Cuando Lucas Pusineri estuvo frente a la muerte: el recuerdo de la noche que se incendió el boliche Kheyvis
El técnico de Atlético Tucumán, el sorprendente puntero de la Liga Profesional de Fútbol, fue testigo presencial de la tragedia ocurrida en 1993, cuando murieron 17 chicos. Hasta se instaló el mito de que él había iniciado el fuego.
Sabe por propias experiencias Lucas Andrés Pusineri que la pelota pega en un palo y entra, a veces, pero en otras pega y sale, así en el fútbol como en la vida. A los 46 años, como director técnico del sorprendente Atlético Tucumán, transmite ese y otros conocimientos en la tarea diaria.
Lucas Pusineri era un adolescente de escuela secundaria cuando fue testigo cercano de una tragedia. Alumnos del Colegio La Salle, de Florida, organizaron una fiesta en el boliche Kheyvis, uno de los que estaban de moda a principios de la década del 90, sobre el 1900 de la avenida del Libertador, a 20 cuadras de la General Paz.
Cuando Lucas Pusineri salvó su vida en Kheyvis
Los recuerdos de Pusineri sobre aquella noche del 20 de diciembre de 1993 son borrosos, tristes. Empezaron a escucharse gritos, las llamas invadieron un sector de sillones (los antiguos reservados) y la concurrencia, alrededor de 600 personas en un lugar con habilitación municipal para 150, buscaron la única puerta de salida para escapar de ese infierno de fuego y humo.
Fueron 17 las víctimas, en su mayoría jóvenes de la misma edad que Pusineri. Él se salvó. Hernán Jorge Crespo, otro vecino de la zona y ya futbolista de River, también zafó de milagro: tenía pensado asistir a la celebración cuando recibió la noticia de que debía concentrarse con el plantel profesional, dirigido por Daniel Alberto Passarella.
Aunque la mayoría de los jóvenes lograron escapar, la tragedia de Kheyvis se cobró la vida de 17 chicos: Mariano Bravo, Rolando Broda, Leandro Buganem, Francisco Gaeta, Darío Pablo García, Erica Gori, Hernán Grosso, Cristian Gutiérrez, Pablo Petralli, Juan Mantenga, Sebastián Simonini, Fernando Tablada, Maximiliano Tejedor, Rodolfo Unold, Nicolás Blanc, Nicolás Roberto Bonomi y Jorge Luis Fajardo.
Según la reconstrucción judicial, el boliche tenía capacidad para 150 personas cuando esa noche había unos 600 jóvenes en medio de la celebración por el egreso. De hecho, con el paso de los años se conoció lo ocurrido en Kheyvis como el estrago que anticipó lo ocurrido 11 años más tarde en República de Cromañón, donde en 2004 murieron 194 personas.
El Pusineri jugador profesional
Lucas convivió con aquellas imágenes durante mucho tiempo. Concluidos los estudios secundarios, para respetar el mandato familiar, decidió dar por terminada su carrera de futbolista a los 17 años. Las exigencias escolares y deportivas en las divisiones inferiores de Platense lo habían agotado.
Había cumplido 21 cuando recuperó el interés por la pelota. Acudió a una prueba en Ferrocarril Urquiza y durante un amistoso con Almagro llamó la atención del entrenador rival, el legendario Alberto Pascutti. El Beto lo convenció y así, casi de casualidad, Lucas debutó de manera profesional con la camiseta tricolor en el club de Tres de Febrero.
Volante de gran despliegue, generoso en el esfuerzo y con llegada al área contraria, San Lorenzo se fijó en él y Pusineri pegó el salto a la máxima categoría. Con el Ciclón tuvo de las buenas, por ejemplo el título de campeón del Clausura 2001, y de las otras, como cuando fue suspendido por ser uno de los mayores revoltosos en el escándalo que se armó al cabo de un partiudo con Deportes Concepción (Chile) por la Copa Libertadores.
Su siguiente destino fue Independiente y allí, el 24 de noviembre de 2002, vivió su jornada de mayor gloria. Con un cabezazo, a cuatro minutos del final, logró el empate ante Boca, en un partido que decidió el Apertura de aquel año. Los de Avellaneda se coronaron a la fecha siguiente y el gol de Lucas, de acuerdo con una encuesta posterior, pasó a los libros como uno de los más importantes en la historia del club, a la altura del que marcó Ricardo Enrique Bochini ante la Juventus en la Intercontinental de 1973.
La despedida con los cortos y la ropa de DT
Aunque había alcanzado estatura de referente y cobraba uno de los contratos más altos, aprovechó una oferta de Rusia y se animó a esa excursión. Regresó pronto al Rojo. Se fue en 2005. Cumplió una etapa en River, volvió a Independiente y cerró su campaña como jugador en Platense, por entonces en la tercera división del fútbol argentino, en 2010.
Se tomó un largo intervalo antes de largarse a la dirección técnica. Quería estar preparado. Empezó en Colombia, donde anduvo por Deportivo Cali y Deportivo Cúcuta. A fines de 2019 le llegó un ofrecimiento de Independiente y no dudó, pese a que la situación del club no era la más conveniente para desarrollar un proyecto.
Permaneció un año al frente del Rojo, con un discreto récord de 11 triunfos, siete empates y ocho derrotas. Estuvo un tiempo alejado, no se desesperó por subirse al primer barco. Y en abril de este año resolvió mudarse a San Miguel de Tucumán para conducir al Decano. Hoy está arriba, al mando de un equipo puntero y revelación. Algo es seguro: no lo va a asustar el vértigo de su actual posición.