La increíble estafa que un colectivero de Villa Fiorito les hizo a 800 compañeros: $ 1.200 millones, todos «en la lona» y un fantasma
El hombre al que todos buscan le tendió una trampa a una gran mayoría de los choferes de distintas líneas de la Terminal de Puente La Noria. Desde la Navidad pasada dejó de pagar los intereses y se esfumó.

El periodista Martín Ciccioli dio a conocer la estafa que un colectivero de Villa Fiorito cometió en perjuicio de unos 800 colegas.
En tiempos de condenas a Leonardo Cositorto, escándalos con criptomonedas y todo tipo de estafa virtual, el brutal engaño que un chofer de colectivos de Villa Fiorito llevó a cabo con unos 800 colegas no deja de asombrar por el volumen de dinero en juego, por la condición de «laburantes» de quienes fueron engañados en un esquema Ponzi y por la desaparición fantasmagórica del acusado por los trabajadores.
Este engaño sin precedentes se dio a conocer a noche en el programa Telenoche. Se da cuenta que cientos de choferes de colectivo de la terminal de Puente La Noria, en Villa Fiorito, cayeron en la trampa piramidal perpetrada por uno de sus propios compañeros. Con la promesa de ganancias del 25% mensual, el delincuente logró recaudar más de 1.200 millones de pesos, dejando a muchas familias en la ruina cuando, de un día para otro, desapareció con todo el dinero.
La estafa piramidal del colectivero de Fiorito
Este tipo de maniobras Ponzi consisten en un esquema “piramidal” por el cual los malvivientes consiguen el ingreso de inversores bajo la promesa del pago de extraordinarios intereses por ese capital, valiéndose de la fachada de un supuesto negocio financiero.

En principio, el sistema funciona, pues el estafador cumple con el pago de los intereses al tomar una parte del capital inicial invertido o bien con el dinero de nuevos inversores.
Este es el origen de la «pirámide», ya que las excepcionales ganancias atraen a nuevos participantes que confían sus ahorros a un negocio financiero que finalmente es una mentira flagrante. Mientras se va cumpliendo con el pago de intereses, más personas van contribuyendo con nuevo capital. Y la rueda crece.
Aunque las estafas piramidales tienen muchos antecedentes en la historia desde que en la Edad Moderna se comenzó a desarrollar el sistema bancario en países de Europa, este tipo de fraude alcanzó fama mundial hace poco más de un siglo, cuando Carlo Ponzi, un famoso delincuente de origen italiano saqueó a cientos de inocentes de Estados Unidos en 1929.
Todo ese backup fue puesto en marcha en Villa Fiorito hace poco más de un año. «Yo invertí cuatro y me terminó sacando seis millones y medio. Cuando me di cuenta de que era una estafa, ya era tarde», le dijo uno de los damnificados al periodista Martín Ciccioli. Otro trabajador también contó cómo terminó perdiendo todo: «Vendí mi auto y me metí en esto porque todos decían que funcionaba. Ahora no sé cómo voy a pagar».
La investigación periodística reveló el modus operandi del llamado «Ponzi de los pobres», un esquema basado en la confianza entre compañeros de trabajo que terminó con gente sin casa, sin auto y endeudada con bancos por creditos millonarios. La red de mentiras creció tanto que el estafador necesitó de asistentes para manejar el dinero recaudado. Sin embargo, cuando la presión aumentó, la estafa comenzó a desmoronarse.
Para fines del año pasado, los colectiveros involucrados -la mayoría son de las líneas que tienen la terminal en Puente La Noria, donde el boca a boca hizo que la estafa se esparciera como reguero de pólvora- pasaron una pésima Navidad y un peor Año Nuevo porque en ese momento el acusado debía pagar los intereses prometidos.
Eso nunca ocurrió. Y peor: simplemente desapareció sin dejar rastro. Su última comunicación fue un mensaje donde pedía ayuda: «Hay que captar nuevos inversores en el casino virtual… El peor escenario hubiese sido que yo me haya muerto… Todo sigue estando viento en popa: hoy pagué siete millones de pesos. A tener paciencia que todo». Pasó de ser un colectivero a un estafador, y de estafador a fantasma. «A mi me sacaste 15 palos y yo te arranco la cabeza», dijo un chofer de la Línea 21.
Desesperados por recuperar su dinero, los afectados fueron a buscarlo a su casa, pero solo encontraron a su padre, quien negó saber de su paradero. «Ibas a buscarlo y aparecían tipos armados que te sacaban a tiros», contó un testigo.

Mientras el sospechoso permanece prófugo, tres de sus colaboradores aún continúan trabajando en la empresa de colectivos junto a los estafados. Ante esta situación, uno de los damnificados advirtió: «Si apareciera por la calle, no dura ni un minuto. Hay compañeros que le dieron cinco o seis palos y quedaron en la lona».
«No hay ninguna acción de la Justicia, y todo está a la vista: las locaciones, la casa del padre, los vehículos, pero no pasa nada», explicó Ciccioli. La pasividad de los estafados por ahora parece atada a la última esperanza de recuperar su dinero, pero con el correr de las horas ese hilo tiende a afinarse. Por eso ya muchos, por lo bajo, afirman que con pruebas contundentes como audios de WhatsApp, testimonios y transferencias bancarias habrá una masiva denuncia judicial. Y a partir de ahí empezará otro capítulo de esta historia.
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