Sobrevivió a la Masacre de Hurlingham pero murió el bebé que estaba por nacer: volvió a ser mamá
Mónica Lloret se recuperó de la peor matanza de la que se tenga registró en el distrito, pero uno de los cinco disparos que sufrió mató a su hijo. A los 41 años, cinco después de aquella tragedia, tuvo a Gabriel.
A Mónica Lloret (41), la llamada Masacre de Hurlingham la marcó para siempre. Se trata de aquella noche del domingo 5 de febrero de 2017 en que su familiar, Diego Loscalzo, llevara adelante la peor matanza de la que se tenga registro en el distrito: mató a tiros a cinco integrantes de su familia.
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Esa noche, ella no sólo perdió a su pareja, asesinada a balazos, sino que recibió cinco disparos y uno de ellos mató al bebé que llevaba en la panza y por el que estaba a punto de dar a luz.
La mujer logró sobrevivir pero el sueño de tener a Mateo (así iba a llamarlo) murió esa noche. A cinco años de esa tragedia, hoy es un ejemplo de resiliencia: a mediados de diciembre pasado volvió a ser mamá y dio a luz a Gabriel, su quinto hijo.
Al tener el útero suturado, tuvo que cursar un embarazo de riesgo. Debió hacer mucho reposo desde el tercer mes de gestación pero el milagro se concretó y hoy pasa sus días con el bebé en sus brazos, fruto de su relación con un hombre que era amigo suyo desde hace años y que finalmente no funcionó.
«Como costó tanto este embarazo, recién cuando llegué al séptimo mes de sentirlo en mi cuerpo me emocioné y me convencí de que iba a ser una realidad, pero hasta que no naciera y no lo escuchara llorar no lo iba a poder creer. Esto para mí es un nuevo comienzo y diferente. Extraño todo lo que no está, pero hay que seguir. Se puede vivir con el dolor, que no implica olvidarlo», dijo Mónica a Primer Plano Online.
La mujer, que es técnica en hemoterapia y trabaja en una terapia renal, tiene otros hijos varones de 25, 23 y 16 años y a su hija Camila, de 18, la que también resultó herida en la noche del horror. «Ella es la que hace dormir al nene y me ayuda en todo. Se le cae la baba por el hermanito», contó.
Y cerró: «La llegada de Gabriel cambió todo, es una caricia ante tanto dolor. Es muy importante que sepan que siempre hay un arco iris después de la tormenta».
Cómo fue la masacre de Hurlingham
Diego Loscalzo, en aquel entonces de 38 años, venía en crisis con su pareja Romina Maguna (36), policía del Comando de Patrullas de San Isidro. Se estaban separando pero él no quería abandonar la casa donde convivían en la calle Cañuelas 2056, en William Morris, en el oeste del Conurbano. Aquella dramática noche del domingo 5 de febrero de 2017, discutieron después de la cena y la atacó. Los hijos menores de ella (fruto de una relación anterior) huyeron a sus habitaciones y se escondieron debajo de una cama mientras escuchaban los disparos de arma de fuego con el que la mató.
En el mismo domicilio, pero en otra vivienda, vivía la hermana de su mujer, Vanesa Maguna (38) y su esposo Darío Díaz (34), a quienes también asesinó a tiros. También le disparó a Cintia López Gotta, amiga de las hermanas fusiladas, quien fingió estar muerta para que el asesino la deje allí. Logró sobrevivir.
Luego, se trasladó 25 cuadras hacia la casa donde vivía el resto de la familia de su pareja. Les dijo que ella había sufrido un accidente doméstico para hacerlos subir a un auto pero a los 150 metros frenó y continuó matando: asesinó a Juana Paiva (55), la madre de Romina y al hermano José Eduardo Maguna (38). Además, también les disparó a la esposa de este último, Mónica Lloret, que estaba embarazada, y a la hija de esta, Camila Maciel.
Mónica, esa noche, recibió un balazo en cada pierna, otro en el tórax, otro al costado del abdomen y el último en la panza, que mató a su bebé.
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Tras la masacre, la Policía dio con el paradero de Loscalzo a través del rastreo de su teléfono celular. Detectaron que estaba en la terminal de ómnibus del barrio porteño de Retiro, pero cuando llegaron allí ya se había tomado un micro. Finalmente, tras alertar a fuerzas de seguridad provinciales, lo detuvieron en la localidad de Río Segundo, Córdoba, al día siguiente.
Lo condenaron a prisión perpetua por el Tribunal Oral Criminal N°1 de Morón de los jueces Juan Carlos Uboldi, Claudio Chaminade y Mariana Maldonado. No tuvo derecho a libertad condicional y, de hecho, se le rechazó el pedido de arresto domiciliario que había solicitado aludiendo problemas de salud por hipertensión arterial.