La rutilante figura del fútbol argentino que pide donaciones para Zárate, donde dio sus primeros pasos en el Ascenso
El crack hizo un posteó en sus redes para que envíen ropa y alimentos al que fuera el club de sus inicios. Tiene una dura historia de vida y un gran sentido de pertenencia con esa ciudad.

El posteo que subió Maravilla Martínez a sus redes para pedir donaciones para los vecinos de Zárate.
La situación con las inundaciones en Zárate es desesperante y conmueve al país. Con una provincia movilizada por la ciudad del norte, el delantero de Racing Club, Adrián “Maravilla” Martínez fue otro que se sumó a pedir donaciones para los damnificados por el temporal que son recibidas en el club Defensores Unidos de Zárate (CADU), el club del Ascenso donde comenzó su carrera profesional luego de haber trabajado como recolector de basura y tras haber estado injustamente preso a los 23 años.
El futbolista compartió una imagen del club CADU con el llamado a donar ropa, pañales, agua, alimentos no perecederos y alimentos para mascotas, en el marco de una campaña para ayudar a los damnificados que tiene como centro de recepción la sede de Sáenz Peña 690, en Zárate.

Martínez debutó en el profesionalismo en CADU en 2015, luego de haber jugado como juvenil en Villa Dálmine y en el club amateur Las Acacias de Campana. En sus comienzos no cobraba sueldo, pero su rendimiento lo llevó a destacarse rápidamente y pasar a Atlanta, donde comenzó a hacerse conocido tras marcar goles a River y Belgrano en la Copa Argentina.
La dura vida de Adrián Martínez: cárcel, Zárate y sus clubes
El delantero es oriundo del barrio Las Acacias, una humilde zona de Campana. Entre los 17 y 18 años tuvo un intento por ingresar a desempeñarse en las filas formativas del Villa Dálmine, pero no superó las pruebas y ahí empezó a pensar que el fútbol no iba a ser el camino que iba a seguir en la vida. De todas formas, despuntaba su vicio los fines de semana jugando para el club de su barrio en las difíciles canchas de la liga campanense, mientras trabajaba como recolector de basura.
Sin embargo, un día, cuando volvía en moto a su casa, chocó con un auto y quedó con una grave lesión en su mano. Su vida, entonces, dio un giro. «Casi me muero. Estuve un año con la mano mal pero antes, a los cinco meses, llevé el alta a la empresa. Yo quería pasar de estar en el camión de basura, porque ya no podía, a ser barrendero. El médico del trabajo puso que no estaba capacitado para trabajar y me echaron. Al final ni siquiera pude cobrar indemnización», relató.

Comenzó a trabajar como ayudante de albañil para ganarse la vida mientras buscaba otro rumbo. En 2014, en medio de un conflicto vecinal, su hermano recibió tres tiros y terminó internado en el hospital. Decenas de vecinos y allegados hicieron justicia por mano propia movilizándose y quemando la casa de los supuestos agresores. Estos acusaron a Adrián Martínez, y pese a que no había estado allí en ese momento, fue detenido: estuvo encerrado en la cárcel de Campana durante seis meses.
Sobre su experiencia en la Unidad Penitenciaria N°21 Maravilla había contado: «Nunca demostré debilidades. Adentro no podés demostrar nada. Matan, apuñalan, sí o sí hay peleas todos los días, toman de rehenes a los policías. Es otro mundo ahí adentro. Nada parecido a lo que reflejan las noticias. Ahí adentro no se puede vivir».

Semanas después de salir de la cárcel y por la sugerencia de un amigo, Adrián Martínez fue a presentarse a una prueba en el club Defensores Unidos de Zárate. «Mientras estuve encerrado hice una promesa a Dios, le dije que si me daba lo de jugar al fútbol lo iba a seguir siempre. Cuando fui a las pruebas, hice goles en un par de amistosos ante equipos de la Primera B Metropolitana y de la C y quedé. Como el club no me iba a pagar un sueldo, sólo viáticos, mi amigo me daba una mano en lo económico», contó.

Luego firmó contrato con el Celeste zarateño y continuó pagando esa confianza en goles, agradecido con la institución. «Pensaba que el fútbol era para renegar, que a los jugadores no les pagaban, que siempre les debían plata, pero en el Defensores Unidos tenían los sueldos al día y siempre estaban pendientes de uno», dijo. Y agregó que durante el primer año tuvo que adaptarse a los entrenamientos porque «no sabía ni agarrar una pesa», pero mejoró mucho su potencia física.
Sus goles en la Primera C despertaron el interés de Atlanta, que se lo llevó para jugar en la Primera B Metropolitana. En el Bohemio metió 15 goles en su primera temporada, incluyendo un gol a Belgrano y otro a su amado River por Copa Argentina. En 2018, la oportunidad surgió en la primera división de Paraguay, donde se fue a jugar para Sol de América y terminó como goleador del torneo con 12 tantos.
Después, su camino siguió por un «grande» paraguayo como Libertad, donde ganó la Copa de Paraguay en 2019 y el Torneo Apertura 2021. Además, con la camiseta albinegra salió segundo máximo goleador de la Copa Libertadores del 2019 con seis goles. Estuvo a préstamo después en Cerro Porteño y Coritiba de Brasil, hasta que Instituto puso sus ojos en él y lo fichó en el verano de 2023.

Maravilla tuvo luego una actuación consagratoria en la Bombonera, donde le hizo un gol a Boca en el histórico triunfo de la Gloria cordobesa. Sin embargo, los cordobeses lo dejaron libre y allí estaba Racing, que se quedó con el goleador. Fue una apuesta que en un abrir y cerrar de ojos se transformó en una realidad absoluta, una locura goleadora que entró en racha y paró más.
El 9 de febrero de 2024 convirtió sus primeros tres goles y una asistencia ante San Lorenzo. El 24 de ese mes convirtió el gol de la victoria enel clásico contra Independiente y el 10 de marzo le hizo otro a Boca en la derrota 4 a 2. Y siguió: el 21 de marzo convirtió su primer gol por Copa Argentina y el 4 de abril la metió por primera vez a nivel internacional ante Sportivo Luqueño, por Copa Sudamericana.
Corolario: desde que llegó a la Academia marcó 43 goles en 69 partidos, una cifra descomunal. «No soy un jugadorazo, no hago goles espectaculares. Por ahí la pelota pega en el palo y me queda justo a mí. Tengo eso extra. Por supuesto que también está mi entrega. Pero a veces hay jugadores que hacen todo bien y la pelota no entra», afirma dando muestras de la humildad que lo caracteriza, el mismo don que lo ha llevado a alzar su voz para pedir por los inundados zarateños.
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