Terror en La Matanza: un agente penitenciario subió borracho a un colectivo, disparó contra los pasajeros e hirió a un joven
El hecho ocurrió en una unidad de la línea 88, en el cruce de la avenida Juan Manuel de Rosas y Marconi, de Isidro Casanova. El agresor, efectivo del Servicio Penitenciario Federal, fue detenido. La víctima es un joven de 18 años.
Momentos de pánico se vivieron en un colectivo en la madrugada del último sábado en La Matanza, en el oeste del Conurbano. Fue más precisamente en la localidad de Isidro Casanova, donde un agente del Servicio Penitenciario Federal se subió a una unidad de la línea 88 y, en el cruce de avenida Juan Manuel de Rosas y Marconi, extrajo su arma reglamentaria y comenzó a disparar contra los pasajeros. Un testigo mencionó que «estaba re borracho, dijo ‘los voy a matar a todos’ y empezó a tirar».
En la secuencia, dos de los tiros fueron contra Leonardo Ezequiel Pinto, de 18 años: uno impactó en su mochila mientras que el otro lo hirió en la pierna. Afortunadamente, luego pudo ser reducido por algunas de las personas que viajaban en el transporte público y obligado a bajarse, aunque el resto de los pasajeros también decidió hacerlo mientras daba aviso a la Policía.
Cuando llegó el patrullero, los efectivos lograron identificar y detener al agresor: su nombre es Hugo Rolando Robledo, de 46 años, a quien le secuestraron una pistola Bersa Mini Thunder calibre 9 milímetros con nueve cartuchos intactos y dos vainas servidas. Quedó imputado por el delito de tentativa de homicidio por la fiscal Analía Córdoba, titular de la Unidad Funcional de Instrucción N° 11 de La Matanza.
El relato del joven baleado en el colectivo en La Matanza
El joven que fue baleado arriba del colectivo relató la secuencia a TN. «Yo estaba al lado del timbre, siempre me paro de un lado más adelante. Escuché el impacto de una bala, vi que estaban forcejeando, y cuando escucho el segundo, me pega a mí en la pierna. Cuando me quiero correr, la gente se tira al piso y yo me tropiezo», contó.
Y agregó: «Abajo de la mochila tengo otro disparo más que sobresale. La ropa del trabajo, la toalla, el buzo, el pantalón y el hilo para ajustar la mochila tienen un impacto de bala. Estoy vivo gracias a Dios porque el primer tiro me podría haber dado en el pecho, estaba de frente. Si yo no me hubiera tropezado no la estaría contando».
Por último, se quejó de la atención que recibió en la sala de salud Eva Perón de La Matanza. «Cuando llego al hospital les pedí un vaso de agua y me dijeron que no, que espere a hacerme una placa para ver si la bala me había tocado alguna vena. Me hicieron una radiografía para ver si el hueso estaba bien, y se vio que la bala me había dado en el músculo, pasó de lado a lado. Me pusieron suero y ya está, eso solo nada más. Me mandaron a mi casa esa misma noche, llegué a las 6 de la mañana», dijo.
Y señaló que «me dijeron que no me podían limpiar, que recién venga el miércoles porque me había agarrado el feriado largo. Solamente tenían que ver cómo está la herida, limpiarla con un poco de alcohol, vendarla nueva, porque se me había pegado la gasa con la sangre, y nada más». Por eso, dijo que iba a buscar otro centro asistencial donde seguir las curaciones, pero valoró: «Estoy vivo, gracias a Dios».