La sospecha de Julio Grondona y una gesta de 8 contra 11: la historia detrás de la hazaña de Independiente en Córdoba
En 1978, el Rojo ganó el Nacional 77 en un partido que quedó en la memoria futbolera argentina: logró un resultado heroico después de que le echaran a tres jugadores. Por qué Don Julio supo antes lo que podía pasar.
Entre las muchas hazañas que le dan forma al acervo del fútbol argentino, sobresalen las que tienen detrás un relato de uno contra todos. En ese formato aparece una historia de ocho héroes vestidos con la camiseta roja de Independiente que en 1978 construyeron un episodio épico, colosal. Justo en el día del cumpleaños del ídolo más grande del club, uno de los protagonistas de aquella noche en Córdoba.
No es de ahora que las ligas argentinas de fútbol cambien de formato, calendario, denominación o número de participantes y que sus modalidades sean difíciles de explicar. La tendencia lleva casi seis décadas y se describe con una frase de rigurosa actualidad: “No trates de entenderla, disfrutala”, como se le ha escuchado decir a Claudio Fabián Tapia con su peculiar sonrisa.
El Campeonato Nacional de 1977 duró poco más de dos meses y, sin embargo, concluyó en… 1978. Hubo razones para que esto sucediera. El Metropolitano, primer torneo de la temporada, involucró a 23 clubes y se extendió 46 fechas (quedaba uno libre por jornada). Recién acabó el 13 de noviembre y a la semana ya se estaba disputando el segundo certamen del año, con la intervención de 32 clubes divididos en cuatro grupos de ocho cada uno.
La hazaña de Independiente en 1978
Con Boca metido de lleno en la Copa Libertadores, que aquel año ganó por primera vez, River e Independiente pelearon palmo a palmo en el Metropolitano de 1977. Se lo llevaron los de Núñez, que aventajaron por dos puntos al Rojo: 63 a 61. En tercer lugar quedó Vélez (56) y el cuarto lugar lo compartieron Colón y el Xeneize (53).
Con la sangre en el ojo, los de Avellaneda fueron por desquite en un Nacional muy competitivo: a los más fuertes de acá se les sumaban algunos representantes del interior del país que venían demostrando estar a la altura de los mejores.
Dada la escasa disponibilidad de semanas, con el Mundial 78 a la vuelta de la esquina, la Asociación del Fútbol Argentino resolvió que solo los ganadores de cada zona avanzaran a la instancia definitoria (lo común, antes y después, fue que pasaran los dos primeros). Newell’s Old Boys (21 puntos), Estudiantes de La Plata (22), Talleres de Córdoba (20) e Independiente (21) lograron clasificarse a las semifinales.
Los temores de Julio Grondona antes de la final
Ya en pleno calor de enero, Talleres eliminó a los rosarinos (2-1 el global) e Independiente a los platenses (4-2). Los encuentros decisivos fueron programados para el 21 en la vieja Doble Visera y el 25 en La Boutique del Barrio Jardín.
Dos penales casi consecutivos en el segundo tiempo, uno convertido por el defensor Enzo Trossero y el otro por el wing Ricardo Cherini, dejaron igualada la serie. Ese 1-1 era un buen resultado para Talleres, local en la vuelta, pero también para Independiente, porque los goles como visitante se computaban doble en caso de paridad.
Julio Humberto Grondona -presidente de Independiente- convocó a José Omar Pastoriza -amigo y director técnico- a una reunión en la legendaria ferretería de Sarandí. El periodista Ernesto Cherquis Bialo, de larga relación con quien fuera mandamás de la AFA durante tres décadas y media, reconstruyó aquel diálogo en una nota publicada por el portal Infobae.
En el curso de la charla, Grondona le advirtió a Pastoriza que el árbitro elegido (Roberto Barreiro) tenía antecedentes sospechosos con Talleres, que los cordobeses nunca habían perdido cuando él los dirigió y que el militar más influyente en la provincia, el general Luciano Benjamín Menéndez, estaba más que interesado en un triunfo de la T.
-¿Y qué quiere que haga, Julio? Yo creo que nosotros tenemos mejores jugadores, de más experiencia. Iremos tranquilos a ganar, como siempre”, respondió Pastoriza ante el discurso de Grondona. A Don Julio le pareció que el Pato no entendía las complejidades de la situación. Trató de convencerlo con un pedido básico, aunque difícil de cumplir: “Empecemos el partido con 11 y terminemos con 11”.
La épica de 8 contra 11
Las prevenciones de Grondona se justificaron plenamente. El Rojo sacó ventaja en la primera etapa con un tanto de Norberto Daniel Outes. Talleres niveló en el segundo tiempo con otro penal, bastante discutible, que facturó Cherini. Iban 29 minutos cuando Ángel Bocanelli convirtió el 2-1, un gol que debió haber sido anulado por evidente mano de su autor.
El juez Barreiro, sin embargo, no solo convalidó la conquista sino que expulsó a tres de los futbolistas de Independiente (Trossero, Rubén Galván y Omar Larrosa) que se le fueron encima para protestarle.
Cuenta la leyenda que Grondona, desde el alambrado, le gritó a Pastoriza que no retirara el equipo. Al margen de que lo haya escuchado en medio de ese caos, el DT convenció a sus muchachos de que se quedaran. Mandó a Ricardo Daniel Bertoni a la cancha, para ir en busca del utópico 2-2, y el milagro se produjo, a los 38 minutos, gracias a otra proeza de Ricardo Enrique Bochini, quien justo ese día celebraba 24 años.
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El Rojo aguantó los desesperados intentos de Talleres y se volvió con toda la gloria, en buena medida gracias al dirigente más importante de su historia, a su entrenador emblema y al ídolo máximo.
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