Norte del Gran Buenos Aires: cómo cuidarse de las ardillas letales que se convirtieron en plaga
Los pequeños roedores con el vientre colorado, que ya son comunes de ver en tres municipios, contagian una enfermedad que puede llevar a la muerte. Las recomendaciones de los especialistas para no correr riesgos.
Son muy lindas y simpáticas. Pero también peligrosas. Por eso es importante resistirse al deseo de intentar tocarlas o acercarse a ellas. Las ardillas que están invadiendo el norte del Gran Buenos Aires son el comentario de todos los vecinos, que festejan su aparición por ser un hecho pintoresco, pero desconociendo que trasmiten una enfermedad que puede llevar a la muerte.
Estos pequeños roedores, a los que se los identifica por tener el vientre colorado, pertenecen a una especie exótica introducida en el país que rápidamente se está convirtiendo en plaga. Ya se las puede ver en Pilar, Escobar y Luján, dentro del Conurbano. Y también hay ejemplares en la Ciudad y en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
El alerta que generan es porque pueden transmitir leptospirosis, una enfermedad que puede ser mortal. Por eso, Florencia Gómez, la secretaria de Política Ambiental en Recursos Naturales del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, dio una serie de recomendaciones para no correr riesgo. “Lo primero que hay que hacer es no tocarlas. No querer llevarlas a la casa como mascota”, explicó.
Y dijo sobre esta especie que se está esparciendo en el Gran Buenos Aires: “Las ardillas son carismáticas, entonces es doble el desafío de alertar a la ciudadanía. Pero hay que saber que con su orina pueden causar leptospirosis”.
Por eso, explicó: “Lo que buscamos es que no avancen hacia más lugares porque afectan nuestra salud y también la biodiversidad”.
Esta patología conocida también como enfermedad de Weil o ictericia de Weil es una enfermedad zoonótica bacteriana, causada por la bacteria leptospira, que puede encontrarse en aguas dulces que han sido ensuciadas por la orina de animales.
La infección se produce si se consume o entra en contacto con agua o con suelo contaminado. No se propaga de una persona a otra, excepto en casos muy poco comunes.
Los síntomas que provoca son fiebre alta, dolor de cabeza, sangrado, dolor muscular, escalofríos, enrojecimiento de los ojos y vómitos. Y, si no se trata a tiempo, puede producir una falla multiorgánica.
Cómo llegaron las ardillas al Gran Buenos Aires
“Las ardillas de vientre colorado fueron traídas en 1970 a Jáuregui, cerca de Luján, para adornar el paisaje, porque a un señor le hacían acordar a su Bélgica natal. Ahora hay más de 100.000 ejemplares en total, sumando las que están en la Provincia, en la Ciudad de Buenos Aires, en Santa Fe, en Mendoza y en Córdoba», dijo Gómez.
La secretaria también contó que a mediados del mes pasado el Ministerio al que pertenece incluyó a las ardillas de vientre colorado en el listado de especies exóticas invasoras presentes en el territorio nacional.
Además del peligro para la salud, estos roedores son dañinos: en el Gran Buenos Aires y otros distritos de la provincia se han reportado perjuicios en Pilar, Luján y Escobar, donde están comiendo los cables de telecomunicaciones y las mangueras de riego, además de atacar plantaciones.
“Las especies invasoras son una de las principales amenazas a la conservación de la diversidad biológica. Sus riesgos asociados pueden aumentar debido al incremento del comercio mundial, el transporte, el turismo y el cambio climático», explicaron desde el Ministerio de Ambiente.
Respecto de las ardillas, Gómez especificó que “como no tienen depredadores, avanzan sobre el ecosistema sin ningún control, como lo que ocurre con el castor en Tierra del Fuego”.
Y finalizó: “Lo principal es detener la curva de crecimiento y para eso hay que poner en alerta a los vecinos. Necesitamos que avisen a las autoridades apenas vean un ejemplar para poder controlarlas”.