Condenaron por amenazas a las hermanas del ladrón que un jubilado mató en Quilmes
Jorge Ríos, herrero de 71 años de edad, abatió a un delincuente que lo había golpeado en su casa para robarle en julio de 2020. Ahora, la Justicia condenó a dos hermanas del fallecido: lo habían amenazado en cámara.
El caso del jubilado Jorge Ríos en Quilmes, zona sur del Conurbano, fue noticia durante semanas, a mediados de 2020, y originó un profundo debate sobre el funcionamiento de la Justicia . Herrero de oficio y con 71 años, aún sigue procesado por haber asesinado a un ladrón que entró a golpearlo y robarle en su casa. Y no sólo debió afrontar su situación judicial sino también vivir con miedo por represalias de parte del entorno del delincuente muerto.
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Por aquellos días, cuando los móviles televisivos se agolpaban en la puerta de su vivienda de la calle Ayolas al 2700 en Quilmes Oeste, para cubrir el caso, los familiares de Franco «Piolo» Moreyra (26), el ladrón asesinado por Ríos, se presentaron allí para increparlo y lanzaron amenazas de todo tipo frente a las cámaras. «Salgan ahora, ya van a ver, las van a pagar», se había escuchado decir a un grupo de mujeres que se había acercado hasta allí en actitud violenta e intimidante.
Días atrás, el Juzgado Correccional N° 3, a cargo de la doctora Julia Rutigliano, y tras haber tomado nota de aquella secuencia registrada en televisión, condenó a dos hermanas de Moreyra por el delito de «amenazas». Con declaraciones de policías y periodistas que se encontraban en el lugar, Nazarena Belén Andrada y Micaela Orellana fueron sentenciadas a la pena de 8 meses de prisión de ejecución condicional.
Cómo fue el caso que conmocionó al país
En la madrugada del 17 de julio de 2020, cinco ladrones ingresaron tres veces en la misma noche a robar en la casa de Ríos. Según lo descrito por el juez de Garantías N°2 de Quilmes, Martín Nolfi, en la segunda oportunidad “escalaron las rejas perimetrales -de una altura aproximada de dos metros- que posee la vivienda” e ingresaron a un taller ubicado en los fondos de la propiedad, “de donde se apoderaron de una bicicleta mountain bike rodado 26, de color gris, y de una cortadora de césped”.
Ya con el botín, los asaltantes fueron por más, y regresaron por tercera vez alrededor de las 4.30: entraron a la habitación del jubilado, quien estaba durmiendo, y lo golpearon con un destornillador, provocándole heridas en el dorso de la mano derecha, en su antebrazo derecho y en la cabeza. Además, según acreditó Nolfi, “intentaron desapoderarlo ilegítimamente de cosas de valor existentes en la propiedad”.
Ríos tomó una pistola Bersa Thunder calibre 9 milímetros y les disparó varias veces, consiguiendo que los agresores huyeran. Según quedó registrado por las cámaras de seguridad, en la fuga Moreyra (integrante de la barrabrava del club Quilmes y con un amplio prontuario) quedó rezagado del resto de la banda porque estaba herido y, aunque trató de continuar rengueando, se cayó a los pocos metros.
Los videos muestran que Ríos salió armado de su casa y lo alcanzó, lo pateó en el piso y, según declaraciones de testigos, le disparó. Si bien en la filmación que se conoció no se observa ningún fogonazo debido a la mala calidad de la imagen, la hipótesis principal de la fiscalía es que, en ese sitio, a 60 metros de su casa, el jubilado remató al delincuente. La autopsia al cuerpo de Moreyra indicó que el delincuente murió de dos balazos, uno en el tórax y otro en el abdomen.
En la escena del crimen, la Policía encontró tres vainas servidas correspondientes a un arma calibre 9 milímetros, como la que portaba Ríos. En tanto, en la vivienda del jubilado se encontró el DNI de Moreyra. Además se secuestraron dos credenciales de legítimo usuario y de tenencia de armas de fuego, más la pistola calibre 9 milímetros con la que se efectuaron los disparos.
La situación judicial del jubilado Jorge Ríos
El fiscal Ariel Rivas de la Unidad Funcional de Instrucción N°1 de Quilmes imputó a Ríos por «homicidio agravado por el uso de arma de fuego». El jubilado estuvo durante 12 días privado de su libertad, primero en una comisaría y luego con prisión domiciliaria, hasta que el fiscal pidió el cese de su detención por el estado de salud del imputado y porque advertía que no había riesgos procesales de fuga o entorpecimiento de la investigación.
Hoy, sigue procesado a la espera del juicio, que está previsto para abril de este año. La acusación está basada en la hipótesis de que Ríos persiguió al delincuente y lo remató de un disparo. «Lo que hizo ese señor no está bien. Lo que hizo mi hermano tampoco, pero no era para que termine así. Entendemos que es un hombre grande, pero nos hubiese gustado que tuviese más sentimientos con mi hermano”, dijo Natalia Moreyra, hermana del delincuente asesinado.
La defensa del jubilado, conformada por los abogados Fernando Soto y Alejandro Marino Cid Aparicio, se basa en la pericia un peritaje balístico del Instituto de Ciencias Forenses de Lomas de Zamora que determinó que Ríos disparó «a una distancia superior a los 50 centímetros». Ríos, meses atrás declaró a Télam que «estoy contenido por un montón de gente, en la parte psíquica, psiquiátrica y también física, pero es todo muy duro. Es una mochila muy grande tener que cargar que fue el fallecimiento de una persona».