Misterio en La Plata: hallan sin vida a un vecino que fue un héroe en la trágica inundación de 2013
El policía retirado Alejandro Fernández fue encontrado en su taller mecánico e investigan cómo murió. Los platenses lo recuerdan por haber salvado más de cien vecinos que habían quedado atrapados en sus casas en el temporal.
Un barrio conmocionado. El resto de La Plata, también. En la noche de este miércoles hallaron muerto a un policía retirado que, según se confirmó en las últimas horas, fue identificado como Alejandro Fernández, el héroe que salvó a más de un centenar de vecinos en la inundación del 2013 en la ciudad.
Según trascendió, el hombre, que era muy querido en el barrio, fue hallado su taller mecánico de 525 bis y Camino General Belgrano. Allí, su cuerpo se encontraba en la fosa del lugar con un motor y baterías de autos encima. Las causas de su muerte aún son materia de investigación, y aunque la primera imagen sugiere que puede haber sido un trágico accidente, la Policía tampoco se descarta aún la hipótesis de un homicidio.
Fernández había sido efectivo de la Comisaría 11° de Ringuelet y también era mecánico, actividad a la que se venía dedicando completamente. Según investigadores, estaba sólo en el momento de su muerte.
Los vecinos de La Plata lo recuerdan por su rol solidario en la inundación del 2 de abril del 2013, el día del trágico temporal: cayeron 392 milímetros de agua en menos de cuatro horas y muchos barrios terminaron anegados, con autos bajo el agua, gente en los techos de las casas pidiendo ayuda y un saldo fatal de 89 fallecidos.
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Aquel día Fernández salió con «Guajiro», su lancha con capacidad para 10 personas y trasladó a más de un centenar: los sacó de las zonas críticas y los llevó a su casa, donde su familia los asistía en medio de una noche que quedó grabada a fuego en miles de vecinos platenses
La trágica inundación de La Plata y el relato del héroe
Aquella noche del 2 de abril de 2013, Alejandro había vuelto de trabajar a su casa alrededor de las 20. Se estaba por sentar a cenar con su familia pero decidió dejar todo para salir a la calle a ayudar. Discutió con su mujer porque le decía que la gente iba a pensar que se tomaba a burla la inundación o que «salía a pasear».
Sin embargo, el correr de los minutos le iba a confirmar lo acertada de su decisión. Rápidamente un hombre le pidió que lo llevara a su casa que quería volver con sus hijos y su mujer y no podía llegar. Lo trasladó y al arribo el hombre comenzó a llorar, emocionado, mientras otros vecinos pedían que los sacaran.
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Esa situación, sumada a los cortes de luz en distintos barrios pero el hecho de que en tantos otros hubiera electricidad con el peligro que eso suponía y la ausencia de las autoridades, le hizo dar cuenta de que todo era más grave de lo que pensaba. «La gente necesitaba una mano y no había nadie», contó.
Fernández ataba su lancha a rejas de las casas o a postes de luz para subir a la gente. Aunque sólo podía cargar a 10 personas, el trasladaba a 12 en cada vez y reconoció que el bote estaba «lleno de agua porque iba hundido».
Y reveló, con contundencia: «Cada casa a la que iba era un problema, y yo tenía el problema de todas las casas». Incluso mencionó el caso de un joven que le pidió que se llevara a sus hijos y lo dejara porque quería que ellos se salvaran, pero Alejandro terminó sacando a la familia completa. «Esa gente después me vino a visitar a casa. Me trajeron un dibujo de la nena que tengo guardado, un dibujo de la lancha con nosotros arriba. Éste muchacho me contó, entonces, que aquella noche, en un momento, se acostaron pensando que no tenían salvación, que iban a morir todos ahogados, se acostaron a esperar la muerte. La desesperación de la gente eran los chicos», relató.
En el medio de su tarea en la inundación, tuvo problemas con su lancha: en un momento el motor se paró porque se había enredado la hélice en un cable, en otro se quedó sin nafta, pero siempre contó con la ayuda de los vecinos, entendiendo que era el único que podía salvarlos. Y recordó: «La gente no se peleaba entre sí en medio del caos, hubo gente que, con el agua al pecho, me dijo: ‘sacá aquel que es más viejo que yo, después, si podés vení a buscarme'».
La ausencia de las autoridades fue tal que muchos vecinos le reclamaban la demora en llegar a sus barrios pensando que era empleado de la Municipalidad de La Plata. Sin embargo, él les explicaba que era un vecino que había salido a ayudar, arriesgando literalmente su vida como en las dos ocasiones en que sufrió descargas eléctricas agarrándose de palos de luz para avanzar entre los dos metros de agua. «En un momento pensé que no sabía que hacía ahí, si me ahogaba o moría electrocutado sacrificaba a mi familia, pero seguí porque sentía los gritos de la gente que venían desde adentro de las casas y si me volvía a la mía a meterme en la cama y los abandonaba, no iba a poder dormir nunca más. Hoy duermo tranquilo, no desatendí a ninguno de esos llamados».
El día después y un trabajo que continuó
Casi sin dormir, al día después de esa noche, Alejandro volvió a salir a repartir donaciones con su camioneta. «En ningún momento me sentí un héroe. Soy así, me nace ser solidario», reconoció.
Según un estudio de la Universidad de La Plata, la inundación dejó pérdidas de más de $3400 millones en bienes. Sin embargo, mucha gente pudo vivir para contarlo y Alejandro remarcó la gratitud que le demostraron. «Al bote no lo pude tener mas en mi casa porque los vecinos pasaban a acariciarlo permanentemente, lo tuve que llevar al taller. A veces gente, manejando autos de alta gama, cuando pasaba por mi casa, frenaba, se bajaba para acariciarlo y decía: ‘este bote me salvó la vida’ y seguía. A veces se juntaban 10 o 15 personas alrededor del bote para mirarlo y darle las gracias», cerró quien dejó un enorme recuerdo en los vecinos platenses que hoy lamentan su muerte.