La dura historia del Perrito Barrios: se crió entre tiroteos en Dock Sud y es la bandera de San Lorenzo
Con 1,56 metro, es el jugador más bajo del fútbol argentino. Pasó una vida de privaciones, tanto que no pudo hacer el mismo tratamiento para crecer al que se sometió Messi. Aun así, el talento le permite sobresalir.
Dentro de un plantel con muchos chicos, el Perrito Barrios es unos de los más experimentados de un San Lorenzo que está buscando resurgir en medio de una severa crisis institucional. La historia del Perrito, sus carencias en la niñez y cómo luchó para ganarse un lugar en el Ciclón pueden servir de ejemplo.
Las carreras de los futbolistas no son todas soñadas. Por cada uno que llega a la Primera División de su club hay muchos compañeros de Inferiores que se quedan en el camino. Al caso de Barrios, además, se le suma una infancia muy dura en Dock Sud.
Entre gambetas y tiroteos
Nahuel Barrios nació el 7 de mayo de 1998. Al Perrito siempre le gustó jugar a la pelota, pero las tardes no eran sencillas en el Docke, el rincón del Gran Buenos Aires donde se crió. La canchita del barrio era su lugar favorito y, también, uno de los más peligrosos: allí donde Nahuel comenzó a mostrar su talento, muchas veces las corridas no eran para esquivar rivales sino balas.
El Club Amor y Lucha de Gerli le dio otro marco y otra visibilización a sus gambetas. El primer equipo en posar sus ojos en Barrios fue River. La distancia entre Dock Sud y Núñez truncó ese sueño en apenas tres meses. Y allí apareció San Lorenzo, para cambiar la vida del por entonces adolescente de 12 años.
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Quiso el club de Boedo someterlo al mismo tratamiento hormonal para estimular el crecimiento que pudo hacer Lionel Messi a los 9 años; la Pulga llegó a 1,69 metro. Pero las consultas que hicieron en San Lorenzo dieron una mala noticia: el Perrito Barrios ya había superado la edad para recibir el medicamento. Las privaciones de años previos no le habían permitido siquiera pensar en esa posibilidad. Aun así, el Ciclón apostó por su talento.
El primer gran salto
Las primeras temporadas en el Ciclón las vivió como cualquier chico que quiere cumplir su ilusión de ser futbolista profesional: salía del complejo habitacional Nicolás Avellaneda (los monoblocks que lindan con la autopista Buenos Aires-La Plata) a las 7 de la mañana y se tomaba el colectivo 134 para luego combinar con la línea 101 y llegar al Bajo Flores.
Su gran aparición para el público sanlorencista la tuvo en 2016: con edad de Quinta, fue elegido juvenil del año y firmó su primer contrato hasta 2020. Atrás quedaron los miedos de no llegar a la categoría mayor por su escasa estatura. Con 1,56 metro, es el jugador más bajo de la Primera División y sólo lo iguala el Keko Villalva, el ex River que hoy juega para Ferro Carril Oeste en la Primera Nacional.
El Perrito Barrios, de cabeza a la gloria
La temporada 2017 lo encontró entrenándose bajo las órdenes de Diego Aguirre, DT con el que CASLA había caído inesperadamente en las semifinales de la Copa Sudamericana 2016 ante Chapecoense. Con ayuda del club, Barrios se mudó junto a dos de sus hermanos a Flores, para estar más cerca del entrenamiento.
El Ciclón había arrancado mal en la Libertadores (un empate y dos derrotas) y se le complicaba la posibilidad de avanzar de fase. La noche del 25 de abril le ganaba 1-0 a la Universidad Católica cuando, a 12 minutos del cierre, empató el equipo chileno.
Aguirre recurrió a Barrios y el Perrito, en su debut profesional, se mandó enseguida al área, donde segundos más tarde conectó de cabeza un centro de Bautista Merlini para anotar el 2-1, un gol que quedó en el recuerdo. San Lorenzo clasificó y terminó perdiendo en cuartos de final ante Lanús, posterior verdugo de River en una llave increíble.
Afianzamiento y salida del Perrito
Tras su aparición fugaz, Barrios tuvo como objetivo mantenerse en el primer equipo. Atrás habían quedado los tiempos de admirar ídolos compañeros como el Pipi Romagnoli o dirigentes como Marcelo Tinelli, a quien una vez en Inferiores se le abalanzó para pedirle una foto.
Con Aguirre primero y Claudio Biaggio después, Barrios cuidó su lugar y San Lorenzo siguió siendo un equipo competitivo. Sin embargo, luego de otros dos entrenadores a los que les fue mal (Jorge Almirón y Juan Antonio Pizzi), Diego Monarriz decidió prescindir del Perrito.
Préstamos y regreso a San Lorenzo
El 2020 lo comenzó en Defensa y Justicia. Mariano Soso, DT que lo había pedido, renunció apenas comenzado el año y Hernán Crespo prácticamente no lo utilizó. El parate por la pandemia ocasionada por el Covid-19 aceleró su salida y partió hacia Central Córdoba de Santiago del Estero, que afrontaba su segunda campaña desde el regreso a Primera.
Primero con Alfredo Berti y luego con Gustavo Coleoni, Barrios casi no dispuso de chances: jugó cerca de 500 minutos en 15 partidos, apenas tres como titular. Cuando concluyó el préstamo, Nahuel volvió a San Lorenzo con la expectativa de recuperar su puesto en el club que lo formó.
Renacer futbolístico
En medio de una crisis política que atraviesa a todo el club, el plantel se devaluó y los resultados empeoraron considerablemente. Bajo este contexto, los partidos en el Pedro Bidegain se volvieron un sufrimiento. Tras la Copa de la Liga Profesional 2022, en la que el Ciclón no ganó de local, la dirigencia apostó por Rubén Darío Insúa, un viejo conocido.
El Gallego fue una de las caras del ascenso en 1982 y ganó como DT la Copa Sudamericana en 2002. Veinte años más tarde volvió para tratar de cambiarle la cara al equipo y de a poco lo va logrando. Uno de los grandes responsables de este despertar del Azulgrana es el pequeño Nahuel Barrios.
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El Perrito se transformó en uno de los referentes del plantel con apenas 24 años, cumplidos el 7 de mayo. En este torneo les convirtió Talleres y Unión, en sendos empates en el Nuevo Gasómetro, y fue importante en varios partidos, por ejemplo en la victoria ante Boca, la primera como local en el año. Pasadas cinco temporadas de su debut, Barrios es la bandera de San Lorenzo.