El increíble hallazgo de la pelota de una final histórica entre Racing y Banfield jugada en 1951: la donarán a un museo
Es la que se utilizó en la final del campeonato definido en desempate: tras compartir el primer puesto, la Academia le ganó al Taladro. Cómo se encontró el balón, que es considerado una reliquia por los futboleros.
La final del campeonato de 1951 es una de las más recordadas del fútbol argentino. Racing y Banfield quedaron igualados en el primer puesto y debieron ir a un desempate de dos partidos en el Viejo Gasómetro de San Lorenzo para definir al campeón: el primero fue un empate sin goles y el segundo terminó consagrando a la Academia, que ganó por 1-0.
Lo cierto es que aquella temporada quedó grabada en la memoria de los hinchas del Taladro, que consideraron injusto aquel desenlace después de la impresionante campaña de ese sensacional equipo, que había quedado con mejor promedio y diferencia de gol que los de Avellaneda.
Se dice, incluso, que Eva Perón tenía simpatía por Banfield en aquella final: su triunfo podía reforzar el mensaje de que los pobres también podían alcanzar el éxito, la promoción de un concepto que fue el eje de los gobiernos del presidente Juan Domingo Perón.
Cómo se halló la pelota de aquella final entre Racing y Banfield
La pelota de la histórica final, de cuero duro y pesado como se usaban en esa época, se la quedó Luis Alberto Bagnato, el capitán de aquel banfileño y que vistió en 311 partidos la camiseta albiverde entre 1946 y 1956. El balón pasó al olvido hasta hace unos días, cuando Hernán Graña, su sobrino, la encontró en la casa de su abuela. Ahora la donará al club Buchardo, que fue intervenido por Banfield y en el lugar montó un museo histórico de la institución.
«Yo buscando otras cosas, y siempre había visto la foto de mi tío original de esa fecha, pero era una imagen y nada más, no era algo demasiado histórico como para pensar en hacer una donación. Pero me llevé una sorpresa cuando encontré la pelota original de esa foto, y ahí pensé que eso tenía que estar en exhibición. Yo sabía que Banfield estaba con el tema del museo, fui varias veces al Buchardo vi cosas de toda la historia del club y me contacté con Eduardo Spinosa (presidente de la institución). Para mí es un placer poder donar esta pelota», comentó.
Reveló que Luis Bagnato recordaba con amargura aquella temporada. «Cuando hablábamos de fútbol él siempre me contaba que quedó con una espina clavada en el 51, de cuando le tocó jugar contra Chacarita, que jamás vio una bombeada tan grande en su vida, que no había forma que ellos pudieran ganar el partido. Finalmente terminó ganando Chaca 1-0 y eso hizo que Racing y Banfield llegaran empatados en la última fecha en puntos y que luego pasara lo que pasó», dijo.
Por otro lado, cuestionó: «Yo creo que mi tío hoy no está recordado en Banfield como se merece, porque él dejó su vida por el club, fundó la escuelita de fútbol trabajando durante años, años y años ad-honorem. Durante un tiempo esa escuelita llevó su nombre».
Y agregó: «La modernidad y los cambios -lamenta- provocaron que se tirara abajo a la escuelita vieja, se hiciera la nueva y creo que hoy no se conserva la placa original de la escuelita y el nombre Luis Bagnato fue tapado con pintura nueva y no se volvió a colocar. Cada vez que voy al predio, busco una foto de mi tío y no la encuentro, es algo que le mencioné a Eduardo Spinosa».
Al hablar de su tío, Graña se enorgullece: «Era un tipo fabuloso, humilde, honesto, todo el mundo lo quería. Yo me canso de escuchar a gente que me dice ‘tu tío me enseñó a jugar a la pelota’. Él siempre andaba silbando sus tanguitos y tirando una metáfora tanguera en algo que te quería decir. Tengo los mejores recuerdos de él».
Por último, contó que su familia estaba vinculada al Taladro. Tanto, que en el club Buchardo hay una foto de aquel equipo de 1951 en el que aparecía una nena, que es Ana María Bagnato, hija de Luis y madrina de Graña.
Su padre también estaba vinculado a la institución: «Él estuvo en las Inferiores y luego fundó la escuelita, era feliz ahí. Él les decía a los chicos que primero tenían que hacer los deberes y jugar al fútbol antes de entrenar. Incluso les preguntaba a los padres si sus nenes estaban yendo a la escuela. Había logrado un ambiente muy lindo y familiar, mi mamá y yo íbamos a los asados. Siempre le gustó mucho estar con los chicos y por eso disfrutó mucho de sus nietos. Banfield siempre fue su amor y el fútbol su pasión», cerró.