El sueño de Primera de San Miguel: cómo fue la campaña de hace 40 años que lo dejó al borde del ascenso
En 1985, el Trueno Verde fue gran protagonista de la vieja Primera B Metropolitana. Ahora, cuatro décadas más tarde, pelea en la Primera Nacional, con un equipo que genera ilusión en Los Polvorines.

Imagen de uno de los triunfos más recordados en la historia de San Miguel: 2 a 1 a Racing.
San Miguel se armó esta temporada para ser uno de los grandes protagonistas de la Primera Nacional y tras un comienzo irregular, que provocó la salida del DT Sebastián Battaglia, se recompuso de la mano de Gustavo Coleoni y hoy con 36 puntos (nueve triunfos, nueve empates, seis derrotas) está entre los que se clasifican al torneo reducido por el segundo ascenso.
Hace cuatro décadas, con mucha menos repercusión que en estos días, San Miguel estuvo muy cerca de subir a la máxima categoría del fútbol argentino con un plantel de bajo presupuesto, armado por Rubén Oscar Glaría, el Hueso, figura de San Lorenzo de Almagro en la primera mitad de la década del setenta e integrante del seleccionado nacional en la Copa del Mundo de Alemania 74.
Aquel equipazo de San Miguel
El viejo torneo de Primera B, cuyos partidos -salvo escasas excepciones- se disputaban siempre los sábados en horario vespertino, arrancaba en 1985 con dos candidatos excluyentes: Racing Club y Rosario Central. Los de Avellaneda habían descendido en 1983 y no pudieron regresar de inmediato, por culpa de un superlativo Deportivo Español y un sólido Gimnasia La Plata en el octogonal por la segunda plaza. Los de Arroyito habían bajado en 1984.

Darío Gabriel de Andrade, un 10 zurdo con mucho manejo, había adquirido cierta notoriedad en 1982 tras destacarse con Racing en el Torneo Proyección 86, una competencia para futbolistas juveniles que se televisaba entre semana. Una convulsionada Academia no fue el lugar más propicio para desarrollar sus condiciones.
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Sin embargo, Glaría lo tenía presente. Y lo fue a buscar al comienzo de 1985. Habló con Agustín Mario Cejas, arquero del célebre Equipo de José y en ese momento técnico a cargo del proyecto que buscaba devolver a Racing al escalón superior. “No va a haber muchas posibilidades para él”, le dijo Cejas a Glaría. Y el Hueso, con esa respuesta, convenció al pibe de cambiar la blanca y celeste por la blanca y verde para que fuera eje de su equipo.
Dudas de arranque y explosión después
A De Andrade le costó un tiempo la adaptación a las canchas y los rivales. Y San Miguel tardó en arrancar: dos empates (2-2 con Nueva Chicago y 3-3 con All Boys, que tenía al Gringo Scotta en sus filas) más una derrota (0-1 ante Los Andes, en Los Polvorines).
Hilvanó tres victorias consecutivas a partir de la cuarta fecha (3-1 a Talleres en Remedios de Escalada, 2-1 a El Porvenir en casa, 3-1 a Villa Dálmine en Campana) y ya pasó a ser uno de los animadores, con vocación por jugar la pelota, los goles de Daniel Paz y Lorenzo Román, la conducción de De Andrade, la solidez en el fondo de la zaga central José Putero-Enrique Belloni y Norberto Peratta, padre de Sebastián, bajo los tres palos.
En la octava perdió 1-0 con Central en Rosario, pese a haber dominado durante largos pasajes, y en la 17 igualó 1-1 ante Racing Club como local, en cancha de Vélez, confirmando que estaba para pelearles en un mismo plano. Lo ratificó en la segunda rueda, cuando venció a ambos: 2-1 al Canalla y por el mismo resultado a La Academia, uno de los triunfos más recordados en la historia de San Miguel.
La frustración en semifinales
San Miguel eliminó en los cuartos del octogonal a Defensores de Belgrano. Pese a la derrota 2-1 en la ida, se impuso 1-0 en la vuelta y avanzó por mejor posición en la etapa clasificatoria. Le tocaba en semi con Atlanta, que venía de dejar atrás a Lanús.

El primer cruce (fueron todos en cancha neutral) se disputó en cancha de Ferro el 17 de diciembre y terminó 0-0. La revancha, una semana después en el mismo escenario y bajo una fuerte lluvia, favoreció 3-0 a los de Villa Crespo, una diferencia inimaginable dada la paridad entre ambos. ¿No quiso ir a fondo San Miguel por el ascenso? De haber sido así, no fue el primer caso y seguramente no será el último.
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La única certeza es que el Trueno Verde hizo ruido aquel año y, como nunca antes ni después, estuvo cerca de mezclarse entre los más grandes. Como sueña ahora de la mano del Sapito Coleoni.
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