El horror del jardín Tribilín en San Isidro: cinco maestras condenadas por maltrato infantil pero ninguna está presa
El caso generó conmoción en 2013: un padre colocó un IPad en la mochila de su hija y grabó los maltratos y torturas de las docentes a los chicos. Algunas de las condenadas fueron excarceladas y otras nunca pisaron un penal.
El jardín de infantes Tribilín, ubicado en San Isidro, quedó en el centro de la escena nacional en 2013 cuando se hicieron públicos una serie de grabaciones de audio en los que se exponían las torturas y el maltrato al que sometía el personal de la institución a los niños que asistían allí.
El origen de la investigación fue la iniciativa de un padre que colocó un IPad en la mochila de su hija, luego de notar que la nena tenía comportamientos extraños. El registro que obtuvo cuando volvió la chiquita fue estremecedor y, al escucharlo, lo compartió con otras familias. Por ello se realizó una masiva denuncia contra el jardín de la calle O’Higgins al 500, en el norte del Conurbano.
En los audios se escuchaba la voz de Yanina, una de las docentes, que le decía a un nene de 3 años: «¿Podés sacar el cuaderno en vez de ponerte a boludear? Dejá de gritar, callate. ¿Querés ir a la pileta? Bueno, callate. ¡Callate!. Ponete a guardar, enfermo mental”.
Los chicos reaccionaban con angustia ante la posibilidad de ser castigados con «la pileta». Lloraban y pedían con desesperación no ser llevados allí. Tras las averiguaciones, se pudo comprobar que eran torturados sumergiendo sus rostros en el agua cuando consideraban que se portaban mal.
Aquellos episodios dejaron secuelas en los nenes, que no querían bañarse en sus casas ni que los mojaran. «Nunca vi un drama parecido, fue perturbador no solo para la vida de los niños sino también de los padres. Algunos siguen con secuelas hasta hoy», comentó Sergio Arenas, abogado de las familias.
El juicio y las condenas en el jardín Tribilín de San Isidro
El caso llegó a juicio en 2018 y el Tribunal Oral Criminal N°4 de San Isidro condenó a la directora Noemí Núñez a 7 años y 6 meses de prisión; a su socia Mariana Buchniv a 5 años y 6 meses de prisión. Yanina Gogonza, una de las docentes que se escuchaba en los audios, recibió 7 años; en tanto que la auxiliar a Noelia Gallardo le dieron 6 años y 3 meses; y a otra auxiliar, Vanina Diap, 4 años y 6 meses.
Además, fueron inhabilitadas por 10 años para ejercer todo tipo de actividad relacionada con niños; por lo que para 2028 podrán volver a trabajar con menores.
Arenas le dijo a TN que hoy, a cuatro años de aquel fallo, varias de las condenadas no están tras las rejas. De hecho, ninguna de las cinco pasó más de un año y medio en una cárcel. Diap y Buchniv jamás pisaron una celda.
Cómo será el acto de Cristina Kirchner en Merlo que marcará su reaparición en el Conurbano
Nuñez, Gogonza y Gallardo fueron excarceladas durante la pandemia del Covid-19 y cumplen prisión domiciliaria sin demasiados controles. «La condición es que la policía vigile y cada tanto llame el tribunal para verificar que estén ahí. Fue una sentencia ejemplar, aunque hubiese querido que la represión penal hubiera sido más efectiva», reveló el letrado. Para la Justicia, las tres no cuentan con recursos económicos para fugarse y «difusión pública del caso dificultaría cualquier intento en ese sentido».
Sin embargo, esa situación era insuficiente para las familias afectadas. Durante la cuarentena dispuesta por el Gobierno nacional, una madre de uno de los nenes maltratados había comentado: «Pienso, están cumpliendo la domiciliaria, y uno entiende el contexto, pero ellas todos los días están en la casa, comen con sus familias, están encerradas sí, como vos y yo en este momento. Tienen la misma vida que cualquiera de nosotros en cuarentena, pero ellas cometieron un delito. Yo tengo que acompañar a mi hijo y contenerlo todavía cuando se desata alguna situación producto de lo que ellas le hicieron».
Finalmente, el abogado Arenas compartió sus sensaciones sobre el caso, que fue realmente escalofriante: «Dejás de creer en el ser humano, te vas vaciando. La magnitud de lo que es la maldad humana la vi con la causa Tribilín».