El día que San Lorenzo evitó el descenso con una goleada ante Tigre y la absurda muerte de uno de sus héroes
Fue en 1980, tiempos en los que el Ciclón arrastraba serios problemas económicos e institucionales. Hugo Pena marcó uno de los tantos en aquella jornada; poco después, falleció por un increíble accidente doméstico.

Una formación de San Lorenzo de 1980. Ese año se salvó del descenso, pero no pudo evitarlo en el siguiente.
Son días difíciles para San Lorenzo. Marcelo Moretti, elegido presidente en diciembre de 2023, fue filmado mientras recibía una presunta coima para fichar a un futbolista juvenil. La situación institucional es crítica y los problemas económicos acosan. Como es lógico, con tantos frentes abiertos, no hay avances sobre la Vuelta a Boedo. En medio de un panorama desolador, el equipo buscará este sábado avanzar a los cuartos de final del Torneo Apertura. Una ilusión en medio del desencanto.
Aquel duelo entre San Lorenzo y Tigre de 1980
Cualquier simpatizante de San Lorenzo puede decir que está acostumbrado a estos y otros pesares. Cuatro décadas y media atrás, después de la pérdida del legendario Gasómetro de Avenida La Plata, el equipo realizó una muy mala campaña que lo puso al borde del descenso. Por entonces, como se recordará, había un Metropolitano con clubes directamente afiliados a la AFA y un Nacional al que se sumaban representantes del interior del país.

Para el Metropolitano de 1980, ya con Julio Humberto Grondona sentado en el sillón principal de la calle Viamonte, se incorporó a Talleres e Instituto, dos cordobeses que venían destacándose en los Nacionales. El año empezó con un torneo largo, de 38 fechas, todos contra todos, ida y vuelta. Y no había margen para descuidos: se estableció que los tres últimos de la tabla de posiciones bajarían a la Primera B.
Un mal de arranque de San Lorenzo
El debut del Ciclón fue un anticipo del sufrimiento: el domingo 17 de febrero perdió 3-0 contra Argentinos Juniors. Un gol de Diego Armando Maradona decoró la amplia victoria de los de La Paternal, que aquella tarde actuaron como locales en cancha de Vélez Sarsfield.
Un triunfo, dos empates y seis derrotas fue el preocupante inicio de San Lorenzo en ese Metropolitano. En Parque de los Patricios, donde se mudó tras el desalojo de Boedo, tuvo su única alegría: un 2-0 a Estudiantes de La Plata. El equipo mejoró después de ganarle 2-1 el clásico a Huracán, pero en la segunda rueda, tras un 1-4 con Racing en Avellaneda, sufrió una recaída y los fantasmas empezaron a merodear.
Tigre, que había ascendido ese año luego de una prolongada permanencia en el fútbol de los sábados, y All Boys, que la peleaba en Primera desde 1973, quedaron muy relegados, sin posibilidades reales de escaparle al descenso. La tercera plaza se definía entre Quilmes y San Lorenzo. Los Cerveceros se impusieron 1-0 en la fecha 34. A la penúltima jornada llegó un punto arriba el Ciclón, todavía en tiempos de dos unidades por partido ganado.
Hugo Pena, el goleador inesperado
San Lorenzo recibía a Tigre y Quilmes visitaba a Colón. Una combinación de resultados podía garantizarles la salvación a los de Boedo. Había que ganar, por supuesto. Y aunque el rival ya estaba resignado, se necesitaba un gol rápido para no dejar que la impaciencia de los hinchas contagiara a los jugadores.

Iban apenas tres minutos cuando Hugo Osvaldo Pena -marcador central surgido de Argentinos, con pasos posteriores en River y Chacarita, llamado Tomate por la redondez y el rubor de su cara- aprovechó una pelota parada y convirtió el 1-0. El gol tranquilizó a los azulgranas y vinieron otros dos para cerrar el 3-0. Quilmes cayó en Santa Fe y quedó condenado a jugar en la B durante 1981.
Pena, uno de los más rescatables y apreciados por la gente dentro de un plantel con bajos niveles, pasó a ser un referente de aquel grupo. Se recuperaba de una lesión de tobillo cuando, el 9 de enero, un absurdo accidente casero le quitó la vida. De acuerdo con la reconstrucción, tenía sumergido el pie derecho en una fuente con agua, se incorporó para encender el televisor y recibió una descarga eléctrica fatal. Aún no había cumplido 30 años. Su hijo Sebastián heredó la pasión, el puesto y el apodo, en diminutivo.
San Lorenzo no pudo evitar el descenso en 1981. Le faltó, entre otras cosas, un Tomate Pena que apareciera para socorrerlo en un partido decisivo.
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