La historia de Tyler Kropp, el chico de Estados Unidos que es la gran promesa del básquetbol argentino
Su mamá se radicó en Ohio para estudiar y formó allí una familia. Mide 2,04 y juega como ala pivote. Rebotero, con facilidad para marcar puntos, algunos ya lo comparan con Luis Scola. Un proyecto diferente.

Tyler Kropp en acción contra México: el chico decidió jugar para la Selección Argentina.
Tyler Kropp tiene nombre, apellido y cuerpo de basquetbolista de los Estados Unidos, juega en un equipo de ese país (Northwestern University de la NCAA I) y habla como cualquier chico nacido allá. La única diferencia sustancial con todos sus compatriotas de 18 años que también se destacan en este deporte es que él, por afortunadas razones que ya hemos de explicar, representa al seleccionado de Argentina.
Kropp luce los colores celeste y blanco por estos días en el Campeonato Mundial para Menores de 19 que se lleva a cabo en Lausanne, elegante ciudad de Suiza donde tiene sede el Comité Olímpico Internacional, y piensa hacerlo con mayor continuidad durante los próximos años si el cuerpo técnico del seleccionado mayor de básquet, como todo parece indicar, lo empieza a convocar para los distintos torneos internacionales.
El pibe con cara de yanqui que juega para Argentina
Mabel Bequelman, la madre de Tyler, dejó Buenos Aires por Ohio, en los Estados Unidos, para estudiar allá, capacitarse, conseguir trabajo y por qué no, llegado el caso, constituir una familia. La emigración, en este caso, no estuvo acompañada de un resentimiento hacia el lugar de origen ni de una voluntad por olvidarse todo lo vivido e incorporado en Argentina.

Muy por el contrario, la señora Kropp les transmitió algunas de sus costumbres y gustos a los tres hijos del matrimonio que formó allá en el norte del continente. El que más se enganchó fue Tyler, sobresaliente desde pequeño por su altura. Rubiecito, de sonrisa fácil y rulos abundantes, el pibe creció admirando a Leo Messi y Manu Ginóbili, como cualquier chico del Conurbano bonaerense.
Un correo que fue visto y contestado
¿Cuántos mails llegarán por día a la Confederación Argentina de Básquetbol? Consultas de instituciones afiliadas, órdenes de pago, presupuestos para obras, reclamos de proveedores, solicitudes de ayuda… ¿Cuántos irán a la papelera de reciclaje?
Por suerte, el correo que Mabel Kropp mandó a la CAB fue reenviado a la casilla de Mariano Marcos, coordinador de las selecciones formativas, quien se interesó por ese mensaje. La señora pedía si era posible tomarle una prueba a su hijo Tyler, quien jugaba al básquetbol en buen nivel, según la óptica maternal, y quería competir con la celeste y blanca. Al chico lo había fascinado el apoyo de nuestra hinchada a los diferentes equipos nacionales.

Acostumbrado a lidiar con padres que enseguida imaginan a sus hijos como cracks, Marcos quiso constatar a través de un video cuáles eran las características de ese muchacho que ya pasaba los dos metros y en las fotos lucía bien armado físicamente.
“Costó mucho traerlo”, explica Marcos. Y se entiende: él iba a cargar con la culpa de pagar pasajes de ida y vuelta, más estadías, en caso de que el experimento Kropp no funcionara. A la Confederación a veces se le dificulta cubrir el traslado de los consagrados, muchísimo más de un ignoto.
Tyler Kropp, uno de los mejores proyectos
Con números significativos en algunos partidos de la Copa del Mundo U19 y una opinión favorable del staff que dirige el cordobés Pablo Prigioni, a Kropp se le abren las puertas de la Selección Argentina en un puesto que carece de dueño desde el retiro de Luis Scola.

El chico es lo que se denomina un interno moderno: fuerte en el piso, agresivo para rebotear, con facilidad para alejarse del canasto y tomar lanzamientos abiertos lejos de la marca.
Además de su rendimiento en la cancha, Tyler ha demostrado poder de adaptación al grupo. Se comunica sin problemas con sus compañeros, gracias a las enseñanzas de la madre, y participa como un paisano más en las ruedas de mate amargo. Las milanesas y Boca Juniors son otras de las pasiones que lo vuelven un argentino más, aunque haya nacido a más de nueve mil kilómetros de distancia.
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