Histórico: el Papa León XIV aprobó el milagro de Enrique Shaw y el empresario de Berazategui será beato
El Santo Padre firmó el decreto que reconoce la curación milagrosa de un chico en Suipacha. El ejecutivo de la cristalería Rigolleau, reconocido por su compromiso social y su fe inquebrantable, queda así a las puertas de la santidad.

Enrique Shaw desarrolló toda su vida y obra en Berazategui, donde su labor en la mítica cristalería Rigolleau dejó una huella imborrable en la comunidad obrera y empresarial. Ahora la Iglesia católica lo nombró beato.
El Vaticano oficializó este jueves a Enrique Shaw como beato, en lo que es un paso fundamental para la fe argentina. Durante una audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, el Papa León XIV autorizó la promulgación del decreto del Dicasterio para las Causas de los Santos que reconoce el milagro atribuido al venerable Enrique Shaw.
Aunque nació en París en 1921, Shaw desarrolló toda su vida y obra en Berazategui, donde su labor en la mítica cristalería Rigolleau dejó una huella imborrable en la comunidad obrera y empresarial.
El milagro que permitió este avance ocurrió en Suipacha, provincia de Buenos Aires, el 21 de junio de 2015. Un niño de apenas cinco años sufrió una lesión craneana gravísima tras recibir una violenta patada de un caballo que se había asustado por una víbora.

Ante la gravedad del cuadro, sus padres -vinculados a la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE)- pidieron fervientemente la intercesión de Shaw. La recuperación fue científicamente inexplicable: el niño sanó sin secuelas y hoy es un adolescente que lleva una vida normal.
Quién fue Enrique Shaw: su camino de fe y compromiso social
El proceso de beatificación de Shaw ha sido firme. En 2021 durante el mandato del Papa Francisco se reconocieron sus virtudes heroicas: se promilgó el decreto de la Congregación para las Causas de los Santos, que reconocía al empresario argentino y lo convertía en «venerable». Y a principios de este 2025, el milagro superó las instancias médicas y teológicas de manera unánime.
Hijo de una familia de una de las familias más ricas del país: su madre era Sara Tornquist y su padre, Alejandro Shaw, fundador del banco que llevó su nombre.
Enrique Shaw fue un hombre que supo unir el mundo del trabajo con el Evangelio. Tras estudiar en el colegio La Salle de Buenos Aire tuvo un paso por la Escuela Naval Militar, donde dio testimonio de su fe en los mares del sur, pidió la baja en la Armada en 1945 para dedicarse a su verdadera misión: aplicar la Doctrina Social de la Iglesia en el ámbito empresarial.

Como director de Cristalerías Rigolleau S.A., Shaw se destacó por un trato profundamente humano, preocupándose por cada empleado como si fuera un hermano. Supo tener a cargo a más de 3.500 empleados. Padre de nueve hijos junto a su esposa Cecilia Bunge, fue el impulsor de ACDE y un actor clave en la creación de la Asignación Familiar en el país. Su vida demostró que la eficiencia económica puede ir de la mano con la justicia social y la caridad cristiana.
La figura de Shaw trasciende los altares por su incansable trabajo institucional. Además de su rol en el sector privado, integró el primer consejo de la UCA, trabajó en la Acción Católica Argentina y promovió el Movimiento Familiar Cristiano.

Su fallecimiento en agosto de 1962 en Buenos Aires no apagó su luz; por el contrario, su ejemplo como «dirigente santo» se multiplicó entre los trabajadores que, en su momento, donaron sangre para intentar salvarle la vida en sus últimos días.
Austero, su auto era una estanciera y nunca usó chofer. Shaw, además de su obra como empresario, también dejó material escrito sobre su experiencia y sobre la fe cristiana que profesó hasta el último día de su vida. Sus libros fueron: «Peldaños en el amor a Dios» (1944); «La Misión de los Dirigentes de Empresas» (1958); «Eucaristía y vida empresaria» (1959); «La Empresa: su naturaleza – sus objetivos y el desarrollo económico» (1961); «Ética del marketing y su proyección social (1962)»; y «Dominad la Tierra» (1962).
Ayer, la Comisión Teológica dio el visto bueno final y hoy la firma del Sumo Pontífice cierra un círculo de esperanza, mientras que la memoria de Shaw sigue viva en cada rincón de la mítica Rigolleau. Con este decreto, la Iglesia argentina celebra a un laico que encontró la santidad entre máquinas, oficinas y el amor a su familia.

Con aprobación eclesiástica del Arzobispado local, estas son las frases que deben usarse para solicitar la intervención divina de Enrique Shaw:
«Oh Dios, tu siervo Enrique nos dio un alegre ejemplo de vida cristiana a través de su quehacer cotidiano en la familia, el trabajo, la empresa y la sociedad. Ayúdame a seguir sus pasos con una profunda vida de unión contigo y de apostolado cristiano. Dígnate glorificarlo y concédeme por su intercesión el favor que te pido… Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.»







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