Cuando Boca tocó fondo: la historia detrás del partido en el que usó camisetas con números pintados con fibrón
Se cumplen 39 años de una jornada tristemente histórica para el club de la Ribera: al borde de la quiebra, presentó un equipo juvenil que improvisó con la indumentaria para enfrentar a Atlanta.
Ocurrió hace casi cuatro décadas, exactamente 39 años, y hoy hasta es difícil de creer: Boca Juniors jugó un partido de Primera vistiendo camisetas cuyos números fueron dibujados con fibrones y que se borronearon, como era lógico, a los pocos minutos, producto de la transpiración de los esforzados portadores.
Fue el 8 de julio de 1984, por la fecha número 15 de un Campeonato Metropolitano que acabaría por consagrar a Argentinos Juniors, en una Bombonera que había estado casi un año clausurada por problemas edilicios, otro de los varios síntomas de la gravísima situación institucional que atravesaba el club.
La crisis abarcaba casi todas las áreas. Las renuncias y solicitudes de licencia por tiempo indeterminado de los dirigentes se sucedían con frecuencia semanal. Las instalaciones ofrecían un panorama desolador por la escasez de mantenimiento.
Además, las disciplinas amateurs, incluso las más populares cómo básquet y vóley, estaban abandonadas. Los proveedores dejaban de prestar sus servicios por falta de pago: ni siquiera les atendían el teléfono…
Ruggeri, Gareca y Coppola a la cabeza
Con los entonces jóvenes Oscar Alfredo Ruggeri y Ricardo Alberto Gareca (los últimos dos cracks surgidos de las divisiones inferiores, ya integrantes de la Selección de Carlos Salvador Bilardo) al frente, el plantel profesional reclamaba una deuda de larga data. El mismo Ruggeri se ocupa de contarlo cada tanto en sus locuaces intervenciones televisivas de los mediodías.
Como las autoridades no cumplieron con la promesa de dinero hecha después de la importante victoria por 2-1 frente a Vélez, en el estadio José Amalfitani, los futbolistas -convencidos por un influyente y extrovertido Guillermo Esteban Coppola, quien daba sus pasos iniciales como agente de primera línea- se declararon en huelga y decidieron no presentarse a jugar.
Una necesaria aclaración en este punto: la recuperada democracia argentina llevaba siete meses y las demandas ya no se silenciaban. Trabajadores de todos los estratos exigían ante patrones, empresas u organismos oficiales por aumentos de salarios y mejores condiciones laborales, en un marco de altísima conflictividad gremial. Y los jugadores, privilegiados en muchos aspectos, no se quedaban atrás.
Una complicación inesperada para Boca
Sin su nómina habitual, Boca debió afrontar el encuentro ante Atlanta con pibes de sus categorías inferiores, en su mayoría de la Cuarta, dirigidos por la dupla Ernesto José Grillo y Alberto Mario González.
No fue ese el único problema. Los Bohemios, en épocas de marketing incipiente, resolvieron acudir al compromiso con una casaca azul, en lugar de la habitual a rayas. Por entonces no se le avisaba a la Asociación del Fútbol Argentino sobre el tipo de indumentaria a usar.
La confusión con la tradicional xeneize resultaba evidente y el árbitro Juan Antonio Bava ordenó que los locales utilizaran una alternativa. Boca tenía un conjunto de amarillas, pero estaban guardadas bajo llave y el que podía abrir esa puerta, el utilero, también se hallaba de paro porque los empleados tampoco cobraban en término.
Se recurrió entonces de apuro a unas camisetas blancas a las que alguien, con el mayor esmero y la máxima prolijidad posibles, les dibujó los números en la espalda. Así salieron los muchachos al campo, agregándoles a los nervios del debut toda esa incertidumbre previa.
Alfredo Oscar Graciani, que luego terminaría por ser ídolo de la hinchada boquense, puso en ventaja a Atlanta al minuto de iniciadas las acciones. El defensor correntino Marco Antonio Dos Santos, capitán de esa alineación de emergencia, igualó al rato con un fortísimo tiro libre. Alfredo Manuel Torres decretó el definitivo 2-1, poco después de superada la mitad del segundo tiempo.
Aquella tarde en una Bombonera en silencio Boca formó así: Boca Juniors: Walter Marcelo Medina, Franco, Dos Santos, Manfredi, Latorre: Tessone, Fornes, Peruchena, Denny Ramirez; Gustavo Alejandro Torres y Vales. Luego ingresaron Wiarza y Prado.
Las historias menos conocidas
Lo que no se recuerda tanto como aquel episodio es que Boca salió para la segunda etapa con su vestimenta azul y oro de siempre, numerado correcta y nítidamente del 1 al 11. Y lo que menos se cuenta aún es que en la revancha del 24 de noviembre, en el estadio de Independiente de Avellaneda, otra formación xeneize, ya sin improvisaciones, goleó por 5-0 a Atlanta y lo dejó casi sin posibilidades de evitar el descenso.
Quizá se haya tratado de un castigo por haber sido partícipe accidental de aquella jornada oprobiosa, una de las más tristes en los 118 años de Boca.
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