La lista de Scaloni: la historia del Papu Gómez, el pibe de Avellaneda que quería ser como el Piojo López
A los 34 años, el futbolista criado en Sarandí afronta su primera Copa del Mundo. De aquellos días en los que usaba la 7 de Racing como su ídolo a estos en los que es reconocido por su talento y su alegría en el grupo.
La lista de Lionel Scaloni incluye 26 historias. La del Papu Gómez, el pibe de la zona Sur del Gran Buenos Aires que quería ser como el Piojo López, tiene puntos en común con otras y particularidades que la vuelven única, especial.
Nacido el 15 de febrero de 1988 en Sarandí, de cuna humilde como la mayoría, Alejandro Darío Gómez empezó en el baby fútbol de Racing cuando Claudio López era un miembro del elenco estable de la Selección dirigida por Marcelo Bielsa. Y a diferencia de muchos que le reconocían al cordobés su velocidad pero le criticaban sus resoluciones, Gómez lo tuvo siempre arriba en la lista de sus favoritos.
De hecho, el propio futbolista que estará en Qatar 2022 subió, en los últimos tiempos, una foto en su cuenta de Instagram en la que no esconde que aquella idolatría por el delantero cordobés no se limitaba a la Selección: se lo ve con la camiseta de Racing y el número 7, el identificatorio del Piojo López en la Academia.
Papu, de Sarandí a dos Mundiales
Pese a aquella admiración infantil, Alejandro utilizó otros recursos para destacarse como futbolista. Ya en las Inferiores de Arsenal empezaron a conocerse su habilidad para manejar el balón, la precisión de su pegada y un panorama poco frecuente para futbolistas de las divisiones formativas.
Esas virtudes le aseguraron un lugar en el seleccionado juvenil que viajó al Mundial de Canadá, en 2007, último título conquistado por nuestro país en esa categoría. Sergio Romero, Ángel Di María, Ever Banega, Sergio Agüero y Mauro Zárate fueron algunas de las grandes figuras del plantel, dirigido por Hugo Daniel Tocalli.
Ese mismo año, de regreso a la Argentina, Papu Gómez fue el toque de distinción y calidad de un sólido Arsenal que conquistó la Copa Sudamericana, primer título internacional del club fundado, entre otros, por Julio Humberto Grondona. En el camino quedaron San Lorenzo, Goiás de Brasil, Chivas de Guadalajara y River.
En la definición del torneo, el volante tuvo un papel protagónico. Dos goles suyos le permitieron al conjunto de Gustavo Alfaro vencer 3-2 al poderoso América de México en el Estadio Azteca. La derrota 2-1 en la vuelta, disputada en cancha de Racing, no impidió que los del Viaducto levantaran un trofeo que, hasta ese momento, solo habían conseguido otros dos compatriotas: Boca (en dos oportunidades) y San Lorenzo.
El Papu Gómez, de Boedo a Europa
El Ciclón fue, justamente, el siguiente destino laboral de Alejandro. “Aunque no nos haya ido tan bien en lo deportivo, a mí me sirvió mucho para aprender”, afirmó Gómez de aquella experiencia. Diego Simeone, uno de sus técnicos, le pedía que no limitara sus acciones únicamente al plano ofensivo. “Tenés que acostumbrarte a volver y ayudar en defensa, eso te va a servir para cuando vayas a Europa”, le repetía.
El futbolista, de apenas 21 años, le hizo caso y terminó en el Viejo Continente: primero en el Catania de Italia, lugar en el que dejó lindos recuerdos; luego en el Metalist de Ucrania, de donde huyó despavorido cuando pudo porque “la gente andaba por la calle con ametralladoras”, y posteriormente en el Atalanta, sitio de su consagración definitiva.
Casi al borde de los 30 le llegó la oportunidad de volver a la Selección, esta vez a la de los grandes, al lado de Lionel Messi y compañía. Jorge Sampaoli confió en él durante la etapa de las Eliminatorias, pero no lo tuvo en cuenta a la hora de armar la lista de convocados para el Mundial de Rusia.
Al margen de la lógica decepción provocada por esa ausencia, Gómez se repuso y en la temporada 2018/19 logró un récord de 16 asistencias con un Atalanta elogiado dentro y fuera de Italia por una propuesta futbolística que lo llevó a incluso a disputar, por primera vez en su historia, los cuartos de final de la Champions League.
Pase a Sevilla y regreso a la Selección
Aunque ya había alcanzado estatura de ídolo en Bérgamo, pese a su escaso 1.67 metro, Gómez decidió mudarse para probar suerte en el Sevilla, que a la sombra de los colosos Real Madrid y Barcelona es uno de los habituales animadores de la liga española. Se esperaba que podía irle mejor en la institución andaluza, donde volvió a coincidir con Sampaoli como DT.
La afición quedó molesta porque en las últimas semanas de octubre y las primeras de noviembre pareció más preocupado por su actuación mundialista que por sus compromisos con los sevillistas.
También se puede entender desde la ilusión que tiene por la chance de jugar su primera Copa del Mundo, cuando cuatro años antes había sufrido el revés de no ser tenido en cuenta por Sampaoli para la Selección. “¿Saben lo que es estar tan cerquita de estar en un Mundial y quedarte afuera? Ustedes no se dan la menor idea de lo que se siente. Yo estaba recontra ilusionado, porque fui titular contra Perú, casi fui titular contra Ecuador, jugué los amistosos. Yo me sentía parte y me sentía importante. Estoy muy triste”, había señalado el Papu en aquellos días.
La realidad es que Alejandro Gómez, a los 34 años, cumplió el sueño de cientos de miles de chicos criados en los potreros del Conurbano. Estará en un Mundial con la camiseta celeste y blanca, la que se ponía de pibito mientras imaginaba ser el Piojo López.
Ahora, un cuarto de siglo después, son muchos los pibitos que lo imitan a él, que tratan de emular sus gambetas, que se animan y hasta bailan como el Papu…