Ponen a la venta «El Castillo» de Cañuelas, un emblemático edificio abandonado por el que piden una cifra millonaria
Inaugurado en 1932, allí funcionó la empresa Finaco, que exportaba alimentos a Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Tras su quiebra y otras explotaciones comerciales, quedó abandonado en la década de 1990.
Su fachada, sus terminaciones y, principalmente, su abandono llaman la atención. «El Castillo», así como popularmente comenzó a llamarse en Cañuelas al edificio que perteneció a la empresa Finaco, no pasa desapercibido. Tiene 90 años y, pese a su estado actual, acaba de ser puesto a la venta.
Se trata de un inmueble de cinco pisos con una superficie de 1.804 metros cuadrados en planta baja, 1.498 en el primer piso, 1.219 en el segundo y 175 metros cuadrados en el tercero, cuarto y quinto. Está emplazado sobre un predio de 4.861 metros cuadrados entre las Rutas 3 y 205, con cercanía a la Autopista Ezeiza – Cañuelas y Ruta 6, en el extremo sur del Gran Buenos Aires.
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Tiene una estructura con recortes medievales y una chimenea imponente que se volvió un símbolo del lugar. Además, cuenta con un subsuelo de 600 metros cuadrados y habría cinco más que están inundados.
Actualmente es propiedad de Nilda Aquino Arzamendia y la operación de venta está a cargo de los corredores inmobiliarios Martín Manías y Eric Mierres, de la firma Remax, quienes le dijeron a InfoCañuelas que «es muy reciente y todavía no han aparecido candidatos. Es un edificio ubicado en zona comercial que por su ubicación puede tener cualquier destino. No sabemos si la estructura se podrá conservar, habría que hacer cateos para verificarlo, pero a simple vista está muy sólido». El inmueble está tasado en 3,8 millones de dólares.
La historia de «El Castillo» de Cañuelas
El histórico edificio fue inaugurado en 1932 por Gustavo Eugenio Artaux, un industrial nacido en Francia y que se especializaba en producir alimentos deshidratados. La empresa, Finaco, comenzó exportando leche y huevos a Europa durante la Segunda Guerra Mundial: llegó a tener 400 empleados y comercializar procesar más de 80.000 litros diarios de leche y de 70.000 a 80.000 docenas de huevo.
Luego produjo dulce de leche bajo la marca «Che Roga», mate cocido con leche «Yerbalet» y «Matelet», té en hebras, dulce de batata, dulce de membrillo, jaleas, mermeladas y cacao. En la década de 1950 incursionó en productos medicinales naturales con marcas como Lactofin, Acitrinol, Aciberol, Digesterol y Fibaber.
La fábrica fue expropiada por el gobierno de Juan Domingo Perón y transferida a IMFASA, una firma nacional que importaba películas fotográficas alemanas para venderlas fraccionadas bajo la marca Wena. Tras impedir sus operaciones en 1956 por la Revolución Libertadora, el presidente Arturo Frondizi autorizó a que continúe en funciones en 1961 pero años más tarde, en 1965, las variables económicas combinadas con algunas decisiones empresariales hicieron que la compañía terminara presentando la quiebra.
En 1986 el edificio fue adquirido por el empresario Nestor Corsi, propietario del salón «La Biela» de Ezeiza, donde exponía autos clásicos de Ford y otros elementos de la industria automotriz. Su idea era crear en Cañuelas un museo de autos clásicos que se transformara en ícono de Sudamérica. En esa época, se hicieron obras en la monumental construcción, como el recorte de almenas, que terminaron de darle el perfil de un castillo medieval.
El proyecto, impulsado por una sociedad que había formado junto a su esposa, Nilda Aquino Arzamendia, actual propietaria del lugar, no prosperó. Con los años, el edificio fue explotado comercialmente como un tenedor libre y un local bailable, pero nunca como una fábrica.