El día que el Pato Pastoriza se peleó con el padre de Rodolfo D’Onofrio y el ídolo de Independiente debió exiliarse
Desde su rol de líder sindical de los futbolistas, el emblema del Rojo enfrentó al interventor de la AFA durante el gobierno militar de Agustín Lanusse. Y tuvo que irse a jugar a Francia.
El Pato Pastoriza con Ricardo Pavoni y la Copa Libertadores. Después de la conquista, tuvo que irse del país.
El Pato Pastoriza atraviesa más de 40 años del fútbol argentino. Es un personaje imprescindible. Desde su debut en 1962 con la camiseta de Colón en Primera C hasta su consagración como entrenador del último Independiente campeón del mundo, en 1984, se sucedieron actuaciones recordadas, golazos inolvidables, conflictos con autoridades, hazañas verdaderas y peleas dentro y fuera de las canchas con rivales, dirigentes, hinchas y periodistas.
A comienzos de la década del 70, durante los últimos meses de su carrera como jugador en nuestro país, el Pato -bautismo de su Rosario natal- fue una figura central de la actualidad argentina. Como secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados, lideró una huelga que paralizó la actividad entre noviembre y diciembre de 1971.
Pastoriza siempre se identificó con los ideales del justicialismo (“en mi casa eran todos perucas”) y en esa época tan difícil de violencia política, atentados con explosivos y muertos que se contaban todos los días, sus posturas políticas generaban apoyos y rechazos. Grietas hubo siempre.
Una negociación larga y costosa
El sindicato de jugadores logró que el Ministerio de Trabajo aceptara sus reivindicaciones, básicamente la transformación de un convenio vetusto, pero desde la Asociación del Fútbol Argentino le cobraron una pesada factura a Pastoriza.
La entidad estaba intervenida por el gobierno militar de Alejandro Agustín Lanusse, quien había colocado en las oficinas de la calle Viamonte a un hombre de su máxima confianza: Raúl D’Onofrio, padre de quien fuera presidente de River por dos mandatos (2013/2021).
D’Onofrio, pese a no haber sido votado por los clubes, manejaba todo y distribuía favores. Fue él, por ejemplo, quien empezó a decidir cuáles iban a ser las sedes del Mundial 78. River, lógicamente, fue uno de los beneficiados. Sus elogios a la institución millonaria -en compañía del titular del club, escribano Julián William Kent- se transmitían por televisión.
El propio Rodolfo D’Onofrio recordó lo que hizo su padre como dirigente del fútbol. “Fue interventor de la AFA, pero no llegó por River ni porque fuera amigo de quienes gobernaban al país. El viejo tenía una empresa, Extracto de blanco, muy conocida porque auspiciaba un programa de Cacho Fontana en la TV. José Amalfitani, el presidente de Vélez, lo convocó, junto a otros 4 o 5 empresarios, para que lo ayudaran y a partir de ahí, el viejo se fue metiendo en el fútbol, lo llevaron a la AFA, y trabajó en el ámbito internacional, incluso fue muy importante para que el Mundial del 78 se hiciera en el país”, le contó a la revista El Gráfico el ahora ex presidente de River, el mismo al que Marcelo Gallardo omitió en los agradecimientos cuando anunció el final de su ciclo en el club de Núñez.
El exilio del Pato Pastoriza
La orden de AFA llegó a la Doble Visera. “En Independiente me dijeron que me iban a vender, entendí rápido”, contó mucho tiempo después el Pato en un reportaje sobre las consecuencias de aquel enérgico reclamo que impulsó desde FAA. Levantó la Copa Libertadores de 1972, tras vencer a Universitario de Perú, y se marchó.
El destino elegido fue Francia, más precisamente Mónaco, un entorno y un lujo contrastantes con la modestia de su infancia rosarina, que incluyó trabajos desde pibe, como aprendiz electromecánico en un taller ferroviario, para ayudar a una apremiada economía familiar.
Desde joven se destacó por su activismo gremial y ya de grande cobró dimensiones un perfil polémico que lo llevó a enfrentarse con algunos comunicadores, entre los más famosos el relator Marcelo Araujo, que relativizaban su influencia en los logros de Independiente diciendo que él solo se dedicaba a hacer asados y que todo dependía de la inspiración incomparable de Ricardo Enrique Bochini. “La mayoría de los periodistas no sabe un carajo”, los descalificaba José.
El largo recorrido de Pastoriza
Jugó en las divisiones inferiores de Rosario Central, luego en Colón, Racing e Independiente, donde se destacó por su enorme temperamento y una excelente pegada que le permitió convertir golazos de tiro libre. Integró la Selección y con 24 años integró el plantel mundialista en Inglaterra 66.
Fue técnico en las dos veredas de Avellaneda, además de Talleres, Boca (sacó a Hugo Orlando Gatti para poner de arquero a Carlos Navarro Montoya) y muchos clubes poderosos del exterior, como Gremio, Fluminense y Atlético Madrid.
Pastoriza tuvo cruces, idas y vueltas con dirigentes renombrados, de esos que sembraban un respeto vecino al temor: Juan Destéfano, polémico presidente de Racing en los 80 y 90; Amadeo Nuccetelli, hombre fuerte de los cordobeses; Jesús Gil y Gil, prepotente titular de los Colchoneros madrileños, y por supuesto con Julio Humberto Grondona, a quien conocía de su época como volante de los Diablos. “Se fue uno de mis hermanos de la vida”, lamentó Don Julio al enterarse del fallecimiento del Pato. En las calles aledañas al Libertadores de América, donde algún mural lo homenajea, todavía resuena la vieja canción que le dedicaba la hinchada de Independiente: Gracias, señor Pastoriza.
