Le hizo a Boca un gol inolvidable para el Racing de Maradona y es chofer de la línea 148: la increíble historia de Roberto Galarza
El 16 de abril de 1995 terminó con una racha de 20 años de la Academia en La Bombonera. Se retiró joven. Y nunca se fue de Solano. Ahora, como colectivero, une Florencio Varela con Constitución. “Hay pasajeros que me reconocen”, admitió.
Roberto Galarza es un ex jugador argentino que dejó una marca en el fútbol y, sobre todo, en la memoria de la gente de Racing Club. El delantero convirtió un gol histórico para la Academia en la Bombonera en 1995, frente a Boca Juniors, con Diego Armando Maradona como entrenador del equipo de Avellaneda. Hoy, muchos años después, se desempeña como conductor de la línea 148 de colectivos.
La carrera de Roberto Galarza y los inicios en Racing
El recorrido futbolístico de Galarza -o Kiki, como todavía lo apodan sus amigos- fue en la década del 90. Comenzó su trayectoria en Racing, donde se desempeñó como mediocampista ofensivo (enganche por aquel entonces…) desde su inicio en las formativas de Avellaneda. En el club disputó 40 partidos con cinco goles anotados.
Luego de su paso por la Academia, la carrera de Galarza no tuvo tanta notoriedad: estuvo en la Primera B con Quilmes, Olimpo y Almirante Brown; en la B Metropolitana con Ferro y en la C con Colegiales.
Antes de ese tránsito por el ascenso, hubo un gol que lo catapultó a la fama: el que le señaló a Boca Juniors en el histórico partido del 16 de abril de 1995, cuando Racing ganó 1-0 en la Bombonera y cortó una racha de dos décadas sin triunfos en ese escenario. Fue un tanto especial por muchos motivos…
El gol de Kiki Galarza a Boca
Algunos jugadores solo deben estar en el momento indicado para trascender y quedar en la memoria futbolera. Y ese fue el caso de Roberto Carlos Galarza.
Racing no atravesaba sus mejores momentos institucionales ni deportivos en los 90. Años más tarde, el club incluso debería ser gerenciado y tuvo que reconstruirse de las cenizas. Pero aquel domingo otoñal del 95, Roberto Galarza les dio a los hinchas de la Academia un motivo para sonreír en un Torneo Clausura con escasas alegrías (récord 6-8-5).
Enfrente estaba un Boca poblado de figuras: el Mono Navarro Montoya, Chiche Soñora, Mac Allister padre, el Beto Márcico y Polillita Da Silva, entre otros. Pero esas estrellas quedaron encandiladas por el astro absoluto, por Diego Armando Maradona.
El Diez era, junto con su amigo Carlos Guillermo Fren, el director técnico de Racing, y volvía nuevamente a la Bombonera tras aquel romance fugaz e intenso de 1981. Y aunque fue recibido como un héroe, la Academia estaba dispuesta a aguar la fiesta.
Con gol de Roberto Galarza, un potente zurdazo a los 9 minutos del segundo tiempo, Racing se llevó el clásico en una Bombonera colmada. Fue por 1-0 apenas contra el Boca que dirigía Silvio Marzolini. En un partido que Racing no mereció ganar. “Boca nos peloteó. Encontré la pelota ahí, probé, se desvió en Fabbri y entró. Yo era de pegarle, pero mucho no me animaba. Ese día me quedó justo y se le metió al Mono”, admitió el propio Galarza.
Pero ese grito de Kiki alcanzó no solo para derrotar al Xeneize y alegrar a Diego, sino también que la Academia festejara en Brandsen 805 como no hacía desde el 2-1 del Metro de 1975. Motivo más que suficiente para que Galarza copara las tapas de todos los diarios y de la revista El Gráfico.
El que se perdió el triunfo fue, justamente, Maradona. “No estaba en la cancha -rememoró Galarza-, estaba en Mar del Plata y nos dirigió Fren. Me acuerdo que al término del partido di una nota en La Red y me cruzaron con el Mono, que dijo se había desviado en Fabbri. Y de la nada apareció Diego al aire y me felicitó. Un grande. Tenía esas cosas”, apuntó.
El retiro y el bondi
Kiki se cansó rápido del fútbol. A sus 28 años, lejos de repetir jornadas de gloria como aquella tarde en La Boca, decidió colgar los botines: “Venía medio desgastado del fútbol, estaba cansado de que no me respetaran los contratos. Ya no disfrutaba del juego y al momento de retirarme me quedé tranquilo conmigo mismo”.
Allí, Roberto Galarza empezó a ganarse el mango de otras formas. Laburando en fábricas del Gran Buenos Aires, haciendo alguna changa, incluso dando una mano en las divisiones inferiores de Quilmes. De repente, le llegó una oferta curiosa que le cerró mucho más.
Hoy en día, Galarza se dedica a trabajar como chofer de la 148, tradicional línea de colectivos que recorre la zona sur del Conurbano y termina su itinerario en Plaza Constitución. Si bien ha dejado atrás su carrera como futbolista, sigue siendo recordado por los pasajeros de más edad que lo identifican y resaltan su hazaña en la Bombonera: “Al pasar por Avellaneda hay muchos que me reconocen y siempre me hablan de aquel gol a Boca”.
Nacido en 1975, el 3 de mayo va a cumplir 48 años. La vida de Kiki Galarza es un ejemplo de cómo estar en el momento indicado y el lugar justo puede llevar a una persona a vivir momentos inolvidables y dejar su huella en la historia.