De Ingeniero Maschwitz salió otro campeón en tierras ajenas: lo eligieron el mejor barman de España
Luis Inchaurraga consiguió el título en el prestigioso concurso World Class Competition. Desde Madrid, le contó a Zonales su largo recorrido que se inició en el colectivo 291 y hoy lo tiene volando por el mundo.
Ajeno a las competencias futbolístas sobre quién es el verdadero Rey de Copas, en Ingeniero Maschwitz, partido de Escobar, se crió un hombre que bien se tiene ganado el mote, aunque si a deportes se refiere, lo suyo pasa claramente por el básquet. Pero aquí la cuestión es otra, porque la referencia no tiene que ver con las copas que se ganan, sino con las que usan para beber.
Se trata de Luis Inchaurraga, quien hoy tiene 44 años y recientemente fue elegido como el mejor barman de España 2021 en el prestigioso concurso World Class Competition. Desde el otro lado del mundo, el flamante campeón le contó a Zonales su historia en un día de argentinos vencedores de títulos en tierras ajenas. «Me presenté por primera vez este año al certamen y lo terminé ganando. Fue una experiencia hermosa que me permitió competir también por el título mundial».
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Los primeros recuerdos del criado en Ingeniero Maschwitz sobre el barrio en el que vivió hasta que se mudó a España en 1998 se remontan a los viajes compartidos en el colectivo 291: «Íbamos a la escuela en bondi -contó sin perder el lunfardo rioplatense- con mis hermanos, primero fui al Santa María y luego al San Vicente. Era una época muy distinta a la actual, me vienen a la cabeza miles de imágenes. La heladería, la pizzería, el club en que el empecé a jugar al básquet, todos los recuerdos son súper bonitos».
Su pasión por la coctelería arrancó cuando estaba estudiando Turismo en la sede Pilar de la Universidad del Salvador: «En una materia llamada Organización Hotelera nos enseñaban sobre alimentos y bebidas. El profesor nos comentó que se podía aprender cómo hacer tragos en distintos cursos y me anoté en uno. Al poco tiempo empecé a trabajar de eso, me fui primero por unos meses a Salta con otros bartenders de Buenos Aires y al volver decidí largar todo e irme a probar suerte afuera del país».
De Ingeniero Maschwitz a España
Ese viaje iniciático a España que terminó siendo definitivo lo hizo en compañía de Christian Delpech, quien luego se convertiría 19 veces en campeón del mundo de flair, la disciplina también conocida como coctelería acrobática. El arranque fue complejo porque viajaron antes de que se iniciara la temporada.
«Tenía mil dólares y un pasaje abierto por tres meses. Nos fuimos a Tenerife por las fotos de la guía de bares de Las Canarias. No sabíamos ni a dónde ir. Estábamos con Cristian. Vimos que había muchos bares. Aunque teníamos buenos currículums, fuimos muy pronto y sin papeles. Éramos unos debutantes. No sabíamos cómo movernos. Terminos en un apart hotel de turistas que nos salía carísimo y al poco tiempo nos quedamos sin plata».
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Lejos de dejarse llevar por la desazón, el contratiempo los hizo más fuertes: «Por un contacto, nos presentamos con una familia de argentinos que nos salvaron. El padre tenía una constructura y nos ofreció dormir en el piso de una obra y trabajar ahí. No fue fácil, pero decidimos apostar y pelearla. En esa época fumaba y tenía que juntar las collilas del piso para armar un cigarrillo. Con la comida era parecido, comprábamos una baguette y le poníamos puré de tomate».
La situación cambió con el comienzo de la temporada, ya que pudieron empezar a trabajar de lo suyo. En lo que respecta a pasó su infancia y adolescencia en Ingeniero Maschwitz, el protagonista de esta historia, el recorrido incluyó un paso por Andorra, donde pudo desarrollar su pasión por el snowboard, y una travesía por distintos lugares de España que luego de Tenerife incluyó Ibiza, donde estuvo trabajando varios años, y Madrid, su lugar de recidencia actual.
En la capital española armó una empresa con unos socios, pero la cosa no terminó bien y de un día para el otro se quedó sin trabajo, casa ni novia. «Me fui a hacer un retiro espiritual a Tailandia y regresé renovado», contó a Zonales quien hoy tiene su propia escuela de coctelería, su consultora y su empresa de catering de tragos.
¿Ser un buen barman? El criado en Ingeniero Maschwitz que se destaca en Europa tiene su respuesta: «Te tiene que gustar trabajar con gente, para empezar. Hace falta pasión, técnica e inspiración. Pero lo que define a un pibe bueno de uno muy bueno es esa inquietud de querer aprender más, de buscar seguir evolucionando y adquiriendo conocimientos. Todos los años cierro la escuela y me voy a un viaje largo por el mundo a indagar sobre destilados de sabores».
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«Llevo 25 años como barman y sigo estudiando como el día uno. Nunca se acaba, siempre hay cosas para mejorar. Ser un buen bartender no implica solamente hacer un buen cócktel. Si no tenés atención al cliente te falta una parte. Hay que contar con espíritu de servicio. Son muchísimas pequeñas cosas, es una suma de detalles, pero la humildad es fundamental. Hay mucha gente que lo ha perdido. La de barman es una profesión de muchos egos, hacen un curso y se lo saben todas. Para llegar lejos hay que mantener la humildad», recomendó Inchaurraga.
Maschwitz, el básquet y Sportivo Escobar
Luis Inchaurraga tiene un apodo con el que se lo conoce en Sportivo Escobar, pero que en España no está muy difundido: la Garza. De hecho, así lo siguen llamando en las redes sociales los amigos escobarenses que tiene de aquellos años, muchos con los que jugó al básquet a principios de la década del 90. Eran tiempos en los que el club de la calle Colón empezaba a participar con frecuencia en los Provinciales en busca del ascenso a la Liga Nacional B.
«Empecé a jugar al básquet de chico, hice todas las categorías en Sportivo. Jugaba de 3 o de 4. Era de ir mucho mucho abajo del aro, me gustaba penetrar y tenía un buen tiro. Pero cuando estaba estudiando se planteó la posibilidad de llegar a un vínculo un poco más serio y el club no podía afianzarlo. Tuve que tomar la decisión de dedicarme a algo que me diera de comer y opté por el estudio y la facultad», relató Luis.
Con 1,93 metro de altura, el criado en Ingeniero Maschwitz que llegó a jugar en representativos regionales e incluso estuvo cerca de sumarse a Siderca de Campana, equipo que disputaba la segunda categoría del básquet argentino, actualmente despunta el vicio compitiendo una vez por semana en una liga de aficionados en Madrid.