Qué es de la vida de Panchito Guerrero, el héroe del único mano a mano entre César Menotti y Carlos Bilardo
Oriundo de Berazategui, formado en las divisiones inferiores de Independiente, hizo el gol de un partido histórico en 1996. Se convirtió en un trotamundos hasta que se afincó en una ciudad de España.
Francisco Gabriel Guerrero dejó un nombre en el fútbol y fue importante en la historia de Independiente. Un partido suyo, en el que fue autor del único gol, probablemente sea la envidia de muchos de sus colegas. En un país como el nuestro, marcado por las grietas, Panchito Guerrero tuvo una actuación decisiva en el enfrentamiento de los dos técnicos más discutidos por la prensa y el público nacional: fue quien definió el único duelo mano a mano entre Carlos Salvador Bilardo y César Luis Menotti.
Un comienzo meteórico
Panchito Guerrero nació el 23 de agosto de 1977 en Berazategui. Como buen sureño de la provincia de Buenos Aires, comenzó a jugar al fútbol en clubes de la zona y, al difundirse sus habilidades, dio el salto a uno de los grandes de Avellaneda: Independiente puso los ojos en él y en 1994, bien jovencito, ya jugó en la Primera de uno de los cinco grandes del fútbol local. Aquel equipo, comandado por Miguel Ángel Brindisi, había sido campeón y no dudó en sumarlo a sus filas.
Sus condiciones estaban a la vista y a José Néstor Pekerman no se le escaparon: el histórico entrenador de las juveniles de Argentina lo convocó para el Mundial de Qatar 1995. El rol de Panchito Guerrero fue clave: convirtió el 2-0 a Brasil en la final del torneo.
Su carrera de la mano de Pekerman siguió en 1998, cuando -acompañando a un novato Juan Román Riquelme- fue el máximo goleador del torneo Esperanzas de Toulon, donde también Argentina se consagró campeón.
Tras sus andanzas con las juveniles, César Luis Menotti también lo tuvo en cuenta en su Independiente desde que llegó y lo ubicó en la delantera de un equipo que peleó el título. Y confió en él para una fecha especial: el 3 de noviembre de 1996, el Rojo, dirigido por el Flaco, visitó al Boca del Doctor. El duelo de estilos se dirimía en la Bombonera.
El partido de los técnicos
El cruce entre los dos DT campeones del mundo con Argentina estaba planteado desde lo futbolístico, pero ambos entrenadores decidieron llevarlo también al plano personal. Menotti respondió de manera contundente cuando le preguntaron si saludaría a Bilardo: “No, eso es imposible, jamás. Hay cosas que no se discuten, se castigan. Y cada uno castiga de la manera que cree”, explicó el oriundo de Rosario.
El Narigón no se quedó atrás: “No, no quiero saludar a nadie. Pasaron muchas cosas, muchísimas, que se manejaron muy mal, graves. Acá no es cuestión de reconciliación. Es cuestión de métodos de vida”. El que mejor declaró, como siempre, fue Diego Armando Maradona, con una brillante metáfora musical: “Las diferencias existen: a Carlos les gustan los Wawancó y a César, Mercedes Sosa…”.
El partido, más allá de una desmesurada expectativa, tuvo una tensión alta, mayor de la que habitualmente ofrece un clásico tradicional como los Boca-Independiente. Y fue Panchito Guerrero, en un desarrollo chato y con pocas situaciones, el que decretó el 1-0 final para el bando de Menotti: “Mi satisfacción no pasa por la desdicha del rival, sólo se trata de creer a muerte en lo de uno pero sin descalificar al otro”, fue la frase de festejo del Flaco.
La actualidad de Panchito Guerrero
Dos años después, siendo muy querido por la gente de Independiente, Francisco debió enfrentarse con una habitual traba para los futbolistas: las lesiones. Panchito se rompió los ligamentos cruzados, una de las dolencias más traicioneras para este deporte. Y su carrera no volvió a ser la misma.
Su primer destino fue Suiza, al Zurich y al Basel, donde jugó cinco años. Luego intentó volver a nuestro país, con pasos por Estudiantes de La Plata y por Huracán de Tres Arroyos. El cierre de su carrera fue nuevamente en Suiza y con una exótica incursión por Chipre.
Sin lograr nunca estar a la altura de sus inicios, cuando sorprendió en el ámbito juvenil, Panchito Guerrero -hoy residente en Alicante, España, donde trabaja con la formación de jugadores jóvenes en una academia de fútbol- igual puede sacar pecho: con la camiseta de Independiente zanjó, al menos por un día, uno de los debates más grandes y antiguos en la historia del fútbol argentino.