Las historias desconocidas detrás del año de Diego Maradona en Boca, el único título que ganó en la Argentina
Lo que muchos saben: Pelusa llegó al Xeneize desde Argentinos Juniors en el paso previo de su carrera en Europa. Pero en el medio quedaron episodios que formaron parte de la intimidad de aquel plantel.

Del pase de Argentinos Juniors a Boca surgió la canción "vale diez palos verdes, se llama Maradona.".
El 15 de agosto es una efemérides insoslayable en cualquier historia que se pretenda escribir sobre Diego Maradona. Ese día de 1981, un sábado fresco y soleado, el ídolo -llevado en andas y desprovisto de la camiseta- dio su única vuelta olímpica en nuestro país. Boca Juniors, con él como estrella, goleador y capitán, obtuvo el Metropolitano de aquel año, un campeonato que por nivel de partidos y calidad de figuras fue el más destacado del fútbol argentino en medio siglo.
El arranque de Diego Maradona en 1981
Suele decirse que cuesta la adaptación a Boca y hasta el mismo Diego Armando Maradona es un ejemplo contundente de esa sentencia. El Diez cerró su incorporación al Xeneize el 20 de febrero y 48 horas después ya jugaba de manera oficial. Boca venció 4-1 a Talleres en el debut e ilusionó a sus hinchas con la conquista de un torneo local que se negaba desde 1976.

Un empate 2-2 contra Instituto en la Bombonera y una victoria esforzada por 2-0 ante Huracán en el Palacio Ducó fueron las siguientes escalas del equipo dirigido por Silvio Marzolini, gloria del club en la década del 60 y elegido el mejor 3 del planeta luego de la Copa del Mundo de 1966 en Inglaterra.
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Después de la presentación en Parque de los Patricios, Diego acusó una molestia física. El desgaste había sido grande porque, además de los compromisos oficiales, Boca viajaba entre semana al interior para realizar amistosos que aumentaran los fondos de su tesorería. Las ausencias de Maradona fueron cuatro consecutivas: Platense, Sarmiento, Unión y San Lorenzo. Boca ganó los cuatro y el eventual malestar por su falta se disimuló.
Una discusión de Diego con los compañeros
Por la octava fecha, con la vuelta del crack, Boca recibió a Newell’s Old Boys. Los rosarinos, al cabo terceros en la clasificación final, habían armado un mix de experiencia y juventud con Juan Simón y Daniel Killer en la defensa, Américo Gallego y Roque Alfaro en el medio, Santiago Santamaría y Héctor Yazalde arriba. Se trataba de un adversario peligroso, que jugó de igual a igual durante el primer período y se fue 1-1 al vestuario.
Cuenta la leyenda que un Maradona furioso se quitó la camiseta en el entretiempo, la arrojó al piso y les recriminó a sus compañeros que no le pasaban la pelota. Vicente Pernía, Roberto Mouzo y Jorge Benítez -tres de los referentes, campeones de América y del mundo con el club- le hicieron notar a Diego que se equivocaba, que ese no era el camino.
Newell’s llegó a adelantarse 2-1, con un zurdazo de Cucurucho Santamaría, pero Boca niveló cuando faltaba menos de un cuarto de hora gracias a un penal ejecutado de manera magistral por Maradona para engañar a Rubén Omar Sánchez, arquero xeneize durante casi una década.
Una visita de la barra y el cruce con Diego
Ya en la segunda rueda del certamen, tras una seguidilla de empates que permitió el acercamiento del sólido Ferro de Carlos Timoteo Griguol, un grupo de hinchas liderado por José Barritta, el Abuelo, decidió ir hasta La Candela, predio de San Justo donde Boca se concentraba, para hablar con los jugadores. Todavía no se usaba el verbo apretar.
Desacostumbrado a este tipo de situaciones, un joven Diego quiso tomar la palabra en medio del cruce entre los muchachos de la barra con el plantel. “No, pibe, con vos no es la cosa. Esto lo tienen que sacar adelante los grandes”, le dijo el Abuelo, según otro relato que de tan repetido ya suena verosímil.

La visita se produjo en la semana previa al choque con Estudiantes. Ese domingo retornó Hugo Orlando Gatti, quien producto de una persistente lesión había atajado solo cuatro veces en la competencia, y Boca logró un 1-0 clave con un golazo de Hugo Osmar Perotti, asistido justamente por el Loco en uno de sus habituales anticipos fuera del área.
El Metropolitano de 1981 terminó de manera feliz para Boca. El 1-1 ante Racing (gol de Diego, de penal) bastó para asegurar la consagración. Una semana después, Maradona estaba arriba de un avión rumbo a una gira que incluyó México, España, Francia e Italia. Había que juntar dinero para pagarle al que valía 10 palos verdes, como cantaba la hinchada antes de que la explosión del mercado de pases volviera ridícula esa cifra.
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