La historia del Pampa Jorge, el héroe de Racing contra Independiente que nadie pudo igualar
Convirtió cuatro goles en un duelo contra Independiente, una marca que se volvió inalcanzable. Surgido de las Inferiores de la Academia, también fue entrenador del equipo en los tiempos de la quiebra del club.
Alberto Mario Jorge le puso nombre y apellido al clásico de Avellaneda con una actuación memorable y un récord que, camino ya al medio siglo, parece cada vez más difícil de superar: cuatro goles en un mismo y emocionante partido que Racing ganó por 5-4. La marca hasta ahora imbatida se produjo el 21 de septiembre de 1975, en un encuentro válido por la primera jornada del Campeonato Nacional.
La Asociación del Fútbol Argentino, así antes como ahora, cambiaba con frecuencia los sistemas de competencia de sus torneos. Para aquel certamen, con fecha de inicio en la Primavera, decidió que todos los clásicos se disputaran el mismo día. Racing entonces enfrentó a Independiente en el Cilindro, donde no lo vencía desde 1968.
Un Independiente rutilante, un Racing luchador
Como era costumbre durante la década del 70, los Rojos llegaban en condición de favoritos. Aquel año habían logrado su sexta Copa Libertadores -la cuarta en forma consecutiva- y contaban en el ataque con una dupla capaz de realizar milagros: Ricardo Enrique Bochini y Ricardo Daniel Bertoni, números 10 y 11 respectivamente.
En Racing había nombres más modestos. Entre ellos se destacaba el Pampa Jorge, así apodado porque el pequeño pueblo de su nacimiento, Villa Maza, se ubica cerca del límite entre los territorios bonaerense y pampeano. Alberto Mario se movía en la zona media, donde hacía gala de su panorama y una interesante pegada.
Independiente tenía como uno de sus arqueros a José Alberto Pérez, quien llegó procedente de River como parte de pago por el pase del volante central Miguel Ángel Raimondo. Pérez -el Perico original- había perdido su lugar en la portería millonaria a manos de Ubaldo Matildo Fillol, justamente un ex Racing.
La especialidad de este primer Perico Pérez, que luego sería dirigente de Futbolistas Argentinos Agremiados, eran los penales. Supo ocupar el primer puesto en la lista de atajadores, hasta que el propio Fillol y Hugo Orlando Gatti -el hombre con más presencias en Primera División- lo destronaron en los años 80.
Un clásico de Avellaneda con todos los condimentos
Una de las particularidades de este cruce imborrable, sobre todo para los fanáticos académicos, fue que Jorge convirtió de penal tres de los cuatro goles, pese a la intimidante presencia de Pérez bajo los palos. El Pampa no se amilanó, cambió direcciones y vulneró a su rival las tres veces que se paró delante de él.
“Independiente puso el fútbol, Racing dejó la vida”, tituló la revista El Gráfico. Resultó una síntesis apropiada del desarrollo frenético de aquel clásico. Los locales se quedaron con diez, por la expulsión del marcador central Rodolfo Domínguez, y aun en desventaja lograron adelantarse 5-3 (Horacio Cordero anotó el restante). Sobre el final descontó Pancho Sá, para aumentar el suspenso de la definición.
Si decimos que el Pampa Jorge fue figura excluyente, en un partido con cuatro penales (hubo uno para la visita, convertido por el uruguayo Ricardo Pavoni) también hay que reparar en el protagonismo del árbitro. Humberto Orestes Dellacassa acertó, según las crónicas, en la sanción de todas esas faltas y también en las tres expulsiones, la mencionada de Domínguez y las de Pavoni y Bochini en el cierre.
La vida del Pampa Jorge después de los cuatro goles
Con la Academia, en una época de pocas alegrías para sus hinchas, sumó 167 presencias y 39 tantos. Estuvo en el radar de César Luis Menotti durante el arranque de la gestión del Flaco en la Selección, pero no quedó. Su carrera continuó y terminó en México, donde vistió con suceso las camisetas de León, Atlante y Oaxtepec.
Luego, como muchos, se dedicó a la dirección técnica. Trabajó en las divisiones inferiores de Racing y hasta cumplió un breve interinato a cargo de la Primera, en el 2000, después de la salida del ídolo Gustavo Costas. Eran los momentos más difíciles de los últimos años en el club, en medio de la quiebra judicial y la administración en los Tribunales de La Plata. En 2002 se consagró campeón con el Toluca. Dirigió también en el Xelaju de Guatemala.
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“En su momento no tomé conciencia de lo que significaba haber hecho cuatro goles en un clásico. Con el tiempo me enteré de que nadie lo había logrado antes. Y hoy, de la manera en que se juegan estos partidos, es difícil imaginar que alguien pueda hacerlo”, suele declarar con modestia el Pampa, hoy 72 años, cuando se le pregunta por su máxima gesta en una cancha de fútbol y en Racing.