cumplir su objetivo. La chica de Burzaco consiguió, luego de 15 meses, recorrer a pie los 4.000 kilómetros de la Mata Atlántica, que es lo que se había propuesto para concientizar sobre la lucha por la preservación del medio ambiente.

Todo comenzó en febrero del año pasado, y hoy en día luce orgullosa la placa otorgada por el Instituto Caminho da Mata Atlântica, que certifica que efectivamente atravesó caminando los estados de Río de Janeiro, São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul. Así, como se lee en la distinción que recibió, se convirtió en la “1ª pessoa em percorrer o Caminho da Mata Atlântica”.

Cambará do Sul, al borde del Parque Nacional Aparados da Serra, fue el último punto del recorrido. Es una región donde la selva se funde con los campos sobre uno de los reservorios de agua más grandes del mundo: el Acuífero Guaraní. Cuando llegó allí sintió una enorme satisfacción y mucho orgullo. “Estoy pisando la historia”, dijo. 

La inolvidable experiencia de la vecina de Burzaco

La idea de emprender esta aventura comenzó a comienzos de 2024, cuando aburrida de su rutina decidió abandonar su carrera de Planificación Logística en la Universidad de Lanús para planificar nuevos horizontes y, principalmente, centrarse en este desafío.

Burzaco, Mata Atlántica
Se cruzó con tapires, monos, pumas, perros salvajes y tantas serpientes que “ya no les tengo miedo”.

El primer tramo que hizo fue de Río hasta São Paulo, lo que le representó caminar 2.000 kilómetros. “Cuando llegué a lo que ya era la mitad del camino fue que caí y dije: ‘Wow, caminé 2.000 kilómetros’. Hubo travesías de tres días con caminos completamente tapados que había que abrir con machete”, contó.

Luego vino Paraná, la cuna del montañismo brasileño, donde conquistó el macizo Marumbí y fue reconocida por el Club Paranaense de Montañismo. En ese momento ya se había ganado la admiración de los referentes locales del senderismo. 

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En el trayecto vivió de todo, tal como lo fue reflejando en su cuenta de Instagram. Hubo noches bajo la lluvia, comidas improvisadas, caminatas eternas y el contacto diario con una naturaleza imponente y a veces peligrosa. Se cruzó con tapires, monos, ciervos, pumas, perros salvajes y tantas serpientes que, según ella, “ya no les tengo miedo”.

Julieta recorrió todo el camino bajo la filosofía de Leave No Trace, o “no dejar más que huellas”. Así fue que su propia “bolsa para excretar”, no arrojó ni siquiera residuos orgánicos y bebió agua directamente de ríos y manantiales sin sufrir una sola complicación. «La pureza del agua es un testimonio del equilibrio que aún existe en estos bosques y de lo que debemos proteger», dijo.

El desafío en la Mata Atlántica, sólo un punto de partida

También recordó que en los momentos en donde el terreno se volvió difícil, la gente del lugar apareció para ayudarla, ofreciéndole casa, comida y compañía. Un grupo de senderistas, por ejemplo, se solidarizó con ella y le compró colectivamente una nueva mochila cuando la anterior ya no daba más: “Siempre hubo alguien dispuesto a darme una mano”.

Burzaco, Mata Atlántica
La placa que le otorgó el Instituto Caminho da Mata Atlântica.

Ahora, ya convertida en guía certificada de ecoturismo y turismo de aventura, está trabajando para consolidar tramos de senderos y ofrecer charlas. Además, entregó su bastón simbólicamente a Rodrigo, un joven de Santa Catarina que ahora camina en sentido inverso, de sur a norte. Así, el espíritu del viaje continúa.

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Por último, confesó que ya proyecta en un futuro realizar una caminata similar en Argentina, para crear conciencia sobre los ecosistemas locales. “Nadie cuida lo que no conoce”, afirmó quien apuesta por la educación ambiental como su próxima gran misión. Y está claro que no le teme a los desafíos.

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