“Dejá de marcar a Bochini”: cuando Noray Nakis ayudó a Independiente y mandó al descenso a su propio club
Lo hizo como presidente del Deportivo Armenio, del que es histórico mandamás. Quién es este dirigente que hizo fortuna como joyero, terminó preso y le regaló a Julio Grondona el anillo de «todo pasa».
Noray Nakis tiene una historia de película. Llegó al país sin saber hablar castellano, antes de cumplir la mayoría de edad. Fue vendedor ambulante hasta que se destacó como joyero. Su origen armenio lo vinculó con el fútbol, primero en Deportivo Armenio y luego en Independiente, donde conoció a su gran amigo Julio Humberto Grondona.
Noray fue la simplificación de su nombre: en su país natal, fue inscripto como Nurhayr Nakis. En su arribo a la Argentina, se las rebuscó vendiendo diversos artículos en la calle. Hasta que encontró su vocación en las joyas y en el fútbol: primero, con su tienda en la calle Libertad y luego, con su arribo a Armenio e Independiente.
Deportivo Armenio, el club que lo hizo conocido
Unos años antes de que Nakis desembarcara en la Argentina, Jorge Margossian y Juan Cambachian, miembros de la comunidad armenia en el país, fundaron un club para que los jóvenes y grandes que la integraban pudieran practicar algunos deportes, principalmente el fútbol.
La inauguración data del 2 de noviembre de 1962, bajo el nombre de Club Armenio de Fútbol. Para 1970, ya se encontraba afiliado a la AFA bajo el nombre definitivo de Deportivo Armenio. De esta manera, se sumaba un tercer equipo de colectividades a los ya existentes Deportivo Español y Sportivo Italiano.
El ascenso de Armenio y de Nakis
En 1986, Noray Nakis se convirtió en vicepresidente de Armenio. Fue el ladero de Armando Gostanian, quien había sucedido a Vahram Citcioglu -otro de los fundadores- y llegó a ser titular de la Casa de Moneda bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem.
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Al año siguiente, el Tricolor hizo la mejor campaña de su historia y se consagró campeón de la Primera B Nacional 86/87, con ocho puntos de ventaja sobre Banfield. Así, hilvanó su tercer ascenso consecutivo y llegó por primera y única vez a la máxima categoría del fútbol argentino.
En Primera tuvo dos temporadas, de las cuales se recuerdan con legítimo orgullo las victorias ante River (perdía 0-2 en el Monumental y lo dio vuelta) y ante Boca en la Bombonera, en lo que significó el retiro de Hugo Orlando Gatti. Noray Nakis, por su parte, quedó ligado al club: siempre encargado del fútbol, hasta en algún momento ejerció como director técnico mientras también era el presidente. Sucedió en el año 2009, cuando el equipo estaba en Primera B Metropolitana y acaba de renunciar Hugo Smaldone. Duró poco en el cargo.
Hoy, el presidente de la institución es su hijo Luciano, quien también sigue los pasos de su padre no sólo en Armenio, sino que también está metido en la vida política de Independiente y tiene vínculos muy aceitados con la conducción de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), a partir de una relación estrecha con Claudio Chiqui Tapia, tal como su papá la tenía con Julio Grondona.
Julio Grondona, su gran amigo
Noray Nakis conoció a los hermanos Grondona en Independiente. Se hizo muy amigo de Julio y por él juntó la joyería con el fútbol: el famoso anillo con la frase Todo pasa fue un regalo de Noray. Al día de hoy, un anillo parecido (misma inscripción, distinto diseño) puede encontrarse en su local de la ahora menos transitada calle Libertad.
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A través de su vínculo con el histórico dirigente, Nakis obtuvo un cargo en la comisión de Selecciones Nacionales. Desde ese lugar, fue uno de los que más fuerza hicieron para que Diego Armando Maradona asumiera como DT del seleccionado argentino. Durante el Mundial de Brasil 2014, unos días antes de que falleciera, Noray subió a las redes una foto junto a Grondona al que describió con dos palabras: “Mi maestro”.
Ese anillo está envuelto en un halo de misterio, porque los herederos de Don Julio dicen desconocer su paradero desde que el histórico presidente de la AFA dejara de usarlo en 2012; es un secreto que parece que Grondona se llevó a la tumba el día de su muerte, el 30 de julio de 2014.
Independiente y una traición a Deportivo Armenio
A pesar de una participación en Armenio, Nakis nunca dejó de lado su verdadera pasión: el Club Atlético Independiente de Avellaneda. Y cuando le tocó elegir, prefirió al Rojo: él mismo lo confesó, arrepentido, durante una entrevista que le concedió al periodista Ariel Senosiain: “Jugaban los dos en cancha de Ferro, por la penúltima fecha. A Independiente le alcanzaba con el empate para salir campeón. Armenio necesitaba ganar para salvarse del descenso. Lorenzo Frutos hizo el 1-0 para Armenio. Yo le pedí a nuestro técnico que dejara de marcar al Bocha (Ricardo Enrique Bochini). Terminó 2-1 para Independiente…”.
Fue en el cierre del campeonato de 1988-89. Independiente era dirigido por Jorge Solari y peleó aquel torneo con el Boca de José Omar Pastoriza. Los goles del Rojo fueron convertidos por Rubén Darío Insua y Pedro Massacessi.
Integró la lista de Hugo Moyano y fue proclamado vicepresidente en 2014. En su rol de dirigente tuvo roces con algunos entrenadores: primero con Gabriel Milito, cuando el ex defensor entrenaba a los juveniles; luego con Ariel Holan, cuya personalidad y procedencia nunca le cayeron bien.
Su relación con Bebote Álvarez y la prisión
Pablo Álvarez, alias Bebote y de grueso prontuario como barrabrava de Independiente, estableció un vínculo particular con Noray Nakis. El dirigente nunca lo negó, e incluso contó que fue él quien lo sacó de la delincuencia y le inculcó otros valores. Sin embargo, dicha relación le jugó en contra: el armenio terminó en la cárcel, acusado de ser el nexo entre esa facción violenta de la hinchada y el club.
En noviembre de 2017 fue apresado junto a otras 20 personas, todos con el cargo de integrar una asociación ilícita liderada por Bebote Álvarez. Nakis estuvo seis meses preso -donde compartió pabellón, entre otros, con el sindicalista Pata Medina- y, después de ser internado por una afección pulmonar, recibió el beneficio de la prisión domiciliaria.
En su casa, a los 70 años y con suficiente tiempo para reflexionar, tal vez se termine de convencer de que, como repetía Grondona, todo pasa.