Conmoción por la muerte de Daiana Fontes: piden justicia para la mujer que quiso alejarse de su ex y apareció ahorcada en Quilmes
La madre de dos niños tenía 33 años. La hallaron colgada en su casa de Ezpeleta. Trabajaba en el área de Seguridad de la Municipaidad. Tenía planeado irse a vivir a Mendoza para cambiar de vida.
El caso de la muerte de Daiana Fontes, la mujer de 33 años que apareció ahorcada en su casa en Ezpeleta, en Quilmes, y que era hostigada por su ex pareja, Francisco Ariel Alegre, que tenía una orden de restricción de acercamiento tanto hacia a ella como a sus dos hijos, ya se instaló en la opinión pública y a cada minuto va ofreciendo detalles más oscuros.
La víctima, que trabajaba en la Municipalidad quilmeña, estaba con licencia psiquiátrica y bajo tratamiento luego de haber padecido los maltratos del sujeto, que ahora es apuntado por los investigadores y familiares y amigos de la víctima. Lo último que se supo es que la víctima había decidido irse a vivir a Mendoza. Su partida iba a ser el 16 de agosto próximo. Pero fue hallada muerta el jueves pasado en su casa de Laguarda al 1400.
La Unidad Fiscal de Instrucción (UFI) N° 3 de Quilmes, a cargo del fiscal Martín Conte, ha calificado el hallazgo del cadáver como «averiguación de causales de muerte», aunque no ha tomado más acciones que las usuales en casos donde la principal hipótesis es el suicidio.
La misteriosa muerte de Daiana Fontes
Si bien la escena se presentaba como un suicidio, las autoridades no descartan que el hombre que la maltrató física y psicológicamente durante el período en el que ambos mantuvieron la relación sentimental sea el culpable.
La reja de la ventana del cuarto donde la hallaron colgada con un cable tenía signos de haber sido forzada, había una marca de un zapato en la puerta y se encontraron pisadas -que no eran de la víctima- y colillas de cigarrillos tiradas a su alrededor. La escena del crimen, a simple vista, demostraba que alguien más habría estado allí adentro, y todos los ojos estuvieron posados en Alegre, quien tenía una orden de restricción de acercamiento.
«No tiene ningún sentido el posible suicidio. Ella venía hablando con la Justicia por lo que venía pasando. Lo que ella pasó es brutal. Cuando ella rompe con la relación, Daiana vivió dos momentos de violencia. Él fue a buscarla al colegio de los nenes y la increpó y la empezó a apuñalar con un destornillador«, explicó Ileana Lingua, integrante de la ONG «La Julieta» y subsecretaria de Derechos Humanos, Género y Diversidad de la Comuna, que en todo momento estuvo cerca de Daiana.
«A 30 centímetros de ella había frascos, si alguien se ahorca tiene movimientos involuntarios, todo lo que hay en el rango del extremo vuela, y estaba todo perfectamente acomodado. Si vos colgás a una persona inconsciente, queda todo en su lugar», explicó Lingua a TN.
Días antes de su muerte, Daiana había hablado con un psiquiatra que le otorgó una licencia por unas semanas. «Desde que habla con el psiquiatra, en vez de ser víctima de violencia de género, el sistema interpreta que se transformó en una paciente psiquiátrica», argumentó Lingua. Y siguió: «El psiquiatra sabía del riesgo enorme que ella tenía. Quería empezar de cero, pero necesitaba un período de licencia para poder acomodar todo esto, entonces en ese contexto arrancó el prejuicio».
Lingua contó que la ex pareja «nunca dejó de hostigarla» y que le dieron un año y dos meses por «lesiones leves». Y agregó: «La familia pide justicia por Daiana porque hasta ahora no hubo. Quiere que se cambie el fiscal Conde porque no tiene perspectiva de género».
Gladys Gallo, la madre de la joven que se desempeñaba en el área de Seguridad del Municipio quilmeño, explicó en una carta abierta que su hija no se había suicidado sino que la habían matado: «Mi hija fue víctima de violencia de género hasta su último suspiro, y a pesar de la gravedad de los hechos que padeció jamás obtuvo justicia, jamás se cumplieron las medidas de protección expedidas para ella y que son extensivas a sus hijos, mis nietos de 8 y 5 años por el riesgo permanente en el que viven».
«Ella vivía aterrorizada, no podía salir sola. Siempre salía con alguno de sus familiares», aseguró Lingua, y contó que la víctima había radicado varias denuncias a las que nunca se le dieron curso. Al mismo tiempo, solicitó que en el caso intervenga un fiscal con perspectiva de género: «No es lo mismo un suicidio, un suicidio inducido que un suicido vinculado (femicidio)».
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