A 25 años del fallecimiento de Julio Musimessi, un gran ídolo de Boca que también atajó en Morón
El arquero cantor, una gloria del Xeneize, transitó sus últimos días en la zona oeste del Conurbano: pasó de ser titular de la Selección y tapa de la revista El Gráfico a estar al frente de una cantina donde despuntaba su gusto por el chamamé.
De cuando toda la fecha de Primera se jugaba el domingo a la tarde, de cuando todavía se iba con sombrero a la cancha, de cuando los futbolistas se identificaban con una camiseta y los equipos se repetían de memoria, de cuando atacaban más de los que defendían y los arqueros no usaban guantes: de esa época es Musimessi.
Julio Elías Musimessi nació en Resistencia, Chaco, el 9 de julio de 1924. De niño disfrutaba de jugar al básquet hasta que en un picado lo mandaron al arco y le cambiaron la vida para siempre. Por cercanía, fue a Corrientes y allí se sumó a Boca Unidos, club que se había fundado tres años después de su nacimiento. En la región litoraleña, como casi todos sus habitantes, empezó a maravillarse con el chamamé, otra de sus pasiones.
Con edad de juvenil debutó en el arco de Newell’s Old Boys de Rosario y se mantuvo allí hasta que Boca posó sus ojos en él. En 1953 llegó al club que lo terminaría de lanzar a la fama: esa misma temporada, ya con la experiencia adquirida, fue convocado por primera vez a la Selección Argentina por Guillermo Stábile, el director técnico con mayor cantidad de títulos, años y partidos dirigidos en la historia de la celeste y blanca.
Musimessi, el arquero cantor y campeón
Cuando llegó, Boca acumulaba ocho años sin salir campeón. En su segunda temporada, Julio ya era un referente del equipo: en un amistoso con la Selección se había ganado el mote de Gato, por su elasticidad a la hora de atajar.
El de 1954 fue su año consagratorio en Boca: el Xeneize se quedó con el título y Musimessi, con la valla menos vencida (el campeón sufrió 26 goles en 30 partidos, pero él, que faltó a los primeros cinco encuentros, tan solo recibió 16). Lo ayudaron, por supuesto, defensores recios como Juan Carlos Colman -también procedente de Newell’s, apodado El Comisario- y Federico Edwards, además del incansable despliegue del Leoncito Pescia.
En sus tiempos de guardameta boquense, Musimessi les puso la voz a diversos temas relacionados con el club: el más recordado es “Viva Boca”, un chamamé compuesto por Américo Cipriano y Eduardo Pauloni, que menciona al propio guardavallas en su letra. También cantó “Quince Estrellas” y “A Boca lo queremos”.
En el 55 obtuvo su segundo título: el Campeonato Sudamericano con la Selección, junto a tres compañeros boquenses: el mendocino Juan Francisco Lombardo, el bahiense José Pepino Borello y el posadeño Ernesto Bernardo Cucchiaroni.
En un momento el poderoso Santiago Bernabeu se lo quiso llevar para el Real Madrid, pero lo convencieron para quedarse. Casualidades del destino, años después, el arco merengue fue defendido por otro arquero cantor: Julio Iglesias.
El paso de Musimessi por el ascenso
Tras 157 partidos con el buzo de Boca, Musimessi continuó su carrera en Deportivo Morón. El Gato se había mudado a unas cuadras del estadio y hasta había participado del partido inaugural de esa cancha. Llegó al Gallito con el pase en su poder y se quedó apenas una temporada, aunque atrajo a muchos hinchas de Boca que querían seguir viendo a su ídolo.
También jugó en Chile, donde fue parte del ascenso del Green Cross, lo que se convirtió en su tercer y último título. Se mantuvo unos años allí y regresó para ponerle fin a su carrera en Ituzaingó, que por aquellos tiempos militaba en la cuarta categoría del fútbol argentino.
Su cantina en Morón y sus restos en Berazategui
Una vez concluida su carrera de futbolista, siguió ligado a la música y al partido de Morón. Se puso un bar conocido como “Cantina Musimessi”, a metros de la estación. Allí invitaba a otros cantores famosos de la época e incluso él mismo entonaba algunos temas. Pasó sus tardes y noches en su reducto gastronómico hasta que en 1986 fue baleado por un grupo de jóvenes que intentaba seguir embriagándose, a pesar de que él estaba cerrando el lugar.
Se sobrepuso a ese ataque y vivió otra década, hasta que un derrame cerebral terminó con su vida. Musimessi estuvo unos días internado en el Sanatorio Agüero de la ciudad de Morón hasta que falleció el 4 de septiembre de 1996.
Una década después, Boca abrió su cementerio en el conurbano, en la localidad de Berazategui: desde ese entonces, el cuerpo del Arquero Cantor, el hombre que vendió un millón de discos, descansa junto a otras glorias de Boca, el cuadrito de su amor.